Por Eddie Morales Piña
La portada de este libro del poeta Emilio Barraza Durán (Viña del Mar, 1955) es muy decidora para la textualidad que se desenvuelve una vez que se ingresa en sus páginas. Estamos frente a un primer plano donde se nos aparece un payaso, un tony, un clown, que con una amplia sonrisa en una tez blanca y una nariz roja en forma de pelota y un pelo crespo exuberante sobre el que descansa un sombrero, pareciera invitarnos graciosamente a la lectura. Este personaje de la portada tiene un traje formal que está terciado por una banda presidencial con los colores chilenos. Detrás de la imagen, una carpa de circo casi incandescente donde se visualizan otros actores. Sobre un mástil, ondea el pabellón nacional -como en todo circo que se precie en este país, que resulta ser el espacio tematizado por el poeta. Este es el paratexto de la obra que lleva por título Circo pobre (2024).
Esta es la primera obra que leemos del poeta Emilio Barraza Durán -he conocido de su escritura en una red social donde de vez en cuando aparecen textos suyos. Sin duda que mediante el acto de lectura de este libro podemos visualizar en sentido amplio el trasfondo de su poética. Es decir, el modo como el poeta estructura y concibe el quehacer poiético. Estamos en presencia de una forma de articulación del texto en que el creador se plantea frente al mundo y lo apela mediante un lenguaje directo y desenfadado que tiende a descorrer el tupido velo de nuestra realidad inmediata. Esto último es muy saludable para el lector/a. Circo pobre es una frase que se encuentra en el lenguaje coloquial del habla chilensis que denota la idea de que en él un solo individuo hace muchas cosas a la vez. Regularmente, después de la frase viene una conjunción adversativa que se complementa con otro concepto: circo pobre, pero honrado. A partir de esta idea, Barraza Durán programa la textualidad del libro.
Circo pobre -ahora como título y, en consecuencia, con una connotación poética- es una metáfora de un lindo país esquina con vista al mar (De la Parra, dixit). El cronotopo del libro del poeta está situado en la realidad de Chile. El circo pobre es Chile -es como la Casa de campo donosiana: “Señoras y señores/ bienvenidos a esta larga y angosta carpa de circo/ que desde 1810 jamás ha dejado de funcionar/ un circo de doscientos y tantos años/ donde muchos artistas han dejado sus huellas/ en la pista”. De esta manera, el hablante inicia la función en XII instancias poéticas que conforman el corpus con los otros dos segmentos que dividen la carpa circense. El sujeto de la enunciación lírica despliega ante la vista del lector/a una revelación crítica, denunciadora, una mirada acerba de la vida sociohistórica y contingente de la nación chilena que paulatinamente se va transformando en un espacio donde la corrupción campea a diestra y a siniestra. Al tratarse de una creación poética, la plasmación de lo que ocurre en el circo -la casa, el Oikos- está transmutado a través de la retórica literaria donde el lenguaje es puesto en una función reveladora: “Lamentablemente/ los payasos no actuarán hoy/ han declarado/ una huelga de sonrisas caídas/ desnudos y con la máscara puesta/ protestarán/ frente al Circo Nacional La Moneda/ circo de mala muerte/ donde unos magos poderosos/ hacen desaparecer/ en un dos por tres/ el dinero de la recaudación/ abracadabra pata de cabra/ y la plata se hace humo”. Como se puede apreciar el lenguaje del sujeto hablante es directo y captura al lector/a pudiendo este/a estar en la cuerda floja y caer al vacío dando un rebote en una malla protectora por el despliegue expresivo donde no se salva ni siquiera el quehacer literario. En una suerte de metaficción, el poeta Emilio Barraza Durán -que está detrás de la máscara o del maquillaje del artista circense- desenmascara al Circo literario: “Perdón señor lector/ mejor me juego un loto/ y me dedico a contar ovejas/ la poesía me está haciendo mal/ tengo insomnio por las noches/ tengo terribles pesadillas/ veo al presidente/ de la sociedad de escritores/ transformado en vampiro/ chupando la sangre/ de los pobres autores…”. Estamos frente a un hablante que puede hacer irrisión de sí mismo como creador.
