Por Cristofer Cepeda García

La Valparadisea, libro del poeta chileno-estadounidense Luis Correa-Diaz publicado por Altazor Ediciones de Viña del Mar, a cargo del editor Patricio González G., verdadero patrimonio vivo local y nacional de este arte, en el año 2025 es un texto poético acerca de Valparaíso que dialoga fuertemente con toda una tradición literaria e incluso cinematográfica de textos, películas y autores que han pensado la ciudad en distintos momentos de su historia. En ese sentido, el libro es un mosaico de referencias de un mapa cultural y citadino tensionado por el paso del tiempo y por los vestigios de una (trans)historia impactada por la negligencia y el aprovechamiento de la burocracia gubernamental. Este, sin embargo, no es el primer poemario del autor sobre la ciudad, en el 2022 (con una segunda edición ampliada en el 2024) apareció bajo el mismo sello editorial Valparaíso, puerto principal.

Puede que en los círculos escriturales y académicos concebir a Valparaíso como una ciudad literaria sea algo que se dé por sentado. No me consta, de todos modos. Sin embargo, para alguien como yo nacido en otra ciudad puerto como Antofagasta, ciudad inmersa en un escenario literario radicalmente distinto, la labor de centenares de mujeres y hombres por mantener vivo el diálogo con esa tradición y su futuridad es de por sí encomiable. 

El texto del poeta Luis Correa-Díaz, pues el poemario ha de ser concebido como una sólida unidad, parte, sin duda, desde la bisagra de una geografía en la que otros antes se han situado: el mar y los cerros -separados por un Plan que ya es un caos en todo el sentido de la palabra; su portentosa vista y las playas que parecieran rehuir de sus moradores, su tradición de marinos y trabajadores portuarios, de calles y plazas que articulan un paisaje oceánico que se remonta a un passado cuasi mítico. Elementos que rememoran, a partir del título del propio libro, el regreso de un Odiseo a su amada Ítaca. Pero luego las orejas, los ojos y los pies se internan por sus calles y meandros, sacando la poesía de la rememoración de un lugar idílico para contaminarla de otras rea/textualidades: letras de canciones propias de la actual escena urbana, conversaciones oídas al pasar, recuerdos familiares, anuncios de diversos casos delictuales emitidos por los noticiarios, elementos todos oídos u observados entre caminatas-merodeos y tazas de café que hacen de Valparaíso el paisaje de una ciudad viva y en movimiento, bullendo en el trajín del día a día y las preocupaciones de sus habitantes por un futuro incierto, más aún cuando va quedando atrás dentro de la nueva competencia portuaria con los puertos de más al sur y de más al norte.

Así, La Valparadisea hace del amor meditado por la ciudad su leitmotiv. Un amor por una ciudad que al mismo tiempo que habita en la memoria del hablante, se abre a reconocer las trazas de la ciudad real, las ruinas de un presunto naufragio de barco encallado que el texto poetiza para restituir con ellas su dignidad. Firma de autor: su inglés intermitente por extranjería, recuérdese que es un poeta chileno viviendo hace algunas década en los Estados Unidos, donde escribe en esa otra lengua suya, por ejemplo el reciente Up from Georgia-lcd (Clayton, GA: Valparaiso-US Editions, 2025), y su escritura de navegante del metaverso, armas que dan cuenta de una subjetividad contingente y futurista que se despliega en una época de drones, plataformas y dispositivos. Pero, el hilo de Ariadna o el breadcrumb que vertebra el estilo de este libro, el que al mismo tiempo demanda una forma de lectural similar, tecno-dinámica, es el profundo y crítico amor que tanto el Odiseo de Homero como el hablante-aeda urbano-oceánico de Luis Correa-Díaz comparten por su tierra y mar natales.

Este comentario que dejo aquí, se enriquecería mucho si consideráramos los conceptos del prólogo del poeta Ignacio Vásquez Caces, autor de La Construcción (2022/2025) y los del texto de contratapa a cargo del peridista Rodolfo Hahn. Además, la portada misma del libro require atención por su simbolismo gráfico-histórico. Asimismo, el mapa final, en la página 99, con droncito de Gustavo Denault sobreimpreso.

