Julio-César Ibarra envió este bello y conmovedor texto de despedida a Martín, su amigo y compañero de diversas causas, entre ellas, el proyecto de escritura con adultos mayores, «Tenemos tanto que contar».

MARTÍN

Por Julio-César Ibarra

Hola Martín, no pude llegar a despedirme en esta vida, sin embargo, he escrito estas palabras para que, enlazadas con tus cenizas, se las llevé el viento para que las leas.

Adonde has llegado debes estar muy atareado saludando a tus compañeros y compañeras del MIR, a los cuales dedicaste toda tu vida, rescatándolos del olvido a través de “Las historias que podemos contar”, que nos traen de vuelta a jóvenes llenos de vida, comprometidos con los más desamparados de nuestra sociedad.

Justo ahora estoy pensando y sintiendo emociones tales que podría escribir un poema para ti; la verdad se me ocurren algunas ideas, sin embargo, estoy cansado, angustiado por motivos personales, asumiendo mi condición de minusválido. A diferencia de ti, yo no quiero vivir mucho más tiempo en este mundo, solo un libro me tiene atado a esta Tierra. Uno dedicado a Dios y por supuesto que a ti no te interesa, mas hicimos amistad siendo tan distintos.

Nos conocimos en Letras de Chile, nos unimos por un proyecto liado por el amor por nuestros viejos del Hogar de Cristo del paradero 23 de La Pintana y por los niños del Techo, hijos de los pobladores de los campamentos más pobres de Santiago.

Cada uno puso sus capacidades al servicio del proyecto “Tenemos tanto que contar”, nombre que le pusiste acertadamente.

Tú, tus canciones, cuentos, metodología de sanación, especialmente, cariño por estas viejas y viejos que al final de su vida volvieron a renacer porque tenían un propósito.

Yo, con mi capacidad de gestionar fondos para un proyecto que adoraba, mi capacidad para sistematizar la experiencia y levantar un programa que fuera atractivo para los donantes.

Entre los dos hicimos un buen equipo. Nos juntábamos el sábado en tu sencillo hogar junto a Vicky, tu compañera, almorzábamos una rica comida para después partir, el primer año, a nuestro taller el primer, el segundo y tercero para partir junto al bus con todos nuestros viejos a cumplir la tarea programada.

Los llevamos a la universidad, donde Karina Arias, nuestra gentil directora del Centro del Adulto Mayor del Hogar de Cristo, donde los viejos iban a almorzar, los llevaste a otras universidades, yo a la “Casa en el Aire”, lugar de artistas y bohemios. Así, durante tres años, nuestra vida fue de los campamentos a las universidades, mostrando cómo a los viejos que se les da un nuevo propósito, vuelven a vivir.

Ahora te has ido, como tus amigos; yo partiré pronto.

Unos a encontrarnos con Dios, otros con el universo.

Querido Martín, por lo que me reste de vida, te llevaré en mi corazón.

Cuando tenga una profunda tristeza como hoy, recordaré nuestras vivencias y me llenaré de ternura.

Para mí es una bendición haberte conocido.

Buen viaje mi querido amigo y compañero.

Bellavista, 4 de marzo 2025.