SOY PARTE DE LA INMENSA HUMANIDAD Y POR ESO VOTARÉ APRUEBO

por Josefina Muñoz Valenzuela

Los versos de Hikmet muestran la detención del tiempo en un eterno presente en que las injusticias no se resuelven para la inmensa humanidad: La inmensa humanidad va a trabajar a los ocho años (trabajo infantil en condiciones de esclavitud); A pie por los caminos viaja la inmensa humanidad (cientos de seres humanos huyendo a pie por los caminos para llegar a un lugar que, esperan, sea mejor; caminando grandes distancias porque el dinero no alcanza); El pan alcanza para todos menos para la inmensa humanidad (hoy mueren de hambre hombres, mujeres y niños, no solo en África); No hay sombra… no hay faroles… ni vidrios… pero la inmensa humanidad espera, la vida es esperanza.

Quienes se horrorizaron al ver amplios sectores de Santiago sin faroles, sin vidrios, sin pavimento, con monumentos rayados o destrozados, no saben o no quieren saber que, en peores condiciones que esas se desarrolla la VIDA de esa inmensa humanidad de nuestro propio país, donde el deterioro del entorno se suma al interior de las viviendas mínimas, construidas al mínimo costo y diseñadas sin respeto por estado y arquitectos, que consideran que quienes habitan allí solo deberían agradecer tener un techo. ¿Recuerdan las casas COPEVA que se deshicieron con las lluvias de junio de 1997? ¿Y las “soluciones habitacionales”, una pieza pequeña con conexiones a agua? Pensadas como baño o cocina o ambos, las familias las utilizaban para vivir, porque era el techo que no tenían.

La mayoría de nosotros desconoce esa realidad, porque la dictadura se ocupó de erradicarla del 10% más rico de la población y también de quienes estamos lejos de esa riqueza, pero también alejados de la pobreza, porque tenemos un trabajo más o menos estable y mejores lugares para vivir. De esa misma periferia, que carece de buenos servicios de locomoción pública, incluso de estaciones de Metro, a pesar de su crecimiento, sale a trabajar la inmensa humanidad para recibir bajos salarios, agregando al horario laboral entre 2 a 4 horas solo de traslado. Esa es la inmensa humanidad de nuestro país (más del 50% de los trabajadores) que debe pagar arriendo o dividendo -también vivir como allegados de otros también pobres, pero generosos-, comer, pagar cuentas de servicios, locomoción, con $300.000 (y menos) …Si ustedes no saben cómo se puede, les recomiendo ver un programa sobre cómo vive una familia de tres personas con ese ingreso. Les adelanto que la señora entrevistada cocina 4 raciones diarias con $1500; la cuarta es para que su marido se la lleve al trabajo.

https://www.chvnoticias.cl/reportajes/

Alza de la locomoción: detonante de muchas protestas

Mirando hacia atrás, muchas de las grandes protestas del país han sido desencadenadas por alzas de la locomoción que, sin duda, eran un ejemplo más de grandes desigualdades. La llamada “protesta de la chaucha”, (agosto de 1949), se dio en el gobierno de González Videla; un peso de la época equivalía a cinco chauchas, 20 centavos, lo que podría parecer insignificante, pero la locomoción subió una chaucha y se desató el infierno. El presidente, radical, había sido elegido con el apoyo del Partido Comunista, al que declaró su enemigo en 1948, mediante la llamada Ley de defensa de la democracia, conocida popularmente como Ley maldita. De ahí en adelante, sus militantes fueron excluidos, perseguidos, apresados, relegados…, entre ellos mis padres.

Encabezaron las protestas los estudiantes de la Universidad de Chile, con el apoyo de obreros y empleados. ¿Cómo se manifestaron las protestas? Como siempre: barricadas, marchas, incendios de autos, apedreos y destrucción de microbuses, industrias, tiendas, vitrinas… ¿Qué hizo el gobierno? Llamó al ejército a reprimir las manifestaciones, se decretó Estado de Sitio, hubo más de 20 muertos (hasta ahora no hay claridad de las cifras y algunos estudios dicen que fueron 60) y centenares de heridos.

