Breve entrevista a Lilian Elphick

Lilian Elphick, nació en 1959 en Santiago de Chile, donde actualmente vive. Es directora de talleres literarios y editora de la página web Letras de Chile.

En relación a la microficción, formó parte del comité organizador de Sea breve, por favor. Encuentro chileno de Minificción, Corporación Letras de Chile, agosto de 2007 y noviembre de 2008. Participó en el V Congreso Internacional de Minificción, Neuquén, Argentina, noviembre de 2008. Participará en el VI Congreso Internacional de Minificción, Bogotá, Colombia, octubre 2010.

Ha publicado cuatro libros; dos de ellos de microcuentos: Ojo Travieso (2007) y Bellas de sangre contraria (2009). Ha sido incluida en las siguientes antologías dedicadas al género: Con pocas palabras (Santiago, 2005); Microquijotes (Selección de Juan Armando Epple. España, 2005); Créditos (Homenaje a Juan Armando Epple. Libro objeto. Santiago, 2008); Porotos granados. Antología del cuento breve chileno contemporáneo. (Selección de Tito Matamala. Santiago, 2009); Velas al viento. Los microrrelatos de la Nave de los locos. (Selección de Fernando Valls. España, 2010).

Mantiene el blog “Ojo Travieso”.

IM: ¿Cómo y desde cuándo nació tu pasión por el microrrelato?

LE: Quizás tendría 15 o 16 años cuando comencé a escribir unos textículos muy breves que llamé «Ideas», y que más bien eran aforismos. Definitivamente entré en el género cuando llegó a mis manos la Brevísima relación. Antología del micro-cuento hispanoamericano. Selección de Juan Armando Epple, editada en Santiago de Chile, en 1990. Antes de ese año, leía con devoción la revista Puro Cuento, dirigida por Mempo Giardinelli, que dedicaba muchas páginas al microcuento.

IM: Como lectora, ¿prefieres las antologías de microrrelatos o los libros de un solo autor?

LE: Soy omnívora.

IM: Como escritora, ¿qué elementos consideras que debe tener un microrrelato para ser eficaz?

LE: La teoría del iceberg, de Hemingway, llevada al extremo.

IM: ¿Qué opinas de la utilización de Internet como una herramienta para la difusión de microficciones?

LE: Gracias a internet el microcuento, minificción o microrrelato se ha ido abriendo camino, ha generado múltiples interacciones en el marco de la narrativa, y está dejando de ser un género marginal o un sub género, frente a otras formas más canonizadas, como el cuento o la novela.

La web de Letras de Chile publicó dos festivales de microcuento el año 2004, para escritores consolidados y emergentes. En ese entonces, había muy pocas páginas que difundían microficción. El año 2006 encontré uno de los mejores sitios, la famosa “Máquina de coser palabras”, del escritor y fotógrafo Juan Yanes, lamentablemente ya desaparecida, y “Ficticia”. Luego, vinieron “La nave de los locos», “Químicamente impuro”, “Breves no tan breves”, “Minificciones.com.ar”, “Ficción mínima” , etc.

IM: ¿Quiénes son en tu opinión los principales referentes del género en tu país?

LE: Pía Barros, Juan Armando Epple (reside en EEUU), Diego Muñoz Valenzuela, Pedro Guillermo Jara, Carlos Iturra, Jaime Valdivieso, Andrés Gallardo, Virginia Vidal, Gabriela Aguilera, Susana Sánchez.

IM: Además de la literatura, ¿qué otras cosas te apasionan?

LE: El jazz y los cactus, entre ellos, mis Echinopsis multiplex y mis Astrophytums.

Un cuento: ¿Uno solo? Imposible. Puedo nombrar, a vuelo de pájaro: “Macario”, de Juan Rulfo; “La isla a mediodía”, de Cortázar; “Las islas nuevas”, de María Luisa Bombal; “Amor”, de Clarice Lispector.

Una película: Frankenstein (1931), protagonizada por Boris Karloff.

Una canción: El tema “My Little Brown Book”, de Coltrane.

Una ciudad: Pueblo-balneario San Sebastián, V Región, Chile.

Una frase: “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.” (Albert Einstein).

Una comida: Excalibur de pimentones.

Un sitio web: Varios que mencioné en la cuarta pregunta. También quiero agregar “El cuento en red”, dirigida por Lauro Zavala.

Un animal: Dos: Fábola y Tigre.

 

La respuesta – Por Lilian Elphick

Estaba el maestro de zazen meditando en el campo. Sólo una vaca pastaba a unos cuantos metros de él. “Om”, dijo el maestro. “Mu”, contestó el animal, alcanzando el nirvaca.

(En Ojo Travieso, 2007).

 

En: Internacional Microcuentista.

 

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