HISTORIA DE UN LIBRO

En 2023, el directorio de Letras de Chile expresó la necesidad de recordar los 50 años pasados desde el golpe civil militar del 11 de septiembre de 1973, que derrocó el gobierno de la Unidad Popular que había elegido democráticamente al presidente Salvador Allende Gossens. Se instaló una dictadura desde el 11 de septiembre de 1973 hasta el 11 de marzo de 1990, con graves consecuencias de asesinatos, detenidos desaparecidos, presos, exonerados, exiliados, etc., que transformó la vida del país y afianzó el modelo neoliberal que se mantiene hasta hoy sin mayores cambios.

Este proyecto luego se coordinó e integró con una iniciativa similar que impulsaba el equipo de Estudios Transversales en Humanidades para las Ingenierías y las Ciencias, ETHICS, de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile y, finalmente, se concretó en una publicación que recoge testimonios y relatos literarios de 45 personas, las que enviaron uno o más textos.

Se conformó una comisión de tres personas, Eduardo Contreras Villablanca, María Torres y Josefina Muñoz Valenzuela en representación de Letras de Chile y ETHICS, quienes acordaron incorporar todos los textos recibidos, a excepción de aquellos que no fueran pertinentes con lo solicitado, situación que no se dio.

El resultado final está en el libro “EL TEJIDO DE LA MEMORIA. 50 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO EN CHILE”, del cual ha habido dos presentaciones. La primera en la Facultad de Ingeniería, en la cual participaron María Torres (ETHICS) y Josefina Muñoz (Letras de Chile), junto a Cristian Montes y Luz Ángela Martínez, doctorados en Literatura y académicos de la Universidad de Chile, quienes dialogaron en torno al libro y sus contenidos. La segunda se realizó en la Feria del Libro de Santiago (FILSA) el 12 de noviembre, con la participación de Eduardo Contreras como moderador y María Torres y Josefina Muñoz como representantes de ETHICS y Letras de Chile, respectivamente.

Acceso digital al libro en:
libros.uchile.cl/1420
letrasdechile.cl/category/libros-on-line/

EL TEJIDO DE LA MEMORIA. 50 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO EN CHILE

Presentación en Feria del Libro de Santiago, 2024

María Irene Torres Valenzuela1

Estamos muy felices por el fruto de un trabajo conjunto, entre el área de Estudios Transversales en Humanidades para las Ingenierías (ETHICS) y Letras de Chile. Junto con Josefina y Eduardo2 leímos los relatos recibidos, en principio suponiendo, en tanto editores, que debíamos escoger o seleccionar aquellos que se acercasen más al asunto del que iba el proyecto de libro; digo en principio, porque rápidamente aceptamos que todos aquellos relatos estaban dentro de la órbita de lo que buscábamos. Ya sea que se tratase de textos de ficción referidos directamente a la experiencia del golpe, de ficciones cuya diégesis se enmarca en la Unidad Popular o en el periodo previo al triunfo de Salvador Allende, de textos testimoniales que ante la pregunta “qué recuerda de ese 11 de septiembre de 1973” contextualizan una situación, una interrupción, como en los casos de los textos recibidos por nosotros en Beauchef, qué clase de escuela era esta, cómo era esa oficina y su radio todavía conservada, cómo era ese ambiente entre los estudiantes, cómo era esa casa en que nos alojábamos, cómo eran esos inicios de mi vida laboral.

Estaban dentro de la órbita de lo que buscábamos porque, independientemente de la estrategia que usaran para abrirle una brecha a la memoria, lo que surgió ante nosotros fue la historia del entusiasmo, de su caída y de la persecución y la larga planicie de la tiranía. Muchos y muchas de los y las protagonistas -ficcionales o no, o tal vez en el relato y a la distancia el testigo es igualmente ficción- son jóvenes, cargados de esperanzas, no necesariamente claro, por simpatizar con la UP, sino solo por el hecho de ser eso, jóvenes. Y esta juventud se fue volviendo muy presente, pues si bien en este trabajo de edición estábamos involucrándonos con una época conflictiva, que aún hoy desata pasiones, descubrimos que en todos los relatos estaba ese ojo sorprendido, arrastrado por la ola de la historia, de una historia individual engarzada de pronto, sorpresivamente, con el acontecimiento histórico nacional.