“Ayer, ya habían empezado las manifestaciones, pero hoy fue como un terremoto. El motivo es el aumento del precio de las “micros” que son los autobuses de Santiago. Cada vez que pasa una, la voltean, la saquean, le rompen los vidrios, y luego la queman. Mi conferencia en la Universidad de Chile fue anulada porque estudiantes se la tomaron. Cuando salí a la calle, todos los almacenes habían bajado su cortina metálica. La tropa, con casco y armada, ocupa la ciudad. A veces dispara al blanco. Es el Estado de Sitio. Durante la noche oigo disparos aislados”.

Quien escribe esto es nada menos que el gran escritor Albert Camus, el 17 de agosto de 1949, de visita en Chile después de haber estado en Argentina. ¡Parece increíble!

La chaucha ha ido saltando de protesta en protesta, solo cambia el soporte físico. En 1989 el pasaje escolar subió de $15 a $20, generando muchas protestas de estudiantes y trabajadores. En 2019 fueron los $30 de alza… y se prendió la ciudad, como antes, como será siempre, seguramente, mientras las desigualdades, la pobreza y segregación extrema, la explotación, los abusos, persistan para el porcentaje mayor de la población.

El siguiente panfleto es del año 89, elaborado por los mismos estudiantes para una protesta estudiantil realizada en marzo, al inicio del año escolar. Guardado por mi hija Sybila, protestante del Liceo 7, nos muestra también la capacidad de introducir el humor, incluso en situaciones adversas y complejas.

la humanidad protesta con distnta

La Unidad Popular

En 1970 Salvador Allende fue elegido democráticamente como presidente de Chile y ratificado por el Congreso, dado que no había alcanzado la mayoría absoluta. Mil días inolvidables que permitieron vivir intensamente todas las emociones de una experiencia muy única en la historia mundial. Paralelamente y desde años antes, oscuras fuerzas se habían puesto en marcha para derrocar el gobierno de manera ejemplarizadora.

Y pronto llegó la feroz dictadura que tuvimos, que, si bien sabíamos lo que ya había ocurrido en países hermanos por exiliados que llegaron a Chile, pensábamos ingenuamente que acá no sucedería. ¿A los ingleses de Sudamérica? Se sucedieron los asesinatos, los detenidos desaparecidos, los lanzamientos de cuerpos a mar y tierra, los falsos enfrentamientos, las torturas, la cesantía. Todavía hay familias que no saben nada de sus deudos y no se ha logrado la justicia debida para la pérdida irreparable de tantas vidas; el quiebre de los proyectos de vida y la necesidad de seguir viviendo; el alejamiento del exilio, no solo el exterior, sino el interior, donde muchas veces sentíamos que, aunque no teníamos la campanilla de los leprosos, había un grupo también integrado por familiares, amigos y conocidos, que parecían escucharla con absoluta claridad, lo que era aún más difícil de vivir en tanto no se trataba de desconocidos.

Las protestas: 1983 – 1984

Un dicho muy conocido es “Más discurre un hambriento que mil letrados”. Y ese fue un detonante poderoso de la organización popular primera, en el mismo 73, ya destruidos todos sus tejidos sociales, laborales, políticos; mal viviendo por las represiones sufridas, los asesinatos de familiares, los desaparecidos, la tortura, la persecución incesante, la cesantía, la carencia de recursos mínimos. Comenzó la solidaridad con las ollas comunes para juntar los escasos alimentos y seguir viviendo y también luchando.

La iglesia católica apoyó en el mismo año 1973 la lucha por el respeto a los derechos humanos y en 1976 se creó la Vicaría de la Solidaridad, que acogió a miles de denunciantes y guardó los documentos que atestiguaban sus denuncias.

Se sumaron también numerosas Organizaciones No Gubernamentales, ONG, que desarrollaban actividades educativas, políticas, culturales, de salud, con pobladores y organizaciones populares, en el marco de una concepción de Educación Popular, en la que se buscaba, precisamente, fortalecer la organización popular, sin presencia de partidos políticos, ni menos del estado por razones obvias.

