Publican antología de Rolando Cárdenas:

Poeta magallánico reaparece a veinticinco años de su muerte

Con el título «El viajero de las lluvias», el volumen es una muestra de una obra poética marcada por el paisaje de la Patagonia.

Por Leonardo Sanhueza

Hacia 1973, con sólo dos libros publicados, Rolando Cárdenas ya era reconocido como uno de los mejores poetas de su generación. Había recibido algunos premios en Chile y el segundo lugar en el Casa de las Americas, en Cuba. Sus poemas se identificaban a primera vista: su tono, su afinidad con poetas como Jorge Tei-lliero Efraín Barquero, sus temas y sus imágenes que parecían salir directamente de Magallanes, su tierra natal. Después del golpe, sin embargo, todo cambió. Fue detenido, estuvo preso en el Estadio Chile y nunca más pudo ejercer su profesión de constructor civil. Pero además él mismo se fue desvaneciendo a partir de entonces, hundiéndose poco a poco en un silencioso abandono material, lo que finalmente lo llevó a una temprana muerte, en 1990, a los 57 años.

Conmemorando los veinticinco años de la partida de Rolando Cárdenas, Descontexto Editores acaba de publicar la antología El viajero de las lluvias, organizada por Juan Carlos Villavicencio y Carlos Almonte. El libro, para más homenajes al poeta puntarenense, fue presentado el jueves pasado por tres ilustres magallánicos: el diputado Gabriel Roric y los escritores Ramón Díaz Eterovic y Oscar Barrientos Bradasic.

En poco más de cien páginas, este cuidado volumen es una muestra de los cuatro libros de poemas que Cárdenas publicó en vida -Tránsito breve, En el invierno de la provincia, Poemas migratorios y Qué, tras esos muros- y del que dejó para su edición póstuma, Vastos imperios. Además, incluye un prólogo de Ramón Díaz Eterovic, un par de entrevistas a Cárdenas y, como epílogo, fragmentos de una conversación en que Jorge Teillier recuerda al que fuera uno de sus mejores amigos, cuyas circunstancias de muerte -«un abandono total»- le dejaba un sentimiento amargo: «Somos todos un poquito culpables».

Como el mismo Teillier comenta, la constante presencia de Magallanes en la poesía de Cárdenas no es una mera referencia geográfica y nostálgica, sino que se proyecta como un espacio metafísico. En uno de sus poemas, dice: «Para no olvidar las historias de los viejos cuatreros / que conversan con la pausada voz de las pampas, / el viento debe andar escondido / arañando las puertas de los galpones / a los que nadie quiere ir en busca de leña». Su afinidad con la poesía de Teillier está en su manera de trabajar las imágenes, pero sus materiales no vienen tanto del hogar o las aldeas como de la vastedad territorial, la soledad, el viento, la nieve, el frío de la Patagonia, todo traspasado por una inquietante atmósfera fantasmal.

Para cerrar esta antología, los editores incluyeron una sección titulada «Trizas», hecha sólo con fragmentos de poemas, a veces un solo verso, como esta línea enigmática: «Atrás no navegan otras islas». Son esquirlas que, acaso sin quererlo, reflejan otro aspecto de la poesía de Cárdenas: su filosa fragilidad, como de espejo quebrado.

 

Selknam en miniatura

Ovejas, viento frío, nieve, coironales, faros en el Estrecho de Magallanes: los poemas de Rolando Cárdenas están llenos de esos elementos, pero además se remiten a veces a un tiempo en que esas vastedades de la Patagonia estaban pobladas sólo por sus habitantes originarios. Sentía tal apego por los selknam que no sólo les dedicó algunas de sus páginas, sino que se consideraba uno de ellos, lo que a Jorge Teillier le parecía una exageración, porque, a diferencia de su pequeño amigo, los selknam «medían un metro ochenta».

 

En Las Últimas Noticias

Sección Cultura, pág. 62

Lunes 21 de diciembre de 2015