Por Antonio Rojas Gómez
Aquí tenemos un escritor que busca presentar su narración de manera distinta a como lo hacen los demás. Está lejos de ser una novedad la narrativa experimental, pero la identificación que busca Fritz va más allá de la simple escritura; él procura provocar al lector, plantear situaciones que rompen la normalidad de la vida en común y llama a las cosas por su nombre, así que cuando nombra cosas vulgares, lo hace empleando lenguaje vulgar. De modo que si el arte procura entregar belleza, el arte narrativo de nuestro autor se distancia de la belleza y más bien se recrea en la fealdad, porque las historias que nos cuenta son feas, ni siquiera pertenecen al mundo en que vivimos, sino más bien a lo que llama el Antimundo.
Bueno, esta es una novela negra, de manera que no vamos a encontrar brillo luminoso en sus páginas, sino más bien oscuridad y muerte. Los personajes protagónicos son dos detectives de la PDI, uno mayor y experimentado, el otro joven y afeminado. Se detestan cordialmente y procuran hacerse la vida difícil y amarga el uno al otro. El mayor es viudo, se llama Ulises Garbelotti; el otro, Nicholas Varella. Nótese que hasta el nombre de este personaje está escrito de manera distinta a la corriente. Estos detectives actúan en el Norte del país y su misión consiste en desarticular el cartel de la droga que manda en la región y mata gente a diestra y siniestra, cuyos cuerpos son enterrados en las arenas desérticas por una pareja que forman Malak Ainara, hermana del jefe del cartel de Pueblo Seco, y Magnífico Pez Ochoa, esbirro del cartel, que ha rescatado a Malak de las garras de su hermano, que la utilizaba como esclava sexual y le hizo una hija, Pepita de Uva, que está desaparecida hace unos años; en realidad, muerta por orden de su padre y a la vez tío, aunque su madre se niega a reconocerlo, y encontrar a Pepita de Uva es la razón de su existencia.
Malak Ainara se gana la vida bailando semidesnuda en locales en que los hombres enloquecen cuando ella aparece en el escenario. El propio detective Ulises Garbelotti se cuenta entre sus admiradores. Nicholas Varella, no. Tiene en mente otra conquista, que consigue llevar a cabo, aunque ha de costarle la vida.
Digamos que, al final, mueren todos. Los detectives no consiguen eliminar el tráfico de estupefacientes en la región, ni eliminar la cantidad de homicidios que enrojecen las arenas desérticas. El mundo sigue siendo un lugar invivible, cuyo espacio es ocupado por el Antimundo, donde pululan seres malsanos, en el que no hay espacio para ningún tipo de virtudes, y donde la maldad campea por sus fueros.
Es lo que escogió mostrar en su novela el autor Ignacio Fritz. Y tenemos que convenir en que lo consigue a plenitud. Ahora, el lector, al cerrar la última página, se preguntará si vale la pena vivir en el Antimundo. Y lo más serio: ¿es que no estamos todos ya sumidos en él?
Mausoleos en el desierto, novela
Autor: Ignacio Fritz
Editorial Pan, 188 páginas
Durísimo cuento. Atento a las obras de este autor valdiviano.