Esa organización popular, que día a día luchaba por más organización y generaba actividades comunitarias y solidarias, a pesar del temor y las grandes carencias, hizo posible que luego de los 80 se iniciaran las primeras protestas, las que tuvieron presencia regular entre 1983 y 1986, mayoritariamente gracias a los pobladores, mujeres y jóvenes. Este cúmulo de manifestaciones públicas significó más asesinatos, detenciones, relegaciones, tortura, pero ellas abrieron caminos. Como tantos otros, estoy segura de que estos caminos habrían sido mejores si los partidos políticos tradicionales y otros grupos que formaron nuevas alianzas, con el objetivo de dar conducción “política” a estos movimientos sociales, hubieran tenido claridad y respeto por la capacidad de los pobladores organizados (hombres, mujeres y jóvenes) de haber creado sus propios marcos políticos, organizacionales y valóricos. Todos ellos tenían mucho que decir desde la experiencia, la participación y las múltiples acciones que habían llevado a cabo arriesgando sus vidas en los peores periodos de la dictadura.

Entre 1983 y 1984 se sucedieron diez protestas de variados grados de intensidad y participación. Las protestas se acompañaban de barricadas, incendio de microbuses y autos, apedreos de vitrinas, saqueos, bombazos, caceroleos. De parte de la dictadura, represiones violentas con resultado de muerte y heridos de gravedad; detención y relegación; tortura; allanamientos nocturnos de poblaciones “protestantes” realizados con extrema violencia; toque de queda; estado de sitio; clausura y censura de medios de comunicación. Inicialmente, la participación mayoritaria fue de mujeres, pobladores, jóvenes, organizaciones populares; luego, se fueron sumando trabajadores del carbón y del cobre, profesionales de diversos ámbitos.

El huevo de la serpiente

Luego de varias protestas, se abrieron precarias instancias de diálogo con algunas de las figuras más claramente políticas de la dictadura, como Sergio Onofre Jarpa, recientemente fallecido. Como no prosperaran, surgió la alternativa de la Asamblea de la Civilidad. En 2013, Londres 38 convocó a un concurso de artículos de investigación histórica; uno de los trabajos seleccionados fue el de Cristopher Manzano, “La Asamblea de la Civilidad”. Está en internet y recomiendo leerlo porque entrega buena información sobre un momento crucial de nuestra historia, entre 1985 a 1988.

Ese periodo corresponde al desarrollo de las negociaciones entre los partidos políticos que eran partidarios de la moderación y no de las protestas destructivas que se habían sucedido antes (especialmente, gran parte de la DC, parte del PS, parte del PR y del PPD). Ahora había llegado el momento de hablar en serio… con los interlocutores adecuados y futuros actores protagónicos.

En julio de 1986 hubo un gran paro nacional que no solo buscaba terminar con la dictadura, sino con el modelo neoliberal asegurado con la Constitución para mantener las grandes desigualdades que seguimos padeciendo: sistema de AFP, ISAPRES, mantención de las garantías desmesuradas que habían tenido los empresarios todos esos años, y muchas otras.

Entonces, los movimientos sociales, esa extraordinaria organización popular alcanzada en medio de una de las dictaduras más sangrientas de América Latina, fueron sacados de la mesa, caracterizándolos peyorativamente como vándalos, delincuentes, personas sin educación… y siendo reemplazados por representantes de partidos políticos que estaban convencidos de que el camino era pactar, aceptar gran parte de lo que hasta ese periodo se había hecho, aceptar el modelo neoliberal, aceptar y acatar muchas cosas que hasta hoy no se conocen, porque fueron y se han mantenido secretas. Todos sabemos lo que se escondía detrás de la frase “en la medida de lo posible”.

Así fue invadiéndonos la desilusión, la desesperanza, el distanciamiento, la desconfianza, la segregación, la exclusión, las desigualdades en grados máximos. Gran parte de la Concertación adoptó el lenguaje de la dictadura y justificó con facilidad el modelo económico neoliberal. Escuchamos a políticos de izquierda, que estudiaron gratis en la universidad (y que no habrían podido hacerlo si hubiera sido pagada), afirmando que toda la educación debería ser pagada. La consigna principal fue ir muy lenta y cuidadosamente, para no molestar a nadie -importante, se entiende-, como lo empresarios y miembros de las fuerzas armadas, ya que el resto afectado podía seguir aguantando.

Aunque en 1989 ya había ganado el NO, fue un año de mucha efervescencia e inquietud por algunas señales ya más evidentes de segregación y exclusión de ciertos grupos, con inquietud por las futuras elecciones presidenciales.

