Por Carmen Schaub

Introducción del libro

Después de dos magníficos libros: “Desde el rojo silencio” y “Penumbras sin sombrero”, Carmen Schaub nos entrega hoy “Destajo”, un poemario donde reitera la temática del amor.

El libro se ha dividido en tres partes a fin de facilitar al lector la comprensión de esta poesía profundamente lírica. Si bien la poesía no se explica, mi intención aquí es aportar con un rayito de luz sobre algunos versos.

La primera habitación –si este libro fuera una casa- está colmada de nostalgia, de adoptar los vaivenes de la naturaleza como cómplices para mitigar el dolor de las pérdidas, con cierta resignación, aunque también con rabia.

Al entrar en la segunda habitación, la poeta se yergue apasionada y sus poemas son espléndidas piezas de fino erotismo.

Todo el cuerpo aparece por partes desplegado entre estos versos, al servicio de la creación poética, como forma de nutrir la sensualidad metafórica: flancos, costilla, rostros, cráneos, vena, piel, boca, dedos, ombligo, muslos, cara, ojos, pecho, vientre, garganta, lengua, espalda, pies, manos, nuca, garganta, sangre, mejillas, pupila, carne, yemas, corazones, comisuras, labios.

En la tercera habitación la voz poética, sin abandonar el impulso amoroso, se vuelve a sí misma en una especie de introspección que la lleva a reflexionar sobre la inclinación a la escritura

En este último lugar de la casa también hallamos una mirada filosófica sobre lo que la vida nos dio, alusiones a la fugacidad de la vida y la certeza de que vamos a morir.

Alejandra Basualto

 

CÓMPLICE

 

Más allá de la pupila

una mirada basta

Hablar con el gesto

hallar velos y humo

para convencerte de algo imprudente

convocarte a distraer la melancolía

aprobar tu nuca infiel

hacer un nudo ciego y mirarte al fondo

Enmudecer

y convertir el silencio en cómplice

antifaz

de los sonidos más hermosos

 

AUSENCIA

 

Por cada voz que se desploma

acecha la memoria

Y yo   volátil gemela de cristal

con un hervor distinto

de estrella húmeda

hacia dentro

libero voces nacidas de la sombra

que a la sombra vuelven

a la sombra

de rutas pobladas por otras bestias

con la imagen de ti

la primera vez

 

BARCA DE LLUVIA

 

La lluvia lame el asfalto

y yo navego

a sotavento

por tu aroma fugitivo

que me explota en la cara

tu cuerpo

rielando

desde la oculta soledad de la carne

En remolinos de pólvora

me alzo como brisa húmeda

encabritada

y te hago propio y ajeno

mientras  

la lluvia incesante

lame el asfalto

 

MORIR DE TINTA

 

El hálito en la nuca adormecida

en el ombligo ruda primavera

y el pecho oscila

turbulento como en tiempos de naufragio

En las venas

el ensueño devela un fantasmal perfil de otoño

cansado de robar oxígeno por los rincones

Crudo espejo de los tactos

Sus manos como endejas

en su violencia nueva

—manos que alguna vez fueron

lentas y seguras— en

treabren una pena de charco

asesinada

por un mar de rostros idos

La fiesta de sus ojos a mi espalda

cercena siete cielos

A carne abierta sangra el aire

convocando el sonido seco de la muerte

 

MUDO DESENLACE

 

I

 

Recorro un universo

salido del fuego   del horizonte en brumas

de unas pocas lágrimas congeladas

En la mortaja del silencio

los llantos reunidos gota a gota

los espectros cotidianos

las vigilias

De la soledad   el vestido

Allí están las lluvias afiebradas

tras los cristales

En ese fuego hay un designio  

A hurtadillas se alejan mis pasos

llevándome hasta la curva

en busca de una acera  

o una fosa

La mirada del hambre

en más viva llama convertida

Del ojo maldito   el desnudo

 

II

 

Oigo cavar una fosa

Hay un designio

en este fuego que muerde

y el conjuro crece lento lento

hasta la raíz ciega

Loca palabra en la trinchera

Oigo cavar una fosa

Tendré que inventarme una luz

antes de doblar el hueco del camino

 

III

 

He aprendido a vivir

con el olor de una huida de turno

En muchas voces el viento nunca estuvo

Ahora la noche apoya los codos en el agua

 donde muere el mundo

Entre delirio y temblor

se cuela un paisaje esquivo

Hierve la sal

En este fuego que sabe

hay un designio