Cómo yo la viví

De Edgardo Hidalgo Callejas

Crónica literaria de Eddie Morales Piña

Cuando supe de este libro fue en su presentación virtual realizada bajo el alero del Museo de la Memoria. Entré en ella por una invitación en la red social del escritor y editor Jorge Calvo Rojas. En esa ocasión hubo dos personas que se refirieron a la obra, mientras el editor actuaba como el moderador. Allí también vi al autor del texto refiriéndose a su escritura del que haré un comentario y es la motivación de esta crónica literaria. El libro lo recibí días después de aquella presentación gracias a la oportuna gestión y benevolencia de Jorge Calvo.

Cuando llegó el texto, lo que me llamó la atención en cuanto a su condición como formato libro fue que no encontré una referencia al autor. Las solapillas estaban vacías de datos sobre el autor. En la contraportada, por el contrario, se señalaban otras obras del autor que estaban fuera de la órbita literaria propiamente tal, a pesar de que este término literatura abarca sentidos amplios desde hace mucho. Efectivamente, los libros del autor se ubican dentro del área de la salud. En la presentación virtual, por el contrario, me enteré de que Edgardo Hidalgo Callejas era un destacado profesional en el ámbito de las ciencias médicas. De hecho, una de las personas que se refirió al texto era médico. Lo que estoy describiendo tiene que ver con lo que diré a continuación luego de la experiencia de lectura de Cómo yo la viví.

La portada de la obra -que como lo he explicado en diversas crónicas- es un paratexto que funciona como una revelación de lo que leeremos. La imagen entrecortada del edificio universitario nos indica los senderos por los que transitaremos como lectores. El título de la obra ocupa una centralidad en tanto muestra en su tamaño tipográfico lo que se desenvolverá como historia. El subtítulo que viene inmediatamente después en una fuente más tenue ubica al lector/a en el contexto de dicho relato. El asunto – es decir, lo que vive en la tradición propia, como diría W. Kayser- tiene que ver con los acontecimientos del Chile del 73. En la portada llama la atención que el nombre del autor está ubicado en un margen inferior como indicando que la mirada debe estar puesta en lo que señala el título en mayúsculas destacadas. El subtítulo es un indicador textual para el proceso de lectura:
Una historia de sueños en el convulsionado Chile del 73.

Como la historiografía literaria lo ha estudiado y señalado con certeza en la literatura chilena contemporánea, el golpe militar del mentado año ocasionó no sólo una fractura histórica, sino que fue un tiempo que provocó también un reacomodamiento en el sistema literario. En otras palabras, el golpe se va a transformar en una temática, un asunto, un motivo literario que adoptará diversas modulaciones discursivas. El tiempo del estropicio dará origen a la literatura del exilio interior y exterior con distintas formulaciones retóricas como las denominadas técnicas del disimulo -aquellas que permitieron sortear la censura, por ejemplo-tal como lo determinó José Promis hace años atrás. Entre los formatos narrativos que aparecen en dicho contexto están las nuevas proposiciones de la novela -como la nueva novela histórica- hasta los microrrelatos, pasando por el denominado relato testimonial. De todo lo anterior, hay en la literatura chilena abundantes ejemplos.

Edgardo Hidalgo Callejas dice en un epígrafe -con connotaciones de agradecimiento- que su libro tiene una forma novelesca. En un epígrafe anterior, el autor sostiene que lo que leeremos fue escrito en 1973 y que el texto estuvo perdido por varios años y que ahora se desclasifica para sacarlo a la luz como un relato novelesco. Interesante como tonalidad borgeana. Estos datos son fundamentales para entrar en el desarrollo de la historia. Desde mi percepción como lector, la obra del autor tiene una hibridez discursiva que en sí misma es un mérito. En otras palabras, el texto puede ser leído como relato testimonial, o bien como novela. La tematización en una novela le da carácter de ficcionalidad desde el principio, mientras que en el testimonio que hace uso de recursos retóricos provenientes de la literatura hay una fusión inmediata entre lo narrado y el locutor (el autor). Ambas formas discursivas parten de la realidad, pero luego agregan lo que Vargas Llosa llamó el elemento añadido que las ubica en lo literario. El título y el subtítulo del relato de Hidalgo Callejas, por lo demás, nos hacen transitar entre ambos formatos.

Cómo yo la viví desarrolla la historia -sea que la leamos como novela o como relato testimonial- en torno a dos ejes que están claramente delimitados en los 17 capítulos que la componen. La estructura se sostiene sobre la base de estos dos pivotes narrativos: un antes y un después del golpe de septiembre del 73. El capítulo 10 se refiere específicamente a este momento, que sorprende a los protagonistas en Concepción donde han ido como académicos a la creación o formación de una Escuela en la universidad de aquella ciudad. Estos personajes son Andrea y Alvaro, los jóvenes profesionales que parten desde Santiago hacia Concepción con el fin de llevar a cabo lo que se señaló y que se verá trunco por el golpe. El narrador es una figura que domina el espacio narrativo de la historia. Es una voz narrativa que maneja los resortes del relato y de sus personajes. Un narrador omnisciente. La forma novelesca a que alude Edgardo Hidalgo en el epígrafe es, sin duda, la trasmutación de la escritura desarrollada en el mismo acontecer de los sucesos previos y posteriores al golpe con una retórica literaria. Alvaro es el alter ego del autor. El elemento añadido le da, por tanto, el carácter literario al texto yendo más allá de los apuntes que Hidalgo pudo escribir en medio de los avatares de los acontecimientos que le cupo vivir. La delimitación de la historia narrada en dos tiempos nos permite como lectores experimentar -efectivamente- el convulsionado Chile del 73, más aún si un lector/a fue también partícipe de aquellos momentos. La primera parte -o el primer segmento del cronotopo propuesto- nos revela la vida universitaria (que no ha cambiado mucho en el tiempo) con una toma incluida, donde Alvaro y Andrea se ven siendo partícipes de las demandas estudiantiles. El sueño de construir o formar una escuela universitaria del área de la salud se ve alterado por el golpe. Las secuencias siguientes son las que mejores desarrollan el carácter narrativo de la novela/testimonio de Edgardo Hidalgo donde aparecen momentos crudos como la tortura y el desaparecimiento de personas. El desenlace ocurre cuando el golpe se va consolidando y Alvaro y Andrea esperan a un/a hijo/a.

En definitiva, la obra de Edgardo Hidalgo Callejas es un texto que no dejará al lector/a impasible, pues lo narrado forma parte de la historia y de la intrahistoria de quienes habitamos en este país, que siempre ha vivido de sueños que a veces se ven interrumpidos por una pesadilla.

(Edgardo Hidalgo Callejas: Cómo yo la viví. Una historia de sueños en el convulsionado Chile del 73. Santiago: Editorial Signo. 2021. 163 pág.).