Por Omar López

“El miedo nos gobierna. Esa es una de las herramientas de los poderosos, la otra es la ignorancia” (Eduardo Galeano).

Hablar o escribir desde la derrota de nuestra opción, desde una derrota tan contundente y categórica es triste pero tampoco es el fin de nuestras convicciones más puras. En lo personal y en lo inmediato, seguimos respirando con el optimismo de ser útil y estar siempre dispuesto para construir un mundo mejor, más justo y digno para las futuras generaciones. Muy contento de que haya ido tanta gente a cumplir con un deber ciudadano elemental y de constatar fríamente que, como país, estamos lejos de entender el oculto engranaje de un sistema que pondera el estatus del lucro y el individualismo antes que la dignidad de las personas.

Nuestro país, en el curso de los últimos treinta años ha sufrido una perversión y decadencia de su clase política que cruza todo el abanico de posiciones ideológicas tradicionales y por otra parte, la herencia constitucional de la dictadura (si bien, esta misma clase, consiguió romper algunos de sus candados) persiste y seguirá vivita en lo medular: un espacio adecuado a los intereses del gran capital y la negación de establecer un estado con sentido solidario que preserve el derecho a una calidad de educación igualitaria ; una vivienda digna y una salud oportuna y eficaz para todos los chilenos. Los cambios entonces, si es que vienen, vendrán en cámara lenta y el paisaje urbano seguirá creciendo en su pálida rutina de felicidad pauteada por los matinales de la tele abierta con mentalidad cerrada: Algún “reportaje” porque algún opulento instauró su playa privada por aquí; otro “reportaje” sobre la última estafa piramidal de un delincuente de cuello y corbata por allá y para amenizar la cosa, presentar a una galería de expertos en toda clase de circunstancias existenciales y domésticas. Pero el rebaño, sigue intacto.

En fin, como dice en un hermoso poema de amor el poeta español, Miguel Hernández, “el mundo de los demás/ no es el nuestro no es el mismo” sucede algo así como eco de este día que alguna vez, en 1970, fue un día tan luminoso como huella de caracol con luna. Debemos sacudirnos de esta sombra con agilidad de conejo huyendo de los perros: si el resultado de hoy la asumimos como una herida en nuestros sueños, tenemos un despertar pendiente y que implica continuar tallando la esperanza con una herramienta interminable: la emoción de vivir el día a día como otra oportunidad de crecimiento; como otra opción de cultivar nuestras libertades y estar unidos en el afán de sonreír sin pedirle permiso a nadie.

Las leyes económicas dictadas por la banca mundial no tienen patria ni bandera y sus agentes y cómplices en Chile, tienen un baúl enorme de riquezas y paraísos fiscales a prueba de cualquier crisis que, una vez más, han conseguido engañar, manipular, vender e instalar la idea de que el estado o los comunistas son el cuco insaciable, hambrientos de expropiaciones y poder. Por eso, la ultraderecha criolla está de carnaval y ahora golpeará la mesa exigiendo respeto por la constitución actual o cuando mucho, aceptando ciertos maquillajes para que la gente se tranquilice o se acostumbre al discurso “republicano”.

Por estos días, seguiremos escuchando a sus líderes haciendo gárgaras con esa dócil y conservadora… mayoría silenciosa que, a nuestro juicio, más bien parece una mayoría masoquista y espumosa.

Omar López
Puente Alto, 05 de septiembre 2022.