Microcuentos de Laura Vizcaíno M.

Doble identidad

Después de una noche de fiesta, el Príncipe despertó sin acordarse de nada, pero al eructar estuvo seguro de que nadie lo había besado; con tristeza el sapo siguió saltando.

De columpios a mecedoras

– Mañana que es mi cumpleaños, quisiera una fiesta con globos, pasteles de chocolate, helados de vainilla y serpentinas. Ojalá que puedan venir mis amigas y toda la familia, tal vez me traigan regalos. ¡Cómo no le pedí a mamá ese vestido amarillo para usarlo en mi día!

– Vidita, tranquilícese, yo creo que ni sus nietos vendrán a verla. Mejor la ayudo a pararse.

Pura vanidad

Cuando desperté él ya estaba encima de mí, tomándome con sus manos callosas, restregándome contra el estiércol del piso, infectándome de su aliento a pescado. Traté de defenderme jalando sus cabellos y lo único que logré fue llenarme los dedos de algo pegajoso. Él intentaba sujetarme la cara mientras yo olía el sudor de sus axilas. Al morder mis labios y simular un beso, había algo más que saliva en esa boca, como trozos de pellejos y semillas, un sabor agrio, mezcla de las secreciones que me obligaba a probar. Cuando sentí todo el bulto de mugre dentro de mí, ya no pude hacer nada. Volteé a ver las ratas que me habían estado rodeando desde el principio y las envidié profundamente.

Sin nombre

En un lugar de la Mancha, entre trocitos de comida digerida hace unas horas, jugos gástricos y saliva, se hallaban unas gotas de sangre que daban la prueba concreta de mi enfermedad mortal. ¿Y todavía quieren que me acuerde del nombre?

Influencias

Soñé que soñaba con un lugar común, en el que mi otro yo pretendía revelarme la verdad absoluta. De repente Borges me sacó del primer sueño, ahogándome con una almohada y gritando algo sobre los derechos de autor.

Cuando desperté de verdad, fui directo a mi biblioteca y quemé todos los libros del envidioso.

Las Aurelias

La medusa Aurelia discurre en el océano. Baila, gira e inventa muchas historias en su mente. La medusa tiene muchos amigos y familia, pero el día de hoy se siente sola. El meduso de sus sueños no ha aparecido, no lo conoce y nunca lo conocerá, porque nadie le ha explicado que para meducir a un meduso se necesita medusearlo de rosa, meduciar cada endodermo con todos sus tentáculos hasta saciarlo de dulces meduceos

Así que la medusa Aurelia está llorando, pero ¿quién se atreverá a explicarle que para tener meducitos necesita que su plánula se fije en el fondo marino para formar un pólipo?

Hay tantos medusemas problemáticos que las medusas ancianas prefieren mantener en secreto y no se dan cuenta que las Aurelias ya están en extinción.

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Laura Elisa Vizcaíno (México)

Es licenciada en Literatura Latinoamericana por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. Realizó su maestría en Letras mexicanas en la Universidad Nacional Autónoma de México, y actualmente cursa una estancia de investigación en la Universidad de Buenos Aires. Publicó el cuento breve “Las Aurelias” en la Revista Textofilia y el libro Brevextos a cargo de Raúl Renán y la Universidad Iberoamericana.

Recientemente, participó en el Seminario de Literatura Chilena Contemporánea, realizado en la Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, Chile, mayo del 2009.