Rolando Revagliatti

Rolando Revagliatti nació en 1945 en Buenos Aires, ciudad en la que reside. Ha publicado obras de dramaturgia, cuentos y poesía, tanto en papel como en soportes digitales. En edición electrónica, 5 tomos que contienen 128 entrevistas realizadas por Revagliatti en “Documentales. Entrevistas a escritores argentinos.

Todos sus libros cuentan con ediciones electrónicas disponibles en http://www.revagliatti.com.

Ha sido incluido, entre otras, en las siguientes antologías: “Dramaturgia Latinoamericana: Argentina” (en República Dominicana, 2008); “Minificcionistas de ‘El Cuento’ Revista de Imaginación” (en México, 2014); “Poesía Argentina Año 2000” (selección de Marcela Croce, 1999), “El Verso Toma la Palabra” (México, 2010).

Nimbo

Enorme y bueno. Trabajaba y residía en un taller mecánico. Entre sus pertenencias figuraban un colchoncito con cotín engrasado como él y unas frazadas asquerosas. Dos gatos dormían a su lado. Cocinaba huevos y sopa y se calentaba mate cocido con una garrafa. A los chicos del barrio les producía curiosidad. Un día, ese hombre que se trasladaba bamboleándose, que sonreía y silbaba, que apretaba con los dientes un toscano, ese hombre de paz, muerto, apareció nimbado, semi-empotrado en un pilar, inapacible, limpio, con alígero nimbo de barniz selenita.

Huir

Claro que pensó en huir, harta de padecer la torpeza de los golpes de esa especie de marido colérico, de pésimo vino y borbotones de sevicia. También pensó en huir cuando su hijo cayera muerto por una bala perdida, entre los cohetes y petardos detonados por los chicos y adultos del barrio, después de transcurridos veinte minutos del año nuevo.

Pensó. Hasta que dejó de hacerlo. Después de veinte años la vieja sigue, loca, letárgica. Sigue huyendo.

En la mira

Linda mina, lindo tipo de hombre, se sienten cómodos en sus cuerpos flacos, debajo de sus abundantes cabelleras, encima de sus principescos pies.

Señor gordo, calvo, con juanetes, desencantado y empuñando una Magnum 44. Apunta (no sin fastidio).

Pacto

Alguien-Que-Mereciera-Llamarse-Lulú conoció, sin procurarlo, a La-Muerte-Que-Te-Alcanza, en un crepúsculo del mil setecientos. Importa consignar que, esencialmente, a la primera le disgustó la segunda, mientras que la segunda simpatizó con la primera. Por completo de acuerdo, se arrancaron los ojos.

Redactor

El chico que no habla es el hijo único de su fallecida única hija, y de su también fallecido yerno. Lo crio ella, viuda, al chico que no habla, su nieto. Es el chico que no habla quien redacta el breve texto que se inicia con: “El chico que no habla es el hijo único de su fallecida…”.