Seis casos de sensacional policiaco
Por Josefina Muñoz Valenzuela
El autor de este libro, Jaime Muñoz Vargas, visitó Chile hace unos meses, reuniéndose con sus colegas chilenos y conociendo el país. Sin duda, aporta una nueva mirada al género policial, y una visión muy especial de las concepciones de lo que es (o debe ser) un detective que desentraña asesinato: debe descubrir quién lo hizo y, cuando eso sucede, entregarlo a la justicia, agregando un éxito más a su impecable historial.
El protagonista ha tenido un vida de abandono, sin padres, donde su abuela, “belita Carmen”, ha sido la única persona que lo ha querido, por lo que su preocupación es que no lleguen a ella los rumores. Desde ser limpiador de autos, diversos azares lo llevan a convertirse en un investigador judicial, muy sui generis, hay que agregar. Además, no es Teniente ni es Morgan (apodo que le dan por su parecido con un jugador de beisbol; su nombre verdadero es Primitivo Machuca Morales, al que el dibujante gráfico Rubén Escalante pone un rostro bastante cercano al que podemos imaginar como lectores, en una ‘portadilla’ que antecede a cada cuento. Pero está feliz de ser “Teniente Morgan”. Le gusta leer historietas policiales; piensa que sus propias aventuras pudieran estar algún día convertidas en novelas cuyo protagonista, el famoso Teniente Morgan, sería conocido más allá de su entorno.
Hace preguntas, hasta que logra que sus interrogados recuerden lo preciso, algo que el Teniente Morgan supone que tiene que haber pasado -y que efectivamente sucedió-. Desde esa convicción, la solución y descubrimiento del culpable es casi instantánea para él, pero la da a conocer en el momento preciso, luego de acomodar ‘pequeños detalles’ que son imprescindibles para sus propios fines.
Se crea una especie de circuito eléctrico entre el primer y último relato, que es una recapitulación de la propia vida, después de las habituales borracheras. Se pregunta qué explica su repentina fama y qué ha hecho para merecerla; ya tiene esa calma que asombra a quiénes acuden a él por secuestros, muertes, etc. Siempre se muestra muy seguro, a punto de solucionar todo, por imposible que parezca. Además cuenta con una memoria asombrosa, de palabras y de imágenes. Para su trabajo cuenta con un nutrido abanico de disfraces, armas no declaradas y, por sobre todo, la certeza de que para descubrir culpables, todo vale. Así fue su primer caso, con el que ganó la mayoría de edad “cuando solito despachó a una temible banda de secuestradores”.
Nadie se interesa por casos que no afectan a personas importantes. Pero él los toma, los resuelve y arma la solución perfecta, especialmente porque no pierde tiempo derivando a la justicia; por ejemplo, al ser atacado, responde para salvar su vida y no quedan testigos vivos de nada. Descubrir al asesino es su tarea, así como qué relato seguirá a continuación, para que sus propios fines sean respondidos de la manera que espera, lo que no incluye el paso al escalón judicial.
El último relato vuelve al inicio de su carrera de éxitos al descubrir (y eliminar) malhechores y hacerse rico sin tener que dar explicaciones innecesarias a nadie. El primer caso ya deja observar sus grandes capacidades de observación y para relacionar información o datos que aparentemente no tienen importancia. Además, un especial aliciente es que la asesinada es prima del Teniente Morgan, y también nieta de Belita; se promete no descansar hasta descubrir al culpable, pero también evitar que su querida abuela se entere de cosas tristes a sus 85 años. Desde ese caso, verdadero inicio de los aprendizajes que serán fundamentales en su destacado desarrollo profesional, aprende que puede ser engañado y no volverá a sucederle.
Cada caso lo pilla en los bares que frecuenta, prácticamente su lugar de vida, pero cuando llega a los sitios de cada crimen, observa “con ojos de lupa” y va atando hilos por tenues que sean. Eso le permite que cuando interroga a familiares, testigos, etc., solo confirman lo que él ya había sospechado en un trabajo mental que se le da a la velocidad del rayo. Luego, y de manera muy natural, vendrán los “arreglos”, sin dejar huellas.
Lo verdaderamente importante ya sucedió para su impecable trayectoria, esa que cada día lo va haciendo más famoso y envidiado por su especial talento. Son relatos muy adictivos y, como lectores, esperamos que la saga continúe desarrollando las aventuras del Teniente Morgan, porque es un personaje representativo de muchos países hermanos y del subdesarrollo que permea nuestra realidad de extrema desigualdad, más allá de las cifras de éxitos macroeconómicos.

Me gustó el relato detrás de lo leído invitando al lector a ser parte del mismo por parte de la…