En agosto, en función de los cambios que se avecinaban, se habían realizado Encuentros Regionales de ONG con partidos políticos y entre el 4 al 7 de septiembre se hizo un Encuentro Nacional con los mismos actores, en el Centro Salesiano de Espiritualidad San Francisco de Sales, en Lo Cañas. Era un grupo numeroso, de diversas procedencias y quehaceres, con mucho que decir y aportar al cambio que se produciría el 90 y que marcaba el “fin” de la dictadura. La mayoría de las ONG habían trabajado todos esos años con organizaciones populares y tenían presencia en todo el país. Los documentos generados en dichos encuentros se publicaron como libros de circulación restringida.

Había un sentimiento de esperanza, de posibilidad de cambio, de alivio y de alegría por el término de una dictadura feroz que asesinó impunemente y que limitó las vidas de varias generaciones dentro y fuera del país de una manera que todavía no ha sido analizada con la profundidad que merece. Las guerras, los campos de concentración, las dictaduras, toda la suma de horrores que conocemos a través de la historia, tienen también un correlato de sobrevivencia, porque el impulso de vida es muy fuerte y, a pesar de todo eso, sin duda, fue posible querer a otros y continuar, porque “la vida es esperanza”.

El 4 de septiembre estábamos ya reunidos en el Centro Salesiano y recuerdo el horror de todos cuando supimos la noticia del asesinato de Jécar Nehgme, dirigente del MIR, asesinado en la calle Bulnes. Ese fue el marco en que se inició la Reunión Nacional.

Cito algunos fragmentos de las intervenciones, porque aluden a problemas fundamentales que ya existían en el país, pero que la dictadura profundizó, apoyada por una estructura de reglas del juego que es la que nos domina hasta ahora: la Constitución del 81. Esos problemas estaban presentes en esos años y están vivos hoy, porque 30 años después, la desigualdad ha ido aumentando cada vez más, gracias a la extrema concentración de la riqueza en manos de una elite que, en nuestro caso, maneja la política y la economía.

Varias de esas reflexiones aportan elementos para explicar cómo se fueron tomando decisiones respecto a quiénes eran actores válidos y quiénes debían ser alejados para que las fuerzas armadas y los empresarios no sintieran en riesgo los grandes beneficios económicos alcanzados. También, hay voces que expresan las preocupaciones de quienes habían luchado por el fin de la dictadura y temían que el futuro no fuera el más deseable en términos de un cambio real de las estructuras de poder.

Álvaro García: Miembro de la Comisión Económica del PPD

Salud: “(…) Mejorar el sistema nacional de salud, fortaleciendo el sistema hospitalario, dotando de mayores recursos al FONASA, que es el único que va a permitir atender al grueso de la población. En ese sentido, la idea es mantener las ISAPRES, con la conciencia de que es una solución médica para un grupo muy limitado de chilenos y, por tanto, el grueso de la atención del Estado debe concentrarse en FONASA”.

Educación: “Es necesario mejorar la calidad de la educación, y esto significa enfrentar los problemas de aprendizaje que tiene la población pobre, mejorar sus accesos a elementos complementarios a la educación y adecuar los programas a las necesidades del sistema socioeconómico”.

Vivienda: “(…) en promedio, durante los 16 años de dictadura se construyeron 35.000 casas anuales. Actualmente se están construyendo 80.000 soluciones, no casas, lo que ha significado un gran aumento en el gasto”.

Perspectivas estratégicas de la Concertación: “(…) redemocratizar el país y lograr una mayor justicia social. Estos son los dos objetivos fundamentales del Programa de la Concertación, y yo diría que, si no se avanza en ambos simultáneamente, la Concertación habría fracasado como gobierno”.

“Finalmente, respecto de introducir a los pobres al mercado, realmente creo que es la única solución posible; si ha subsistido la pobreza y el subdesarrollo en América Latina ha sido exclusiva o fundamentalmente, por la marginalización que han tenido estos grupos sociales respecto del mercado”.

