Nuevos augurios para la comunidad lectora.

Es su segunda vez al mando de la institución más reconocida en el ámbito editorial latinoamericano. La primera oportunidad en que dirigió la casa editorial del Estado mexicano fue a los inicios del nuevo periodo democrático de Chile.

Por Jorge Núñez Alvarado

El Fondo de Cultura Económica (FCE) se ha constituido en América latina como un espacio de encuentro, reflexión, análisis y debate en todo cuanto se refiere al universo de la lectura, los contenidos culturales, los procesos de creación, la edición y los nuevos soportes. Asimismo, ha ofrecido una tribuna especializada a todos aquellos que participan de la edición en todas sus dimensiones: autores, editores, periodistas, distribuidores, bibliotecarios y libreros, entre otros.

Defender la literatura en Chile –y sus circunstancias–, desde el Fondo de Cultura Económica pareciere ser la espada en ristre de este abogado de profesión, y agente cultural por vocación, quien permaneció en el exilio entre 1975 – 1998, luego de haber pasado dos años recluido en las cárceles pinochetistas y ejercido como docente de Derecho Internacional por espacio de 15 años en la prestigiosa UNAM –núcleo de producción de conocimiento insoslayable para todo aquel que se precie estudioso del pensamiento latinoamericano–. De sus aseveraciones, expuestas con parsimonia, se deduce su bagaje cultural, ponderación al momento de evaluar cuestiones contingentes que afectan al mercado editorial y los desafíos que le impone el año en ciernes.

Desde fines de 2013 nuevamente ha tomado el rumbo de la filial en Chile –www.fcechile.cl– y al momento de efectuar una evaluación del actual panorama editorial señala que “ciertamente el mundo de los libros ha cambiado y, por tanto, me hallo efectuando las adecuaciones necesarias. En este ámbito, me debo a la confección de un programa de trabajo, el que considera la conmemoración de los ochenta años del Fondo, y también, la celebración de los sesenta años de FCE en Chile”.

Al repertorio de actividades que debe proyectar en su segundo periodo al mando de FCE se añade que en 2014 se festejan los cien años de vida de Nicanor Parra –y no Nicolás Parra, como dijera un tonto de zopilote, quien investido provisoriamente Presidente de la República le diera, además, por muerto en una celebración del Día Internacional del Libro–. “Tenemos entusiasmo de rendirle los honores que le corresponden a Nicanor; a lo que luego se le suman los cien años de Octavio Paz y de Efraín Huerta”, confiesa.

El arma de doble filo

-¿Cuál es su apreciación respecto del mercado editorial libresco?

-El mercado editorial ha progresado lentamente, como todas las industrias culturales en esta parte del mundo, a diferencia de otras latitudes. En Chile veo dinamismo, a pesar de todo: hay librerías que no cierran, hay pequeñas editoriales nuevas sumado las empresas editoriales transnacionales, las que siguen con su política comercial normal. En verdad, veo que a pesar de los malos augurios, el libro se defiende, difícilmente, pero se defiende.

-¿El castigo del IVA es realmente tan determinante?

-Nosotros somos importadores de libros pero también distribuidores de libros de otros sellos y, desde esa perspectiva, el IVA representa un obstáculo muy serio porque quien distribuye libros en Chile tiene que importarlos y, de entrada, debe pagar al contado el 25% de la factura sin saber cuándo va a recuperarlo. Luego, el distribuidor lo entrega en consignación a la cadena de librerías –ahí hay un 40 o 50% de descuento– y como las ventas son lentas, la recuperación lo es más aún. Por este tipo de situaciones el IVA es un obstáculo muy severo a la importación de libros. Distinto es el caso de los libros editados en Chile, que no salen al extranjero, o salen muy pocos títulos y en cantidades, en verdad, nada significativas. 

-¿Recomendaría eliminar sin más el IVA al libro?

-Los afectados con el tema del IVA son todos los que participamos en la configuración del sistema de ventas de libros. El IVA entraña que toda la cadena editorial se ve afectada. ¿Qué recomendaría? Se favorecería la circulación de ideas si se eliminara una parte del IVA, pero no sería tan decisiva.

