Por Fernando Valls
Cada cultivador del relato parece tener su propia definición del género. Para José María Merino el cuento implica movimiento, tiempo, tensión y conflicto, de modo que muestre algún suceso arquetípico en un tratamiento dramático.
Y como afirma en el prólogo de Historias del otro lugar, “los cuentos que dejan su sombra en la memoria suelen ser los mejores” (p. 18). Ésta es la segunda vez que Merino recopila sus relatos, tras aquellos 50 cuentos y una fábula (1997), aunque haya dejado fuera Las puertas de lo posible (2008), acaso por ser todos ellos de ciencia ficción.
Tras el sustancioso prólogo, se recogen ahora cuatro libros de cuentos, más seis narraciones nunca reunidas en volumen, entre ellas la fábula “Artrópodos y hadanes”. En su primera recopilación dedicada al género, Cuentos del reino secreto (1982), se agrupan veintiuna narraciones, algunas tan afortunadas como “El nacimiento en el desván”, “La casa de los dos portales” y “El soñador”. En el prólogo recuerda que su propósito consistía en “llevarme lo fantástico a mi ciudad, a mis aldeas, a mis primeros paisajes” (p. 20). No en vano, recrea diversos mitos de su propia cultura personal, valiéndose para ello de asuntos y motivos habituales en la literatura fantástica, tales como la existencia de mundos paralelos, metamorfosis y umbrales, o la alteración del curso normal del tiempo y de la percepción del espacio, junto con el poder de los sueños.
También hallamos en sus páginas el motivo del individuo que regresa a su origen, tras mucho tiempo de ausencia, para constatar la porosidad del tiempo y reencontrarse misteriosamente con el pasado, al que accede a través del sueño, como ocurre en “La noche más larga”; o la importante presencia del humor en numerosas piezas, de lo que sería un buen ejemplo “Los de allá arriba”. Con buen sentido, el autor nos ha recordado que lo humorístico no tiene por qué disolver el efecto de lo fantástico. Pero es en “El soñador”, una especie de poética, donde convierte en metáfora sus principales obsesiones. Aquí, cuando el durmiente se despierta, la vida cesa, los seres vivos desaparecen y la tierra se estremece.
De entre los once cuentos que componen El viajero perdido (1990), destacan piezas de tanto interés como la que da título al libro, “Las palabras del mundo”, “Imposibilidad de la memoria”, “El Edén criollo” o “Un personaje absorto”. En este libro hallamos, además, diversas narraciones interrelacionadas, de modo que al desaparecido profesor Souto, de “Las palabras del mundo”, volveremos a encontrarlo en “Del libro de naufragios”, ahora progresivamente enloquecido en su deseo de sumergirse en lo orgánico, conforme vaya constatando el protagonismo creciente de las cosas en nuestra existencia…
En sus obras se dan cita unas cuantas obsesiones recurrentes: así, los avatares de la creación, el problema de dar forma a un sueño borroso (“Los paisajes imaginarios”); la capacidad creadora y destructora de los sueños, observable en la lucha del autor con sus fantasmas; la reflexión metaliteraria y el poder de las palabras; pero también la indagación en los límites de la fantasía, con sus trasvases entre realidad y sueño, o el paso de la realidad a la ficción y viceversa (“Un personaje absorto”); la nostalgia de un tiempo en que los soñadores no se avergonzaban de sus utopías (“Imposibilidad de la memoria”) y la literatura estaba cargada de referencias reales, en el sentido más dialéctico de estas palabras (“Oaxacoalco”); o la reivindicación de la memoria, a través de los viejos recuerdos y leyendas de los ancestros (“La última tonada”), más la ensoñada complacencia de vivir en la ficción -como un viajero perdido- lo que la realidad no nos proporciona (“Oaxacoalco”). Merino, cómodamente instalado en los límites de lo fantástico, muestra en estos relatos los complejos avatares de unos seres que luchan por realizar sus deseos insatisfechos.
Cuentos del Barrio del Refugio (1994) es un ciclo de cuentos compuesto por trece piezas, en las que predomina la visión acerada del mundo y la crítica a su propia generación, sin renunciar por ello al humor o a la reflexión metaliteraria, o al recurso de ciertos motivos habituales de lo fantástico, como el del doble. Éste es un libro unitario en donde los relatos pueden leerse también de forma independiente. El cuento clave es “Tertulia”, matriz de los restantes, al proporcionarles un determinado marco. La unidad del conjunto procede no sólo del escenario, el barrio del título con su atmósfera común, sino también de los personajes que reaparecen en varios de los cuentos y que suelen exhibir una actitud semejante ante la vida; pero sobre todo de su condición de relatos que han sido contados y escuchados en la tertulia. Del resto de narraciones destacaría “La costumbre de casa”, “El derrocado”, “Bifurcaciones” y “Signo y mensaje”.
Por fin, en los denominados Cuentos de los días raros (2004) reaparecen casi todos los registros habituales de Merino con algunos de sus motivos y figuraciones más queridos: el Barrio del Refugio (“El fumador que acecha”), los artrópodos y hadanes (“Mundo Baldería”) y, una vez más, el profesor Souto (“Celina y Nelima” y “El fumador que acecha”). El autor cultiva una veta de lo fantástico en la que lo extraño convive a menudo con lo cotidiano y la realidad se presenta siempre quebradiza, a menudo acechada por lo extraordinario. Así, valiéndose de la mirada oblicua, la ficción constituye el vehículo perfecto para “desentrañar las cosas raras de lo real”, cuanto tienen de misterioso, más allá de su mera apariencia, para llamar la atención sobre lo que se oculta entre los pliegues de la realidad. Diversos motivos clásicos de lo fantástico, ya citados, reaparecen en estos cuentos. No en balde, comparten una misma visión sobre las rarezas de lo cotidiano, tamizadas a menudo por el humor y una leve ironía, o por la disolución de los límites entre lo vivido y soñado. Quizá los cuentos que prefiero sean “La memoria tramposa”, “Papilio Síderum”, “El fumador que acecha” y “La hija del Diablo”.
Casi treinta años publicando cuentos, con un balance tan extraordinario, lo emparejan con los grandes escritores españoles de relatos de las últimas décadas, como puedan serlo –y me limito a recordar dos nombres que aprecio especialmente- Cristina Fernández Cubas y Javier Marías. Merino ha escrito relatos memorables, ha experimentado con la concepción del libro de cuentos y ha logrado trascender el uso de casi todos los grandes motivos de la literatura fantástica, ofreciéndonos con ello una visión más esclarecedora y completa tanto de la realidad como de la ficción.
* Esta reseña del libro de José María Merino, Historias del otro lugar. Cuentos reunidos (1982-2004), Alfaguara, Madrid, 2010, ha aparecido publicada en la revista Turia, 96, noviembre del 2011-febrero del 2011, pp. 420-422.
En: La nave de los locos , blog de Fernando Valls.
Don José. Puede retirar el libro en calle Ibieta 732, Rancagua, con Don Miguel Mardones. Precio $ 20.000. Espero que…