ANGÉLICA SANTA OLAYA, ciudad de México. Poeta, narradora y maestra de Creación Literaria para el INBAL (Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura) e ISC. Premiada en crónica, minificción, cuento y poesía. Publicada en América, Europa, Asia y Medio Oriente. Su libro 69 Haikus fue el primer libro de literatura mexicana presentado en Emiratos Árabes Unidos en 2015. Autora de 20 libros. Minificción: Feisbuqueo, luego existo (2017), Funambulistas (2021), Reminiscencias (2023) y A vuelo de palabras (2024). Traducida al rumano, portugués, inglés, italiano, chino, catalán, polaco y árabe.

LA MUJER ARAÑA

Escurrían, sobre sus redes, los sudores de varios bichos. Todo el que la miraba, tras su frágil recinto de cristal, quedaba subyugado por sus ocho piernas enfundadas en níveas calcetas bordeando la rosada colina de sus rodillas. A la orilla de su sonrisa, la peligrosa miel fluía por la tierna comisura de los labios. Los bichos aparecían y acercaban el dedo sudoroso a la frialdad del carapacho imaginando la lisura de su piel. Ella sacudía los rizos y balanceaba los esplendentes muslos. Al terminar el día, el dueño del circo aparecía y con ojos brillantes, susurraba: “Luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Dulce tejedora de mis entelarañadas fantasías… Lolita”. Y acariciaba la vitrina soñando que salvaba al atrapado dueño de un amor venenosamente perdurable.

DIGNA

Para Digna Ochoa

Que se suicidó, dijo la Procuraduría de Justicia. Era abogada y, con la mano derecha, escribía las defensas de los presos de conciencia, esos que creen en la Justicia y se atreven a pedirla. Pero con la mano izquierda, quién sabe por qué, se metió en la cabeza una bala que le atravesó el temerario cerebro y luego otra más en el muslo. Tal vez por si se le ocurría escapar de la muerte, supongo. Eso sí, murió como su nombre, Digna. Porque la dignidad no se traga las mentiras de los asesinos.

EL SALVADOR

Eva cortaba florecitas en el paraíso cuando su tripa comenzó a rugir. A su lado, un árbol grande y frondoso, lleno de manzanas, se agitó con el viento. La serpiente, enredada entre la fronda, se dispuso a arrojar las venenosas palabras. Pero el tarascazo de una garra la sorprendió impidiendo la tragedia. Desde la cima del árbol, un gato sonreía con la sierpe entre las fauces. El gato, inteligente como suelen ser los gatos, sabía que ese no era el paraíso prometido sino Cheshire, y que Eva, no era la costilla de un hombre sino una hermosa loca que sabía muy bien a dónde quería llegar. Desde entonces, Eva y sus descendientes vagan desnudas, sin vergüenza, por el mundo.

LIBERACIÓN

Entró al mar silenciosa y lenta. Sus lágrimas alimentaron la espuma mientras el dolor se diluía en el vaivén de la marea. Cada nueva escama era una pena regalada al mar. Con el último sollozo se sumergió dejando a la vista, solamente, el apéndice bifurcado con el que nadó hacia la libertad.