por Verónica Bruna (Pájara Nortina)

II

Las ollas sonando en tambor de orquestas, reventando.
La cuchara rabiosa, ya no cocina complaciente.
El sonido metálico del rugido de la olla,
no hirviendo de agua costosa,
sino de golpe rebelde.

La belleza de lo cotidiano convertido en arte, arsenal furioso.
Es que de esa cotidianidad somos,
de revolver los arroces y las sopas para sobrevivir en este país vergüenza.
Pero hoy y mañana, y pasado,
se estarán alzando, cantando al ritmo del grito que despierta y que estuvo encerrado.
Hoy las cucharas son metralletas de justicia y las ollas son nuestros tambores de verdad.

Señor, ¿Guerra?
Qué guerra me quiere
inventar,
Si solo tengo mi olla y mi cuchara.
Esas ollas que han dado amor, calor, sabor, reunión; son mis aliadas para no callarme más.

III

Mi alma se enluta
Se desangra de rabia.
La injusticia y tú, sin vergüenza, tú.
Corbatas al mando.

Tan descarado tu discurso,
Entre tanta sangre derramada.
Se me oculta el alma, se me encoge el cuerpo.

Tengo la tinta,
Que cobardemente, pienso, viene a ser mi arma.
Tratando de disparar palabras frente a mi mano tiritona.

Siento tristeza y lloro,
No sé bien por quién lloro, tal vez lloro por ti, por él, por ella… Por la payasa humilde, el perro desvalido, por mí mirándome en este sillón escribiendo,
Incluso me equivoco,
Y lloro por el alma del asesino.
Y me tirita la tinta debilitándose en la hoja, sin saber muy bien,
Qué escribiré mañana.

Autora: Pájara Nortina.