-¿Se infiere que sin el IVA aumentaría la circulación de ideas?

-Bastaría que, en el caso de los distribuidores, se difiera el pago del IVA para cuando se vendieran los libros. Parece lógico. No pagarlos antes de que se vendan, porque siempre es una apuesta la venta del libro. El IVA dificulta la importación de libros y aumenta el precio. Para cubrirse de esto, el importador de libros multiplica el precio por factores altos, porque sabe que va a ser pérdida. Habría que diferir el IVA, no sé porqué no se ha dicho esto.  No es eliminar el IVA, ni rebajarlo siquiera, sino diferirlo a que uno pagara el IVA de lo realmente vendido.

-¿Cómo ven en México esta obligación impositiva?

-En México, donde no existe este tipo de impuestos, lo han internalizado como que existe, sencillamente. Y es un factor que debe siempre considerado al momento de diagramar políticas editoriales.

-Fondo de Cultura, ¿es una editorial del Estado de México?

-Efectivamente, lo es.

-Es decir, ¿está subsidiada?

-Está subsidiada, pero su presencia fuera de México exige resultados, si bien no estrictamente económicos, nos piden no perder lo invertido. En este ámbito se nos presentan restricciones naturales de tener que competir una editorial estatal con empresas privadas, las que se rigen por criterios comerciales antes que culturales.

Nuevos imprescindibles

-¿Cuál pudiere hacer la diferencia entre publicar con una editorial cualquiera y con FCE?

-Publicar un libro en Chile, en un tiraje de dos mil ejemplares, asegura que cerca de dos tercios se distribuyen fuera de las fronteras, pues todas las filiales toman conocimiento, se hacen fichas técnicas.

-¿Tienen entre sus proyectos publicar a autores chilenos?

-¡Por supuesto!, ya estamos en ello. Acabamos de publicar, por ejemplo, dos textos: uno de Carlos Ossa acerca del cine político en América latina, y otro de Miguel Ruiz Stull, en género ensayo acerca de Henri Bergson. Ahora bien, mi sello personal en esta casa editorial se va a lograr percibir el próximo año, pues estamos cumpliendo con un programa anterior, vinculado con énfasis en el género ensayo.

-¿No hay poesía, cuento, novela?…

-Tenemos al novelista Germán Marín, en lo inmediato, aunque también tienen inclusión todos los géneros literarios. Buscaremos acercamientos más directos con la literatura nacional.

-Las bibliotecas públicas de Chile han ido perdiendo su identidad y metamorfoseado su rol. El caso más elocuente es, tal vez, el de la Biblioteca de Santiago, que se ha convertido en los nuevos Juegos Diana, en versión electrónica. En ese contexto, ¿cómo se inscribe el FCE?

-Desde luego es una contingencia; la tecnología es un gran tema. FCE se halla en plena producción de digitalización de sus libros pero, en verdad, este aspecto de la realidad editorial es muy marginal porque los volúmenes en este soporte son muy escasos en idioma español. Se está en una etapa primaria. Salvo los países anglosajones, no hay siquiera cifras, aunque FCE está digitalizando cinco mil títulos, de los ocho mil títulos que tiene en su haber.

-Bajo los años de plomo FCE regalaba a quien quisiere una revista literaria, La Gaceta, y de conjunto, la casa editorial constituía un puente dialogante con aquellos libros cercados por la dictadura militar.

-En aquellos años FCE no cerró por decisión propia de México, a menos que nos cerraran, porque no había relaciones diplomáticas de México con Chile, y los libros que lograban entrar a Chile debían efectuar un periplo muy fatigoso. FCE tuvo una pequeña presencia pero con mucho esfuerzo. Con la recuperación de la democracia reinstalamos al Fondo con la mayor plenitud. Son los años en que se publicó a Manuel Silva Acevedo, Eduardo Llanos, Gonzalo Rojas, Jorge Teillier, Gonzalo Millán. Luego, como los libros de estos poetas fueron exportados a las librerías de FCE, y José Emilio Pacheco recibió con mucho agrado todas aquellas antologías, en donde en la revista Proceso, trataba generosamente cada título.