El viaje al último puerto del capitan K

Por Liliana Pualuan

 “Sobre tu nave-un plinto verde de algas marinas,/de moluscos, de conchas, de esmeralda  estelar-,/capitán de los vientos y de las golondrinas,/fuiste condecorado por un golpe de mar.”

Rafael Alberti

Marinantes y pasajeros  bajaron por el brandal  hacia el muelle. En el malecón los esperaba como siempre la banda de músicos. El capitán K. se quedó en el barco, lo  que extrañó a pueblinos y a la tripulación. Lo habitual era que saludara desde el puente y descendiera con ellos.

––Serán sombras estos ––comento don Piretro ––así lo parecen sin su jefe, como los árboles tronchados  del camino que quedaron sin raíces prendidas a la tierra. 

––No me parece ––señaló Petrobius ––es sólo quiebre de rutina.

En ese instante bajó una niebla espesa que cubrió todo.

La banda de músicos no alcanzó a retirarse del malecón. Los marinos quedaron detenidos  en las callejas, la mano en alto, las gorras al aire, saludos abortados hacia los pueblinos; los  que iban de paso con la mirada hacia las montañas y hacia los bosques, los habitantes de Pueblo  en diferentes lugares.

––Algún vaticinio envuelve  esta sábana gris que inmoviliza  ––afirmó Piretro.

 ––Usted siempre intenta descifrar lo que sucede,  como si todo tuviera   causa precisa.      

 ––¡Escuche! Las campanas están sonando a deshora, se sienten voces asustadas –– insistió Piretro.

––No nos podemos mover ––señaló  temeroso e incrédulo Petrobius –––las voces son lo único que atraviesa la nébula y se mueve en todas direcciones.

 ––Don Piretro y sus entendederas generalmente aciertan ––dijo Alcedo un pescador joven con el cabello irisado como puerco espín  ––.  Algún significado ha de tener el que no podemos dar pasos, ni voltear la cabeza.

––Puede ser aviso de aquelarre  ––pensó en voz alta Ásaro, otro pescador .

––A lu menos el habla no se detiene –––dijo doña Chamomilla.

Se sentía el oleaje golpear en las rocas, y ruidos subterráneos que los asustaron.

––“Siento que andan las islas” –– recitó Clamys un niño pequeño de ojos azules.

 ––Hijo, no es tiempo de declamar, don Alberti nos dejó sus poemas, son metáforas, pero esto no lo es ––dijo don Piretro.

––Estamos a oscuras y no se pueden  ni prender farolas y candelas por la niebla  ––señaló doña Chamomilla.

––Puede ser señal de aquelarre ––insistió Ásaro.

–––Los brujiles son más recatados, no hacen tanto ruido ––respondió don Piretro––. Y si así fuera habría que dejarlos tranquilos para que levanten los hechizos de los isleños  desaparecidos en las islas y en el mar. Algo quiere decirnos la niebla ––insistió.

––No estaba en mis conoscencias que oficiaba de jorguín  ––afirmó Geum.

––Se estremecen las islas   ––dijo doña Chamomilla.

––Sí, “amigos  ¿Ven como andan las islas?¿Sienten como lloran las islas?”-––cantó Clamys.

––La niebla aprieta, inmoviliza arrastra mucha tristeza, es un manto de duelo  y dominación ––señaló preocupado don Piretro.

––Las islas se mueven y desde el mar se sienten lamentos ––susurró Chamomilla .

––Es verdad, se siente “que andan las islas” ––dijo en voz baja  Alcedo.

––Si, “Amigos.¿ No sentís cómo andan las islas? ¿No oís que oigo su llanto?”-   ––continuó el niño Clamys.

––Los ruidos subterráneos pueden ser señas de aquelarre ––repitió Ásaro ––siento sus pasos.

–––El mar grita, la niebla aprieta,  las islas sollozan, presiento que alguien debe de haberse ido  alguien que vive más en el mar que en la tierra  –––canto con pena  Chamomilla.

––Si se han reunido los brujiles –––afirmó el anciano Geum –––, ha de ser para escoltarlo. Esta sábanilla gris que nos aprieta y provoca soledad y temor anuncia que alguien va  en camino al último puerto.

–––La niebla llegó con el barco del capitán K . Algo ha debido de sucederle. Es la pena del mar que levanta la niebla, es la pena del mar que canta al hombre de mar  que  ha  de haberse ido ––descifró don Piretro.

–––La sirena  que abandonó el mar,  y se transformó por amor en su mujer también debe estar llorando   ––––cantó Chamomilla.

–––Ese alguien es  K, el capitán de estos mares, que ya llegó al último puerto   –––  dijo el niño  Clamys.

Al disiparse la niebla, fue como si despertaran.

El barco del capitán K. desapareció.En el lugar revoloteaban golondrinas.

La niebla se transformó en  garzas blancas que se alejaron.