“Los patrones no aceptan insolencias”
De Martín Faunes Amigo y Patricia González Sáez
Por Miguel Vera
En una madrugada de 1973, un grupo de dueños de camiones y latifundistas, más carabineros y militantes de Patria y Libertad, tras retirar de la comisaría de Paine a un grupo de campesinos, los llevaron hasta un canal de regadío para fusilarlos. Sus cuerpos fueron arrastrados por las aguas, no obstante Alejandro Bustos, el colorín, con un balazo en un brazo pudo vencer a la corriente.
Este libro que nos emocionará con esta historia, dio lugar también al radioteatro a continuación, estrenado durante el acto de lanzamiento del libro en el Museo de La Memoria y Los Derechos Humanos.
Conózcalo en el link: https://drive.google.com/file/d/1-d6BxC-8Ih40yi5m_-PpS-k799U8i2tM/view
Este párrafo pertenece al libro EL COLORÍN DE PAINE:
“A este weón hay que amarrarlo, se está haciendo el leso. Vino otro, entonces, con un alambre y me amarró las manos atrás por la nuca. Después, me empujaron de la banca para dejarme botado en el suelo. Cuando empezó a oscurecer, sacaron unas chuicas de vino y empezaron a prender fuego para un asado”.
LA VENGANZA PATRONAL, colección In Memorian de Editorial Santa Inés, se compone de dos partes complementarias: el relato testimonial de Alejandro Bustos González, «Paine, algo más que sandías», escrito por el escritor Martín Faunes, allá por 1997 en el sitio web https://www.lashistoriasquepodemoscontar.cl/ referido a ese acontecimiento que dio vuelta la brújula de la vida al Colorín de Paine, y «Luzoro, Bravo y otros culpables de esa venganza patronal»; y de la relación de hechos, profusamente documentada por la historiadora Patricia González, con la causa judicial que permitió condenar a algunos de los culpables del caso en cuestión: un fusilamiento.
Porque eso es este libro, «la historia de un fusilamiento que satisfizo la sed de venganza de los dueños de fundos que se había sentido perjudicados por la reforma agraria y los sindicatos campesinos, durante la UP, haciendo notar que muchos de estos asesinos hasta el día de hoy permanecen en el anonimato y en la impunidad, conviviendo en el pueblo con las viudas y los hijos de los mismos que ellos fusilaron».
Este no es entonces un cuento ni una novela, tampoco un ensayo. Es más bien un libro duro que nos llama a preguntarnos qué es la narrativa, y a respondernos que hoy, en la narración ya no se encasilla sólo la novela, poesía o cuento, considerándose ahora como un texto donde se narra lo humano, lo que conmueve, lo que propone, lo que condena, lo que anticipa o lo que se muestra del pasado.
Comienza con el testimonio directo del único sobreviviente del fusilamiento que, con sus propias palabras, conforma una historia y no una enumeración de hechos. Es la historia personal de Alejandro del Carmen Bustos González quien fue fusilado una noche de 1973 en Paine, pero logró sobrevivir para contarlo y denunciarlo.
Los humanos somos animales. La diferencia está, según algunos especialistas, en que tenemos una mejor organización de la memoria, un sistema de lógica que nos permite planificar, un “alma y espíritu” según algunas religiones, y parece que no mucho más. Lo animal se manifiesta en cada uno a diario en lo mecánico de nuestros instintos, en las emociones que se nos desbordan a cada momento, al hacer sin pensar. De esto trata el libro en gran medida, de lo animal en el sentido más negativo de la palabra, pero también de la esperanza en la Justicia. Y se lee de un tirón, en un par de horas, la narración fluye como el canal que salvó a Alejandro de la muerte.
“Había carabineros y civiles, la mayoría camioneros. Estaban los Carrasco, el Tito y el Toño Ruiz Tagle, el peluquero Aguilera, el Pato Meza, Miguel González, Carlos Sánchez, el Jara, el Christian Kast, Larraín y Suazo. Eran unos quince civiles y unos dieciocho carabineros. Yo los veía desde mi rincón cómo se reían y emborrachaban, pero estaba muy quieto porque cuando se acordaban de mí, se acercaban a darme de puntapiés por las costillas”.
Este párrafo, nos muestra las duras circunstancias que se revisan en la historia: las guerras, los delitos diversos, las hambrunas y pestes, y aparece lo peor de los humanos. Quizás decir “humanos” es un error antropológico: Humano debiera ser una categoría superior, no se es humano por sólo vestir un cuerpo de hombre o de mujer. Llegar a ser Humano es un camino para nada acotado que se debe recorrer.
Lo que se cuenta es un caso trágico y conmovedor. Donde lo “conmovedor” no viene sólo de la vivencia de Alejandro, de ser raptado, golpeado y fusilado con un grupo de campesinos en Paine, por un grupo de “humanos” que participaron gustosos y felices en la carnicería humana. Lo tremendo es que años después los asesinos no sientan ningún remordimiento como si la vida no valiera nada -la vida de los otros, desde luego-. Todo eso está documentado en el libro, y se hace mención a reportajes que demuestran la indiferencia por esos “otros” que no piensan como aquellos que asesinaron.
Más de cuarenta años después llegó la justicia, aquella en que Alejandro se comprometió con sus compañeros a defender y buscar con honor costare lo que costare. Los poderes políticos y económicos lo pueden todo… casi. Están presos varios de los autores de estos hechos, pero no están todos, pero al menos los que están, lo estarán por largo tiempo como uno de los pocos aciertos de nuestra laxa y tardía justicia.
Quizás los libros sean como baldosas que pavimentan el camino. Los libros nos marcan de alguna forma, nos dan pautas y conocimientos. Sea como sea la estructura del libro, adentro hay un universo a recorrer, a interpretar. Las palabras sólo mencionan lo que pueden, son limitadas. El lector coloca el resto, le da vida en su interior a la atmósfera, a los personajes y a la trama. Pero cuando esta trama es real como en este caso, sólo queda acrecentar la fe en los valores inmanentes que sí nos hacen humanos y crecer asidos a estos. En este libro se habla de un héroe y de una causa justa, un héroe real.
EL COLORÍN DE PAINE: LA VENGANZA PATRONAL emociona. ¡Queda tanto por hacer!
MIGUEL VERA
Cualquier parecido con la realidad sólo coincidencia.