RECORDANDO A PETER YARROW
Por Constanza Johnson
Peter Yarrow, el cantautor integrante del grupo Peter, Paul and Mary, un trío de música folk icónico en la lucha por los derechos civiles y el pacifismo, falleció en Nueva York el pasado 7 de enero. Tenía 86 años. Fue coautor con su grupo de canciones emblemáticas como “Puff the Magic Dragon”, coreada por millones de niños y jóvenes idealistas en todo el mundo.
Tuve oportunidad de conocerlo en los años 90, semi retirado aunque activo, en su departamento cercano al Central Park de la Gran Manzana. Yo era amiga de su hija Bethania, quien me invitó en varias ocasiones a visitarla. Para mí era como un regalo, ya que se asociaba a mis intentos de tocar la guitarra y cantar en los años 70, tratando de emular a Joni Mitchell y Joan Baez, tan de moda por ese entonces.
El trío Peter, Paul and Mary tuvo un éxito comercial fenomenal más allá de sus profundos contenidos políticos, fue Top 10 de Billboard y ganó cinco Grammy, premio prestigioso en la industria de la música popular. También fueron ellos quienes dieron a conocer a Bob Dylan al convertir dos de sus canciones, “Don’t Think Twice, It’s All Right” y “Blowin’ in the Wind”, en éxitos de taquilla y entusiasmo juvenil. Todos recordamos con emoción que fueron quienes interpretaron “Blowin’ in the Wind” en la Marcha sobre Washington de 1963, donde el reverendo Martin Luther King Jr. pronunció su famoso discurso “I Have a Dream”.
Peter era muy amable e interesado de conocer a las amistades que su hija había hecho durante su estadía en Chile. Recuerdo que mi primer encuentro con esta leyenda viviente, fue en un restaurante. Él nos invitó a comer a un exclusivo restaurante italiano en la zona West de Manhathan. Era un día del mes de mayo, cuando el otoño cubre de hojas amarillentas las calles y sopla fuertemente el viento. Ese restaurante con especialidades italianas estaba repleto de gente, todos hablando muy fuerte, se escuchaban muchas conversaciones de las mesas cercanas, por lo que a su vez había que hablar muy alto para que nos escucháramos. Era como entrar en la bella Italia. Peter se ocupó de todo e hizo las reservas pertinentes, ya que era la única forma de obtener una mesa en tan exclusivo centro gourmet. Llegó el menú y elegí servirme unos ravioles mientras Peter sacaba su computador personal, para anotar los datos de los amigos chilenos de su hija Bethania. Se interesaba por lo que pasaba en nuestro país, la vuelta a la democracia, los desarrollos musicales. Todo lo anotaba en su notebook. Era el año 1995, había pasado la era del papel y lápiz.
Seguimos conversando en esa ocasión de cosas triviales sobre Nueva York, que conocía tan bien y que se estaba preparando para un ensayo con Mary, la que hacia un tiempo no se encontraba con el grupo debido a que estaba tratándose un cáncer. Luego, al retirarnos de la mesa, a mi espalda había varias personas haciendo una fila y al dar vuelta mi cabeza hacia ellos, una mujer me preguntó si no era molestia pedirle a Peter que le diera un autógrafo. Me sentí literalmente en shock, recién ahí me di cuenta que me encontraba ante un grande de la música. Todo el encuentro había sido solo el padre de mi amiga, con mucha simplicidad y sencillez. Por cierto, Peter accedió amablemente a firmar servilletas y algunas libretas de quienes lo habían reconocido.
Su departamento cercano al restaurante era un antiguo estudio de pintores, con grandes ventanales, donde la luz por las mañanas entraba a raudales a través de los vidrios, e iluminaba el piano de media cola en el salón principal. Un departamento de artista sin ninguna pretensión, no había galardones ni fotos con premios, recordemos que el conjunto había ganado varios premios Grammy. Sólo un sofá claro y flores frescas en la mesa principal del living, donde todo era una obra de arte. Me sorprendió un sillón de líneas simétricas, estilo Frank Lloyd Wright. Lo más molesto de su departamento eran las seis líneas de teléfono no paraban de sonar todo el día. Tenía una secretaria que se encargaba de contestar las llamadas y hacer su agenda, ya que en ese periodo, pasados los años del boom de Peter Paul and Mary, tenía compromisos aunque bastante acotados, ya que Mary estaba saliendo de un largo tratamiento y recién se estaban juntando ahí a ensayar. No pude por eso conocerla, aunque sí Peter me presentó a Paul en el vernissage de una exposición de pintura de un chileno que él apoyó con su presencia. El que posteriormente se convirtió en su yerno.
