Eusebio Leal Spengler

Eusebio Leal Spengler
Historiador de La Habana
(1942-2020)

por Bartolomé Leal, octubre 2020

Hace poco más de dos meses falleció a los 78 años Eusebio Leal Spengler, el Historiador de La Habana, un alto cargo del municipio habanero que existía desde los años 30. Su misión era asumir la compleja tarea de protección del patrimonio artístico y arquitectónico de la ciudad capital de Cuba.

La labor de Eusebio Leal se desarrolló sobre todo durante los tiempos más difíciles de la revolución cubana, agobiada por el boicot económico y político impuesto por Estados Unidos (apoyado por la mayoría de los “países hermanos” latinoamericanos), que dejó a Cuba aislada de la cooperación internacional, las inversiones urbanas y los visitantes. El Historiador se movió, estudió el tema, se capacitó, golpeó todas las puertas sobre todo en Europa y en los países abiertos a los temas patrimoniales, siempre con el apoyo inquebrantable de Fidel. Consiguió así plata para la recuperación y refacción de edificios y monumentos, sobre todo en la Habana Vieja, aunque también en las zonas republicanas, logrando maravillas con un empeño encomiable. La Habana había sido considerada por siglos una joya urbana del Caribe. Su degradación era una vergüenza mundial.

Havana Cathedral 1000

Tuve la oportunidad de conocer a Eusebio Leal Spengler durante un viaje de trabajo a Cuba en 2003. Recuerdo que me apersoné un sábado a mediodía en la oficina del Historiador, ubicada en un edificio histórico restaurado con primor. Pedí a la portera permiso para entrar a saludar al Historiador. Me dijo que estaba ocupado en una reunión con sus colaboradores y me preguntó quién era yo, para ver si el compañero Historiador podía recibirme. Me sugirió llevarle una tarjeta de presentación. La única que yo portaba era un libro mío, Linchamiento de negro, mi primera novela “africana”. La mujer quiso saber si éramos parientes y le dije que no, que era un visitante extranjero. Había pensado que si no me recibía al menos tendría mi libro, obsequiado y dedicado “de Leal a Leal”.

Tras una espera de unos quince minutos, apareció Eusebio Leal en la salita de espera donde me habían instalado. Se mostró amable y y receptivo. Tenía mi libro en la mano y uno suyo, La luz sobre el espejo, una recopilación de crónicas y conferencias sobre La Habana. Procedió a dedicarlo para mí. Conversamos brevemente. Le entregué mis parabienes por el colosal trabajo efectuado en el remozamiento de La Habana. Sonrió, caballeroso, y expresó algo así como que disfrutaba enormemente su trabajo, que nunca había decaído su esperanza de ir ganándole construcciones al deterioro. Me preguntó dónde alojaba y le conté que un hostal de estilo español restaurado. Me contó algo acerca del apoyo invaluable que había conseguido de las autoridades hispanas, y que ahora el lugar estaba en manos de un emprendedor privado para así recuperar la inversión e invertir en otras obras.

En iglesias y conventos, por ejemplo. Eusebio Leal era católico (además de comunista) y es cosa de ver la Catedral (abierta al culto religioso), y la Plaza Mayor, y el convento de San Francisco de Asís (hecho museo y sala de conciertos), y su plaza, para darse cuenta del cariño y fervor que puso el Historiador para devolverles su esplendor finisecular.

Me despedí de Eusebio Leal, emocionado por este encuentro que no por casual fue menos gratificante. No puedo ahora, tras su deceso, sino repetir esa despedida a un hombre que hizo de la recuperación del patrimonio arquitectónico una especie de religión o militancia propia, una cruzada, y que contó con un pueblo sufrido, el habanero, que apoyó su trabajo y y no contribuyó a deteriorar aún más la ciudad amada. Lo que habían conseguido el bloqueo yanqui y el tiempo, ambos lo bastante fuertes como para agregarle la lacra del vandalismo. El vandalismo del patrimonio cultural, esa actitud canallesca que la sociedad cubana, gobierno incluido, intelectuales a la cabeza, no acepta ni aceptará jamás. Pues así sea…

La luz sobe el espejo ELS

Las siguientes palabras del presidente cubano Miguel Díaz-Canel expresan lo mucho que Cuba y La Habana le deben a su Historiador: “Celebremos su maravilloso paso por la vida, demasiado breve para quienes le quisimos por su obra y por sí mismo. Hay que seguir por sobre esas huellas, la paciente e infinita labor de salvar el patrimonio de nuestra Cuba a la que tanto amó y consagró su vida.”