Selección

La Valparadísea

nuevamente sentado en uno de los cafés
de este puerto principal de la República,
así tenido desde 1822, ciudad con escudo
a partir de 1802, declarada la muy noble
y leal de Nuestra Señora de las Mercedes
de Puerto Claro de Valparaíso
 en 1795,
un oscurantista pasado colonial y un chango
origen, Sir Francis Drake la asoló y saqueó
antes que nadie ya en 1578, serían otros
corsarios, de esos que no han navegado 
ni en sueños, los que, después de alcanzar
su gloria en el concierto nacional primero
e internacional más tarde, la llevaron,
entretanto se juega a pocas cartas
su categoría de patrimonio UNESCO
de la humanidad, ya no sólo San Antonio
le hace más que collera, también el Callao
peruano, la llevaron, digo, a este cuasi
estado terminal en que se la ve y siente,
pese a la resiliencia que uno nota
incluso en los que han tendido sus rucos
bajo el paseo Barón, en pendiente y
ajenos a socavones posibles del terreno,
duermen la mona y secan sus ropas
al sol de un invierno traicionero, escribo
este que quisiera yo fuera un bosquejo
de ese gran poema épico al antiguo modo,
con ese título a la altura de los universales,
mientras un hombre, tendrá pocos más
que mis años, pálido y que he visto 
en viajes anteriores al pulmón cansado
del puerto fuma y se muere fumando
con su cortado en la mano y un libro 
en la mesa sin abrir, esto lo entiendo por Ciro,
el chico venezolano que sirve aquí y
que le dice que se cuide y que si no
lo hace no podrá terminar su obra maestra,
pronto se marcha, pero le da un repaso 
al horizonte súper poblado y fija
por un segundo la mirada en ese edificio
amarillo que levantaron sobre un hospital
en 1990 para contribuir a la descentralización 
política del Estado chileno y dar así
un impulso vigoroso al desarrollo regional,
posibilitar el realce de una ciudad
con importante tradición histórica en la vida
republicana y con una ubicación geográfica 
de privilegio, habida consideración 
de las expeditas conexiones viales 
con la Capital y la futura implementación
del aeropuerto (de Torquemada), 
que posibilitaría la rápida y directa relación
con las más importantes ciudades del país

y del mundo, imagino que aquel hombre 
se habrá ido a su cuarto a copiar estos versos
con la misma sorna y tristeza de su cara

Trabajador portuario

ahora que paso frente a la Sociedad
de Profesionales Portuarios, calle
Yungay, a metros de la Plaza Victoria,
al lado de la famosa casa de okupas
que ya no se domicilian allí y que vigila 
gente de los equipos de la Alcaldía 
Ciudadana, me pregunto si un poeta, 
okupa de la palabra pública, como yo 
o cualquier otro dedicado a observar
esta dura y amada realidad, cuenta
como trabajador de tal, con un libro
como el Valparaíso, puerto principal,
que se va expandiendo año tras año
con esos poema-crónicas salidos
de las entrañas mismas de su droncito
que lo sobrevuela hasta en sueños
y la mayoría de las veces from afar,
la respuesta seguro no me gustaría
oírla, dirán que la productividad
de los inútiles se mide por sus…, y mil
otras argucias platónicas, sin saber
lo que hacen y por qué piensan así,
pero que no se olvide que somos y
seremos los estibadores fantasmas
del buque escuela Esmeralda, hablo
alegóricamente, se cacha, no?!,
para que funcionen bien contrapesos
y no se cuelen enemigos contrabandos

Proyecto estratégico

en estudio de prefactibilidad, proyectándose
para que en un lustro tal vez o dos o tres,
licitarlo se quiere ya, haya por estos lados
un teleférico (comunal) para Valparaíso,
conectaría Peñuelas y Placilla con al Plan
y algún otro sector de la ciudad, se bajaría
con vista al mar, aligerándose el transporte,
se busca que el aéreo aporte con su vuelo
a la sana conectividad y sustentabilidad, 
mejorando además la calidad de vida,

que ir de aquí para allá y acullá marea
más que andar en lancha, deja exhausto,
para eso hay reuniones de todo tipo,
el edil y el MOP mucho se entusiasman 
con el anteproyecto y en conceder(nos)
los derechos e (a) imaginar un futuro 
que no sea nunca + un gavioto varado 
en la bahía como tantos sueños por venir
y tantos más idos como en esta antología
póstuma de Ilabaca que me regalaron
ayer por ser el día de mi santo, ubi sunt?
y de ahí me descuelgo a cielo abierto
a mi ubi ergo sum?

