Por Rolando Rojo Redolés

 

Como jurado de un concurso literario, leí gran parte de los libros publicados durante el año 2014. Ciento tres (103) ejemplares conformados por cuentos,  novelas, dramas y poesía. Todos ellos  publicados por editoriales nacionales, (cuarenta en total) grandes, medianas y pequeñas, como: Sudamericana (1 ejemplar), Planeta (1) , Universitaria (1), Random House (2),  Alfaguara (2), Forja (16), Catalonia (1),  Ceibo (12) , Ril (15), Mago (7),  Chancacazo (5),  LOM (2) , Cuneta (2), Altamira (1),  Mosquito (1),  Sherezada (1), Tajamar (4),  Das Kapital (1), Altazor (3), Pehuén (1), Contragolpe (1), Sangría (2),  Alquimia (3), Cuarto Propio (2), Tácitas (1), Verbum (1), Lolita (1),  Origo (1) , Chiwanku (1), Suma  (1) , Signo (1),  Segundo Antares (1), Prisa (1), Librodementira (2), Fértil Provincia (1),  La Pollera (1), Ajiaco (1), Libros Pascal Ltda. (1), Ediciones Orlando Ltda. (1), Ocho Libros editores (1).

 

Impresiona la cantidad de libros que se publican en el país durante el año y la cantidad de editoriales involucradas en el negocio de los libros, sobre todo, cuando las encuestas y estudios parecen indicar que el nivel de lectura nacional es bajo y pobre. ¿Es esto rentable? ¿Ganan o pierden plata las editoriales? ¿Quiénes costean estos gastos?   Muchos de estos títulos ni siquiera están en los escaparates de las grandes librerías, menos aún, son merecedoras de un artículo de la crítica medial. Sus autores resultan absolutamente desconocidos para la media de los lectores. Salvo, por supuesto, los títulos y autores de las grandes editoriales, como Random House con “La Edad del Perro” de Leonardo Sanhueza y “Swingers” de Jaime Coger; Catalonia con “Lanza Internacional” de Eduardo Labarca; Sudamericana con “Detrás del muro” de Roberto Ampuero;  Planeta con “Cuentos para ir a la cama”. Estos textos, además, han ocupado los primeros lugares de venta durante semanas y meses, según la encuesta que semanalmente publica “Artes y Letras” de El Mercurio. En el extremo opuesto se encuentran editoriales, libros y autores como “Chiwanku Ediciones” con Juan Carlos Mamani y sus  “Cuentos sobre el tiwula”;  Ediciones y Producciones  Orlando Ltda., con “Sin instrumentos navego en un océano inmenso sentado en la chata de Colón”.

Uno de los aciertos de esta profusión de publicaciones es la reedición de obras clásicas como “Noche de Reyes” de W. Shakespeare, por Universitaria ; “En la luna” de V. Huidobro, por Mago;  “Pasión y muerte del cura Deusto” de Augusto D´Halmar, por Mago editores; “13 cuentos prohibidos para depresivos” , una antología con cuentos de Baroja, Chejov, Daudet, Gogol, Kafka, London, Mauppassant, Poe, Wilde y otros, por RIL editores; “Hamlet” de William Shakespeare, (traducción de Raúl Zurita) por editorial Tácitas; “El Río” de Alfredo Gómez Morel, por Tajamar editores; dos novelas de Juan Agustín Palazuelos, uno de los autores emblemáticos de la Generación de los Novísimos, “Según el orden del tiempo” y “Muy temprano para Santiago” por Editorial Cuneta;   “El Socio” de Jenaro Prieto, por editorial Origo, en una hermosa edición  ilustrada.

 

En estas ediciones del 2014, encontramos ciertas tendencias temáticas. Por ejemplo, obras de  ciencia ficción, con seres esperpénticos, zombies o entes extraterrestres que se convierten en una amenaza o salvación para los humanos. Objetos, aparentemente inocuos de carácter mágico, ocultas  verdades esotéricas,  todo ello instalado ingeniosamente en nuestro territorio  nacional y en ciudades específicas. También personajes y ambientes ubicados en espacios paralelos al nuestro o en tiempos anteriores al de la historia, con  armamentos,  paisajes y  luchas contra el mal.

