Por Miguel de Loyola
Amigo lector, prepárate, estás frente a una gran novela, una novela que como pocas obras narrativas alcanza la epifanía del poema. Ha sido tejida punto a punto por la mano de un artista que sabe muy bien terminar una obra de arte.
De comienzo silencioso, de tono menor, casi ingenuo, infantil por momentos, poco a poco, morosamente, la novela de Ian McEwan cobrará la fuerza y la profundidad de una verdadera expiación.
Para los tiempos que corren, donde reina la vulgaridad, esta obra de la literatura inglesa resulta un monumento a la virtud, y consolida la confianza en que todavía hay escritores capaces de escribir por sobre los márgenes del mercado editorial, libre de sus presiones y pretensiones.
La estructuración del relato es magnífica y el contenido trasunta los grandes valores que sostienen al hombre a través de los siglos. El desarrollo de los personajes resulta impecable, y la distancia del narrador con el mundo narrado es ejemplar. Deja al lector libre del peso de cualquier mensaje expreso, aunque sumido en hondas reflexiones en torno al eventual entramado del destino individual.
El día más caluroso del verano de 1935, la familia Tallis espera en su gran casa de campo la llegada de León, el mayor de los hijos, quien ha terminado su exámenes en la universidad y vuelve a casa acompañado de un amigo (Paul Marshall). Emily, la madre, afectada de jaqueca espera la inminente llegada encerrada en su dormitorio. Cecilia, la hija del medio, ha regresado hace algunos días de Cambridge donde no ha obtenido un buen rendimiento. Briony, la menor, quien ha escrito una pequeña obra teatral para recibir a su hermano, fracasará en su intento de llevarla a escena debido a la falta de interés de sus primos Quincey en participar en ella. Han llegado también a la gran casa por causa de la separación de sus padres. Briony desistirá finalmente en su intento después de llegar al convencimiento que es más fácil ser novelista que una dramaturga dependiente de los actores para llegar al público.
La entrada en escena de Robbie, el hijo brillante de la criada y protegido de la familia Tallis debido a su excelente rendimiento académico, será uno de los resortes que impulsarán el drama de la novela. Enamorado de Cecilia, escribirá una carta que caerá en manos de todos en el momento más inoportuno. Luego será acusado de violación e irá a presidio por tres años. Este hecho desencadenará el quiebre de la armonía familiar que hasta entonces reinaba en la gran mansión.
Cecilia, decepcionada de su familia, abandonará la casa materna, después de jurar fidelidad a Robbie, quien después de salir de prisión irá al frente, de donde regresará herido y psicológicamente destruido por tantas muertes y desastres durante el repliegue de las fuerzas inglesas en Francia. Las hermanas no se volverán a ver tan pronto, pero ambas seguirán cursos de enfermería y de esta manera cada una parece expiar sus culpas atendiendo a enfermos y moribundos que regresan de la guerra.
La novela aborda la realidad europea de aquellos tiempos de horror de la Segunda Guerra, sumada a la problemática personal de los personajes mediante un tejido novelesco asombroso.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…