Teníamos, entonces, un material precioso entre las manos para trabajar. Y esta condición del material es algo muy reconocible. Hace un par de semanas hicimos el lanzamiento del libro en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, en Beauchef, de donde proceden varios de los creadores de los relatos que se encontrarán en el texto, ya sea porque trabajan ahí, ya sea porque estudiaron en la facultad o, como en el caso de Guillermo Condemarín, porque su padre fue funcionario en ella. En esa presentación nos acompañaron Cristian Montes y Luz Ángela Martínez, de la Facultad de Filosofía y Humanidades de nuestra universidad, ambos doctores en literatura y, por lo tanto, lectores muy entendidos que nos mostraron la notable trama que se teje con distintos hilos en este libro: escritores/as avezados/as reconocidos de la plaza se encuentran con personas que no han hecho de la escritura una profesión y que, pese a ello, se han atrevido a mostrar sus relatos precisamente al alero de la memoria. Tanto Montes como Martínez, destacaron, sin embargo, que la esperable asimetría de esta diferencia entre los hilos del entramado, por decirlo así, no es visible, no salta al ojo del lector: desde el punto de vista de la tarea de edición, podríamos apropiarnos de ese éxito, de que esa clara armonía de lo que muy discutiblemente se llama calidad la hemos producido nosotros, los editores. Ciertamente, no es una virtud nuestra. De hecho, el que luego de la primera lectura decidiéramos que no haríamos selección, que el material no solo era pertinente en términos temáticos, sino que además era interesante en términos estéticos o narrativos, habla, justamente, de una virtud del material mismo.

Por tanto, para nosotros, los editores, creo que es razonable afirmar que la tarea era liviana, aunque la honra de que se entregaran a nuestras manos estos textos también suponía una responsabilidad. Y esto en distintos en niveles: por supuesto, la edición misma, porque implica respetar (o no) decisiones autorales formales e involucrarse, por ello mismo, con cierta tensión, ¿lo dejamos así, lo cambiamos? Por otro lado, hay una tesitura del tiempo que va impregnando la composición de las palabras, de las cosas declaradas, de los recuerdos; por ejemplo, algunos de los relatos provienen de otros textos, sin duda, de otros momentos, por lo tanto, también de otros ánimos (y aquí hay igualmente una nueva capa). Es decir, hay que moverse con pies de plomo. Si esta carga del trabajo de edición es siempre así, ¿verdad?, creo que estaremos de acuerdo en que se vuelve un poco más onerosa cuando el relato está vinculado directamente con la memoria. Decidimos, entonces, realizar una intervención mínima, tal vez porque también entramos en sintonía con esa memoria, con esas memorias.

Este proyecto surgió en el contexto de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado en Chile; en consecuencia, ya en cada uno de nosotros había cierto ánimo sensible a la memoria y a los problemas del olvido, al menos de ese olvido que boicotea las relaciones con lo traumático. Se trataba de recordar, de reconectarnos con unos sucesos tan determinantes para nuestra sociedad y para nuestras existencias individuales, determinaciones que no dejan de hacerse sentir porque las ignoremos, consciente o inconscientemente. Para nosotros, en la facultad, esto también es una preocupación importante, debido a rol formador que cumplimos. Un movilizador relevante de nuestra práctica docente es mostrar a los y las estudiantes por qué es necesario prestar atención a las historias individuales y cotidianas, cómo es que estas se imbrican en los procesos de transformación social, política y económica y por qué es necesario que las ingenierías piensen en ellas para no perder de vista que su labor consiste, en última instancia, en transformar el mundo para una vida mejor.

He tratado de contarles lo que ha sido, lo que ha significado para nosotros, en Beauchef, el proyecto de este libro, cómo es que se conecta con un tiempo y, como he dicho, con un ánimo. Decimos siempre tantas cosas sobre los individuos que perdemos de vista los puntos que los conectan, los lugares de encuentro que, por cierto, pueden ser terribles, como ese momento que nos convocó el año pasado y del cual surgió este libro.