Ejemplo de ellas son : “Diabolus in Anima” de Marcia Muñoz;  “Emilio de Castbaleón, el arquero sin suerte” de Daniel Leal; “Fantasmas del sur” de Jorge Muñoz;  “Evento Z. Zombies en Valparaíso” de Martín Muñoz;  “El Martillo de los brujos” de Sebastián Jorquera.

Otra temática es el amor sexual, el erotismo. Se inscriben en esta tendencia obras como “Cuentos para ir a la cama” de varias autoras, la mayoría conocidas por sus actividades como actrices o animadoras de televisión;  “Cuerpos”, cuentos de Jorge Guzmán;  “Deseable mujer de tu prójimo” de Claudio Rojas; “De úteros y copas”, cuentos de Loreto Jara;  “Enciclopedia del amor en los tiempos del porno” de Josefina Ruiz-Tagle  y  Lucía Egaña Rojas.   

Hay novelas que relatan sucesos policiales, culturales o políticos ampliamente conocidos en el país, como: “Fuimos a Bombardear Croacia” de Julio Carrasco; “Desaparecidos en Concepción” (caso Matute) de Carlos Basso,  “La mujer metralleta”  de Tomás Henríquez Murgas.

También, como ya es tradicional, aparecen obras que relatan mitos, leyendas y fábulas del centro y sur del país. “Mitos y leyendas de la Patagonia”;  “Cuentos sobre Tiwula. Antología  sobre el zorro aymara”. “Cristina , sueños de bordemar” de Luis Torres Ojeda

 

En este amplio panorama de la literatura nacional, hay autores que revelan sus primeras armas en la creación literaria con obras de cierta ingenuidad de forma y fondo, aún inmaduras. Otros, mantienen el alto nivel literario ya conocido y con buenas acogidas por la  crítica y los lectores. Autores como Poli Délano, Ramón Díaz Eterovic, Jaime Collyer, Jorge Guzman, Virginia Vidal, Pablo Simonetti, Juan Agustín Palazuelos, Eduardo Labarca, Pía Barros, Francisco Rivas, Lilian Elphick. Leonardo Sanhueza. Y, finalmente, encontramos autores que destacan por trabajos novedosos de  prosa y  contenidos y que, sin embargo, permanecen desconocidos por la masa de lectores y por la crítica de los medios. Entre estos hay que mencionar a Matías Correa “Autoayuda”;  Alberto Aguilar: “La caja vacía”;  Aníbal Ricci: “Siempre me roban el reloj”;  Claudio Rojas: “Deseable mujer de tu prójimo”, Juan Pablo Rozas: “Lungue”;  María Eugenia Lorenzini: “Después de ayer”;  Teodoro Elssaca: “Fuego contra hielo”;  Franco Scianca “Jauría”, Alicia Fenieux: “Futuro Imperfecto;  Sebastián Jonquera: “El Martillo de los brujos”, Betina Keizman: “Los restos”, entre otros.

 

Terminemos este comentario con una reseña de Antonio Skarmeta sobre el libro de Teodoro Elssaca “Fuego contra hielo” que comparto plenamente. “Estos cuentos hacían falta. Tienen el perfume instantáneo del relato árabe, la fusión inquietante entre la sofisticación del mundo cultural y la naturaleza impenetrable llena de llamados místicos. Elssaca tiene la libertad narrativa propia del artista visual: detecta la imagen bella  y la amplía en logradas síntesis sin ripio. El albatros con una argolla oxidada de Estambul, reaparece años después en la bahía de Valparaíso. Arte y naturaleza se funden en un virtuoso, breve latigazo. Así los paisajes del remoto sur de Chile son pinturas de Constable, la misteriosa tejedora de sueños emerge de Botticelli, las ansiedades de los antropólogos tras las huellas del pasado perdido, se actualizan en una realidad terrible y evocan el magnífico cuento  “La noche boca arriba” de Cortázar. Un hábil guiño a Pierre Loti, estos relatos de corta extensión, pero de larga huella”.