Revelación

Por Edmundo Moure

(Un saludo en los ochenta años de la República: 14 de abril de 1931)

Una auténtica revelación es la que experimenté en Sada, la hermosa villa marinera de A Coruña, Galicia, en mayo de 2009, al encontrar a un dilecto grupo de republicanos -al estilo de mi señor padre-, quien nos decía que en cualquier rincón del mundo puedes recibir el hallazgo de un demócrata de verdad, es decir laico y libertario, aunque sea español, en estos tiempos –ironizaba- en que tantos de los nuestros -incluso exiliados españoles de la República, tránsfugas de ideas y amnésicos de la Historia- daban la espalda a esa antorcha creada por el fervor popular y sostenida por los mejores intelectuales ibéricos, que se apagaría -¡ay!- de modo prematuro, pese a sus raíces seculares en los sueños y luchas libertarias de Hispania… Eran los oscuros tiempos de la posguerra incivil (longa noite de pedra), y se preparaba en Buenos Aires el Congreso de la Emigración Gallega, en julio de 1956. Ramón Suárez Picallo decía adiós a su largo periplo en tierras chilenas, para dirigir aquel memorable encuentro de la diáspora gallega en América del Sur, y nosotros –jóvenes idealistas- nos sumíamos en incipientes luchas revolucionarias.

Así comenzó mi modesta historia de vínculos ideológicos con Galicia y España. Tenía yo entonces quince años. Medio siglo más tarde, recibí el privilegio de llegar a Sada, invitado por su alcalde, amigo y compañero Abel López Soto, con el propósito de presentar allí la edición, por el Consello da Cultura Galega, de “La Feria del Mundo”, opera magna de uno de los más grandes republicanos, gallego universal, que recoge, de manera magistral, sus crónicas de tres lustros sobre la vida política, social y artística del Chile republicano… En el centro cultural de Sada, rodeado de amigos e intelectuales, entregué mi testimonio de fidelidad a la memoria de mi padre y al legado de Ramón, hijo dilecto de Sada.

Hoy, cuando se cumplen ochenta años de “nuestra” Segunda República Española, saludo y abrazo a mis paisanos y compañeros de Sada: Francisco Pita, maestro; Manuel Pérez Lorenzo, historiador; Abel López Soto, alcalde; Xosé Valle Diez, escultor; Amable Carballeira, caminante lúcido; Marisa Naviera, guía cordial; Manolo Rodríguez Cotos, vendedor de sueños… y todos los amigos de la villa marinera cuyo paisaje guardo entre los mejores de mi corazón viajero. Congratulo, asimismo, a todos los que luchan por la dignidad humana.

Un hondo abrazo para vosotros y buenaventura para la República, Casa de la Libertad.

¡Salud y República!