No puedo terminar sin destacar que las historias individuales no solo están dentro del libro, sino también fuera. La idea de tejido, de un entramado narrativo que era, tal vez sin buscarlo, el reflejo de ese entramado social fisurado que planea sobre nosotros hace 50 años, nos trajo al recuerdo esos hermosos trabajos por medio de los cuales cientos de mujeres dieron la batalla cotidiana por la subsistencia económica, pero también se convirtieron en el sostén afectivo de sus familias y hasta de su entorno social. Me refiero a las arpilleristas de Lo Hermida y, en particular, a la familia de Gloria Gallardo, su hija Rosario y su nieta Cindy; ellas nos permitieron usar uno de sus trabajos en la portada del libro. Durante décadas han coloreado el paisaje triste, el miedo, la desesperanza mostrándonos que aun en los contextos más adversos, es posible encontrarnos y construir comunidad. Su valentía, su fortaleza, su alegría, también son nuestra memoria y un bello ejemplo, cuando campea el olvido, para esas nuevas generaciones a quienes queremos interpelar, de que otras maneras de estar juntos son posibles.

EL TEJIDO DE LA MEMORIA. 50 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO EN CHILE

Presentación en Feria del libro de Santiago, 2024
por Josefina Muñoz Valenzuela
Letras de Chile

El libro que presentamos es, en lo fundamental, testimonial y literario, y contribuirá a enriquecer y conservar nuestra memoria histórica de un momento doloroso, de años terribles, independiente de que los viviéramos o nos fueran contados o, también, ocultados, como sabemos que sucedió en muchas familias. El derrocamiento de un gobierno elegido democráticamente afecta no solo a la generación que lo vivió sino también a las posteriores, y todo ello es parte de nuestra historia.

La memoria histórica no es única porque en cada sociedad conviven grupos muy diferentes; por tanto, recuerdan cosas diferentes de acuerdo con los espacios y tiempos en que les ha tocado vivir. Todo eso implica un desarrollo de la vida marcado por muy diversas condiciones sociales, culturales, económicas, políticas, y también, sin duda, de mayor cercanía o lejanía con el poder.

Un total de 45 personas enviaron sus textos, en algunos casos más de uno, los que fueron leídos por la comisión integrada por María Torres, Eduardo Contreras y yo. El criterio acordado previamente fue la incorporación del total de textos recibidos, con la única excepción de aquellos que estuvieran muy alejados de lo solicitado, ya que no se trataba de un concurso para elegir los “mejores”, sino de un trabajo testimonial y de rescate de una memoria histórica de esos largos años de dictadura que generaron un profundo quiebre social y familiar; ciudadanas y ciudadanos de todas las edades y condiciones fueron detenidos, torturados, asesinados, desaparecidos…

Sus familias continúan buscando verdad y justicia, lo que se ha logrado en algunos de los casos. Junto a lo anterior, fue posible instalar sin restricciones el modelo neoliberal, de libre mercado, que genera mayores desigualdades de las que ya teníamos.

Los textos incluidos provienen de un variado mundo de personas, más allá de ser experiencias vividas, recreadas o solo imaginación literaria. Tienen el poder de hacernos pensar y repensar no solo nuestras propias vidas, sino las de otros, en tiempos pasados y presentes. Pero también nos llevan a pensar el futuro, uno que, al menos, reconozca e intente disminuir los altos niveles de desigualdad que vive la mayoría, porque 50 años después, más allá de las apariencias y de esa fantasía incomprensible antes y hoy día de creerse jaguares, experimenta cada día profundas diferencias en el acceso a las áreas fundamentales para una buena vida: educación, trabajo, salud y vivienda, porque tenemos un Estado debilitado por este modelo que nos constriñe, entre otras razones.

Me parece importante y me impresiona que, en su mayoría, quienes escribieron y enviaron sus textos son adultos que oscilan entre cuarenta y tantos y 80 años. La ausencia de jóvenes es una pregunta inquietante que requiere reflexionar sobre ello; este año, hace pocos meses, en mi lugar de trabajo escuché a un veinteañero profesional preguntar si aquí había habido una dictadura. Esa es una de las razones de la importancia de conservar y compartir los recuerdos, porque las dictaduras, en el caso de cualquier país, no solo generan profundas grietas en la sociedad, sino que distorsionan cómo contamos, recordamos e interpretamos nuestra propia historia.