¿Qué dejó atrás a ese mítico y sofisticado conjunto country? Lo que oscureció y dejó en cierto olvido a este grupo musical, fue que decidieron no ir al festival de Woodstock; en conversaciones con su manager, Albert Grossman, tomaron la “mala” decisión de no participar. Peter no quería que se le asociara a él ni a Paul ni a Mary con la marihuana y las drogas. Tenían claro que iba a ser un tema central de ese encuentro que cambió la historia de la música. Se estaba asociando mucho al trío con la canción “Puff the Magic Dragon” (1963), que era una canción infantil basada en un poema escrito por Leonard Lipton, a la que Peter agregó la música y algunos estribillos. Se asociaba la palabra Puff con fumar marihuana. Y ellos no querían identificarse con las drogas, el lema del grupo era permanecer limpios.
En cualquier caso, incentivaron para que el joven Bob Dylan, compositor de muchos de los grandes éxitos del conjunto, como “Blowing in the Wind” (1962), pudiera participar. Compartían el mismo manager que consideraba que Bob no tenía la voz ni la entonación para cantar muchas de sus composiciones, por lo que se las entregaba al trío folk Peter, Paul and Mary, que ya era reconocido por el público. Eran los cantantes top. La revista Billboard, durante los años 60 los mencionaba por meses en el primer lugar. Por lo que la participación en este festival que fuera un hito del año 1969, no sería relevante para ellos y no querían ser considerados drogadictos ni incentivar a la juventud a su consumo.
Peter nunca se jactó de su generosidad y de su apoyo a Dylan en los inicios de su carrera. La amistad entre ambos se quebró luego rotundamente y para siempre. El hermano menor de Peter falleció en casa de Dylan de modo sorpresivo debido a exceso de alcohol y drogas. Lo que Peter no pudo perdonar. Aún con muchos éxitos a su haber, Peter nunca dejo de apoyar a movimientos por la igualdad y la inclusión. Mientras me encontraba ahí, Peter cantó con Bethania en una galería de arte en pleno Soho de Nueva York, junto un coro niños de la Fundación AIDS, en un periodo que la enfermedad era considerada un tabú para muchos.
Peter era ante todo el padre de mi amiga, también artista y cantante, una persona sencilla, afable, interesado por los demás, lleno de calidez y sentido de fraternidad para con los aprendices y los desfavorecidos. Era un hombre cariñoso, amante de la buena comida, le encantaban los erizos chilenos y vino varias veces a nuestro país, a conocerlo y a compartir con los amigos de su hija Bethania.
Hay partes oscuras en su vida, como la acusación de estupro a una joven de 14 años, en los momentos de su pick de fama, lo cual lo dejó muy mal y angustiado, aunque se arrepintió públicamente y pagó con prisión hasta ser indultado por el difunto presidente Carter. No sólo eso, sino que se vio afectado en sus medios de vida, golpeó duramente su reputación y su ánimo personal. El tema fue resucitado 50 años después, hostigado por el movimiento “Me Too” y por los republicanos, donde aparecieron nuevas acusaciones nunca probadas y el cáncer se apoderó de él hasta su muerte.
Lo cierto es que yo nunca vi a esa persona sin escrúpulos, sólo disfruté su humildad, su interés por las causas sociales, su encanto y carisma con las personas a su alrededor.
Mi querida amiga Bethania Yarrow escribió estas bellas palabras como epitafio: “Nuestro valiente dragón está cansado y ha entrado en el último capítulo de su magnífica vida. El mundo conoce a Peter Yarrow, el icónico activista folk, pero el ser humano detrás de la leyenda es tan generoso, creativo, apasionado, juguetón y sabio como lo sugieren las letras de sus canciones”.
El adentrarse en la novela de Taro Rivera y peinar canas, me hace viajar a un pasado no lejano y…