Martín Gárate: Servicio de los Amigos (AFSC), palabras de cierre del Encuentro Nacional

“Es este movimiento social con sus organizaciones, el que irrumpe con fuerza inusitada en los años de protesta, poniendo al régimen en una situación defensiva que abre el camino al proceso de transición que vivimos hoy. No olvidemos que estamos en esta encrucijada de la historia, porque muchos, muchos hombres y mujeres del pueblo, jóvenes en su gran mayoría, dieron la vida por la democracia”

“Una democracia en la cual solo tenga participación una elite, y esté al servicio de intereses económicos egoístas, no tiene sentido, particularmente cuando el autoritarismo pretende prolongarse en el tiempo e impedir el desarrollo social”.

“Estos largos años nos han enseñado el enorme potencial que tienen las organizaciones populares para resolver los problemas del hambre, de salud y de educación, entre otros. (…) Las Organizaciones Populares han contribuido a mantener en pie la esperanza. Ellas han sido verdaderas escuelas de participación y toma de conciencia. ¿Pueden ellas quedar ausentes en un proyecto verdaderamente democrático? ¿Puede haber un plan de desarrollo encaminado a eliminar la pobreza que no las contemple?”.

“El régimen autoritario pretende continuar. Se están aplicando una serie de medidas para hacerlo: ley del Banco Central, privatizaciones, designación de alcaldes, ley de amnistía que, sumadas a los senadores designados y al Consejo de Seguridad Nacional, pretenden ser una verdadera camisa de fuerza que impida se concreticen las intenciones democráticas del futuro gobierno civil”.

Luis Maira, presidente del Partido Amplio de Izquierda Socialista (PAIS)

Cita del Encuentro Regional realizado en Santiago, en agosto.

“Primero, yo diría si uno mira todas las transiciones de la dictadura a la democracia que ha habido en el mundo en los años recientes, y especialmente las de Europa del Sur y las de América Latina, que son las más próximas, uno descubre una suerte de sino trágico y es que los que organizan la lucha no son los que administran el poder”.

(…) mi pregunta es si estamos condenados en Chile a repetir también el ciclo, aparentemente concordante con esta tendencia de sectores sociales que organizan la lucha, pagan el costo social más terrible de las primeras confrontaciones, cuando la brutalidad es salvaje, cuando la capacidad represiva del aparato autoritario es completa y luego nos vamos a desmontar, a desmantelar la red de organizaciones y solidaridad que construimos y que hicieron posible el punto de partida de una demanda democrática masiva”.

Las citas anticipan parte de lo que fue sucediendo y ayudan a entender mejor nuestro presente. Hoy, el estado no genera políticas públicas para la mayoría que sí las necesita, y las necesita como derechos, no como servicios por los cuales tiene “la libertad” de pagar: salud, educación, trabajo, vivienda. Pero sí ha generado, sin cesar, durante todos los gobiernos desde el 90 hasta ahora, la producción de bienes de mercado, lo que es la base de las condiciones precarias en que vive la mayor parte de la población.

Hay estudios que señalan que, a nivel del planeta, más del 80% de la riqueza está en manos del 1% de la población. Según estudio de la CEPAL sobre desigualdad, el 1% más rico de Chile concentra el 22,6% de los ingresos y riquezas del país, como puede verse en:
https://www.emol.com/noticias/Economia/

Estudios de la OCDE señalan que Chile es uno de los que exhibe mayor concentración de la riqueza al interior de dicha organización; también, el segundo país con la mayor brecha de ingreso entre el 10% más rico y el 10% más pobre. No es ninguna novedad que quienes tienen mayores ingresos están siempre en el grupo que detenta el poder, de manera que influyen fuertemente en la toma de decisiones políticas que los favorecen.

La ciudadanía expresó su malestar y su rechazo mediante la bajísima aprobación a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; a las instituciones del estado y las instituciones políticas propiamente tales, que no cuentan con la credibilidad y la confianza de la mayoría de nosotros, los ciudadanos y ciudadanas. Ahí está el detonante de la explosión del 18 de octubre de 2019, lo que se resumió con claridad meridiana en la expresión coreada por cientos de miles: “Chile despertó”.

La Constitución del 81 fue hecha por estos grupos y para sentirse seguros a perpetuidad, aunque en algún momento las condiciones políticas cambiaran. Para que ese “despertar” sea real, un paso fundamental es votar APRUEBO. Luego, participar activamente en dicho proceso desde el lugar en que estemos. Ahí tenemos que estar presentes.