De los ejemplos de versos citados, se puede colegir que la poética de Emilio Barraza Durán tiene una relación intertextual no sólo con la creación de Nicanor Parra (“Anoche me encontré con el fantasma/ de Nicanor Parra/ andaba de parranda por supuesto/ me comentó que la muerte es muy aburrida/ y salió de la tumba para echar una canita al aire…), sino también con la de Ernesto Cardenal -e incluso con José Miguel Ibáñez Langlois, especialmente el de Poemas dogmático I y II. Una forma de antipoesía la del poeta Barraza Durán. Por otra parte, creemos que su poesía adquiere rasgos goliardescos lo que es muy interesante. Los goliardos fueron poetas medievales no siempre clérigos -aunque había clérigos ajuglarados- que iban de plaza en plaza mostrando efectivamente lo que nuestro poeta realiza en el ágora pública del siglo XXI. La sátira, la ironía, la picardía eran características de la poesía goliardesca que Barraza Durán utiliza con precisión en los poemas que componen la obra. Una forma de poética picaresca que el poeta debe conocer bien por su condición de profesor de Castellano: “El poeta/ oscilaba en la cuerda floja/ bajo una carpa/ llena de poemas rotos/ el poeta movía la vara/ de un lado a otro/ para no caer/ en los carbones encendidos del piso. / Que se caiga gritaban los críticos/ y nunca más/ vuelva a publicar un libro. / Mientras tanto el pobre sujeto/ vestido de payaso/ recitaba a voz en cuello/ un poema dedicado al amor…”. Junto con los rasgos señalados, en la poesía de Barraza Durán también prevalece lo carnavalesco -tal como lo enseñó Mijail Bajtin. La vida como un carnaval donde se altera el orden de las familias. La actividad del circo es una manera de enmascaramiento y de transformación. En este sentido el poema San Manuel Bueno, mártir -un guiño intertextual a la novela de Miguel de Unamuno- es una creación donde confluyen los caracteres escriturarios del poeta. En este texto se tematiza una situación casi trágica –del sentimiento trágico de la vida– de quienes ejercen la profesión docente angustiados y abrumados por los Contenidos Mínimos Obligatorios y los Objetivos Transversales -utepeado, dice el hablante mediante este neologismo ad hoc. Otro aspecto insoslayable que resalta en el trabajo poético de Emilio Barraza Durán es la temática de lo religioso donde ha incursionado con poemas significativos y nada desacralizadores -y si la hubiese, prevalece la presencia de lo numinoso, como en Chatarra Patris (esta faceta lírica está modelizada en una plaquette que tiene por título Con perfume divino (2024) donde junto a Fernando Vegamuz e Iván Contardo, buscan expresar a través de las palabras el poder transformador de la poesía inspirada en Dios) En definitiva, el poemario Circo pobre pone en evidencia a un poeta que ha consolidado una poética muy interesante dentro de la poesía chilena reciente. Un libro que hay que leer antes que se cierre la carpa.
(Emilio Barraza Durán. Circo pobre. Santiago: MAGO Editores, 2024. 120 pág.).

También agradezco al académico Eddie Morales Piña, este análisis del libro «Circo Pobre», que invita a no perderse la lectura de un texto comprometido con la realidad circundante, como lo es el señalado.
Y desde luego, mis felicitaciones al autor.
Agradecido del Doctor Eddie Morales Piña por su profundo análisis de mi libro Circo Pobre.
Su pluma crítica, certera y profunda, es esencial para entender los paradigmas literarios en proceso, en los cuales impone claridad y calidad de analisis.
Felicitaciones también Letras de Chile por su labor.