El Almendral

en este viajecito casi no he salido
de El Almendral, es mi ambiente,
mi mundo, digámoslo así, en breve,
para no abundar, me voy pasado
mañana, tengo que confirmar, y 
me hago la ilusión de que me quedo 
en la esquina de Victoria y Almte.
Barroso, termino este poema
que parece confesional, a la antigua,
o de experiencia, que tampoco,
esa escuela tuvo sus días y estaban 
contados, el mío aquí es geológico-
marino, eso quisiera mi deseante
interior, estas calles son su oratorio,
porque me pongo a elucubrar
en el nombre y a buscarle su punto
metafórico, como si taladrara 
el cemento, luego la tierra dura abajo
hasta llegar a la arena que sienten
mis pies de chango que no soy —puede ser
que la lectura del Valparaíso indígena
(2023) de Rodolfo Follegati Pollmann
me haya influido un poco y que estoy,
a la sombra de almendros recordados,
en el inesperado sitio arqueológico 
de la Plaza O’Higgins, del que no se habla
ya pasada la novedad del 2016-2017,
cuando un equipo hizo un completo
rescate de lo que había allí en sacro olvido, 
hurgo con mis dedos la textura vidriosa
de esa superficie honda de la memoria 
hasta encontrar alguno de mis huesos,
lo acaricio con un padre nuestro universal
y me lo llevo a la pieza que arriendo
a media cuadra del café, allá lo miraré
tanto como sea necesario y vea 
toda la película, a esos recolectores 
entre los que viví y morí tempranamente 
y que ahora están sentados y maltratados
por el mucho tiempo en las escalinatas
del Teatro Municipal, otros vendiendo
sus abalorios alrededor del Mausoleo 
de la Nación, valiosísima colección 
de evidencias de todo tipo que de aquí 
a miles de años podrían llegar al Museo
de Historia Natural de Valparaíso 

Chancay

ascensores, hospitales, cementerios,
cárceles, bares, casas viejas, tomas,
mercados, residencias de ancianos,
colegios, universidades, jardines 
de infantes…, Don Diego de la noche, 
galán de humedales, que allí duerme
cuando le dejan sus cuidados, seguir
quisiera con esta lista de lugares
de la ciudad que en siglos no llegará
a mega-puerto, por más que lo sueñe,
Perú 🇵🇪 se le adelantó con sus tratos
con China 🇨🇳 y lleva años apurando
uno de cuyo nombre sabrán océanos
y naciones, Chancay, a + – 73 kms 
al norte de Lima, línea Pacífico Sur
directa al Asia, desafiante para USA
🇺🇸 y su dominio de la región, nuevo 
patio latinoamericano de containers
y, si se me permite, nido para gaviota
roja de súper poderes marítimos, nada
de esto celebrará el vecino Valparaíso 
con sus fuegos artificiales de cada 31
de diciembre y los turistas santiaguinos 
volverán al próximo como quien vuelve
a una bahía de pescadores a comerse
la famosa paila marina o una reineta
con arroz o papas fritas, ensalada
a la chileno optativo, hasta que uno
de esos primeros de enero al amanecer
se encontrarán en un conchal chango y
se devolverán a la capital con la duda
como si tuvieran una espina todavía 
entre los dientes, mientras las noticias 
reportean en vivo y directo y con pelos y
señales (cifras) la caravana en la ruta 68,
con la puesta de sol típica a la espalda,
rapidito el viaje si se puede para evitar
encerronas y/o portonazos de piratas
niños urbanos con o sin adulto de la mano