La mayoría de quienes están hoy en estudiando en Chile en alguno de los niveles de educación, nacieron en este siglo y es probable que no sepan mucho del periodo de dictadura y sus efectos. También es posible que muchas familias hayan elegido ocultar o no compartir momentos dolorosos, así como no abrir temas que las han separado y continúan haciéndolo. Todo ello nos obliga a revisar cómo enseñamos nuestra historia, o qué significa ser ciudadanos, o si es importante la democracia o da lo mismo, en un contexto en que un sector de la sociedad mantiene vivas sus heridas -y seguirá haciéndolo- como es el caso de los familiares de personas detenidas desparecidas, en que los mayores han ido muriendo y las generaciones más jóvenes han hecho suya la lucha permanente por verdad y justicia.

Paralelamente, otros grupos continuarán justificando lo realizado porque ‘permitió salvarnos del comunismo’. Y agregado a lo anterior, una especie de consenso acerca de la importancia fundamental de lo individual por sobre lo colectivo y la negación de la importancia de la solidaridad para la supervivencia de todo ser vivo, una muestra más del peso del modelo en nuestra sociedad.

Nuevamente surgen las grandes preguntas de cómo convivimos con la memoria, el olvido (necesario también); la coexistencia de historia y memoria que estarán siempre en una relación dinámica; aspirar a tener una verdad única y saber que es imposible, porque los acontecimientos humanos serán siempre significados desde “alguien”.

Paradojalmente, la memoria solo es posible verla cuando la traemos desde el pasado al presente, proceso en el cual intervienen aspectos objetivos y subjetivos, haber vivido lo que se recuerda o solo conocerlo por otros; el trabajo de nuestro cerebro que siempre selecciona para contar una historia que, por lo mismo no será (no puede serlo) igual para todos. La Historia con mayúscula aspira a una universalidad inexistente, mientras que la memoria es básicamente personal aunque parte de ella pueda llegar a consolidarse como memoria colectiva de un grupo determinado.

Sin duda, la memoria tiene una gran capacidad para procesar imágenes, conversaciones, sueños, hechos significativos, palabras propias y ajenas, que desaparecen y vuelven a surgir desde una especie de magma. Desde allí es posible mezclar visiones muy heterogéneas y luego, hacerlas parte de la propia. El tejido de la memoria al que se refiere el libro se construye cuando juntamos nuestra memoria personal con experiencias que sí podemos reconocer como similares o propias, porque nos resultan significativas y encajan como piezas de un rompecabezas.

Así, hacemos memoria al andar no solo por los caminos que ya conocemos, sino aquellos que solo llegamos a conocer desde otras miradas, junto a otros. Atrevernos a caminar por esos nuevos caminos es lo que nos va convirtiendo en sujetos sociales y nos permite reconocer y valorar esas perspectivas diversas, porque allí está la riqueza que permite a los seres humanos convivir en un espacio y tiempo comunes, sin definirse, necesariamente, en términos de amigos o enemigos.

Los invitamos a leer y releer cada uno de estos textos, a descubrir su profundidad, a darlos a conocer, a poner este libro en el espacio público, el único con capacidad de mostrar y mostrarnos mundos a veces muy diferentes a lo que creemos que debería ser, pero que, como lo hace la literatura, abre puertas que no deben permanecer cerradas. Es importante también abrir espacios de conversación, de comentario colectivo, de opinión, de discusión sobre estos textos. Una tarea siempre enriquecedora es explorar las relaciones del presente con el pasado, aquello que a pesar de no haber vivido de manera presencial, las palabras conjuntas, propias y de otros, entre ellas, las de quienes enviaron sus relatos y testimonios, la prosa y la poesía que atesora esta publicación que, sin duda, continuará tejiendo nuestra memoria.


1 Profesora del área de Estudios Transversales en Humanidades para las Ingenierías (ETHICS), de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.
2 Josefina Muñoz Valenzuela y Eduardo Contreras Villablanca, coeditores del libro junto a María Torres Valenzuela.