Por Rubén González Lefno
Esta enorme obra de Mai Jia, uno de los autores más relevantes de la narrativa china actual, como todo gran relato exige (y admite) múltiples lecturas, no necesariamente contrapuestas. La presente apreciación, por lo tanto, es una de ellas.
Estructurada en seis partes o capítulos (estamos ante una narración concebida en términos de espacios laberínticos…como el cerebro humano), los cuales se despliegan para ser recorridos por el protagonista (y el lector), en cuyo devenir podemos comprobar que nos encontramos ante una obra de alta solvencia literaria.
Rong Jinzhen, el protagonista, genio de las matemáticas que por dicho atributo deviene en miembro del departamento de criptografía del servicio secreto de su país, alcanzado logros que lo convierten en leyenda. Y es en torno a dicha labor que la novela desarrolla una creciente confluencia de situaciones que a través de los capítulos se articularán como una summa total.
La estrategia narrativa que Mai Jia desarrolla tiene puntos de apoyo en las claves de la novela de espionaje, guiando al lector en un mundo diseñado cual obra de arquitectura, con senderos ofrecen bifurcaciones, pliegues, salidas a puntos ciegos (o al menos difusos), zonas oscuras, al mismo tiempo que el protagonista avanza en un periplo mental-vital-psicológico-siquiátrico, estimulado además por la interpretación de significados de sueños, elementos que en conjunto lo llevan a cruzar las fronteras de un proceso digitado desde el poder, para encontrarse habitando un espacio sometido ante un mundo sin alma.
Y este aspecto es el que cabe destacar, porque esta novela es mucho más que un enigma policial y lo que desarrolla en su acontecer es más que un “caso” a desentrañar en términos de solución investigativa, ya que “El Don” introduce al protagonista y al lector en un proceso que va indagando en los tópicos más trágicos de la condición humana: la orfandad y por lo tanto la soledad, la indefensión, el sufrimiento irremediable ante fuerzas imposibles de neutralizar, hasta completar este proceso en la demencia que se apodera de Rong Jinzhen, estableciendo una suerte de territorio en el cual la historia narrada pasan a leerse desde la lástima.
Los objetivos del servicio secreto que buscan descifrar material de enorme relevancia para la seguridad del país, convierten al protagonista en el ejecutor de una tarea sagrada, ante la cual nada más tiene valor, nada más resulta importante, incluyendo al personaje, cuya condición sufre un deterioro cada vez más ostensible.
Entonces, la summa señalada configura el escenario del sufrimiento, presentándonos en la novela una estética del dolor resultante de lo irremediable. En ese proceso es que podemos afirmar que esta novela avanza nutriéndose de sí misma, al mismo tiempo que el destino del protagonista se retroalimenta desde una suerte de maldición y, como tal, es empujado por la fuerza de lo inevitable. Y en ese proceso nos encontramos con personajes portadores de secretos insondables, amistades relativas, sentimientos intensos, inminencia de traiciones, esperanzas inútiles, pero -sobre todo y por encima de todo- situados en un territorio en el que nada es conocido totalmente y en el cual puede esperarse todo, menos compasión.
El autor
Mai Jia es el seudónimo del escritor chino Jiang Benhu. A lo largo de su carrera ha formado parte del ejército chino y ha trabajado como periodista.
En lo literario, Mai Jia ha ganado premios como el Nacional de Literatura o el Mao Dun, logrando vender más de cinco millones de ejemplares y es uno de los autores más conocidos de su país. El Don fue su primera novela publicada en castellano.
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