Poemas de Priscilla Beas Fernández

Crónica literaria de Eddie Morales Piña

La producción escrituraria de creación literaria en lo que respecta a la poesía lírica, sin duda, que es abundante en nuestro país -en este sentido, hay una manida frase que hace alusión a este quehacer. En otras palabras, hay una proliferación de escritura poético-lírica abundante. Sin embargo, de lo que se trata como lector crítico es distinguir entre versificadores y creadores auténticos con una propuesta estética interesante.

Cuando uno se enfrenta como lector o lectora a una obra que cabe dentro de la categoría de lo lírico inmediatamente se dará cuenta de lo anterior. Un texto lírico tiene resonancias muy diferentes a las otras formas de las manifestaciones literarias. Todas estas integran el proceso de lo que se denominó poiesis, que no es otra cosa que la creación. En consecuencia, todo aquel que trabaja sobre la base del lenguaje -más allá de las fronteras de su uso cotidiano- construye una obra literaria. En el caso específico de la poesía lírica, el lenguaje adquiere tonalidades identificatorias que provienen desde la retórica clásica, entre ellas las que producen la extrañeza del lenguaje, como la metáfora, por dar un ejemplo. A lo largo de la historia del género lírico, sin dudas, que ha habido diversos tipos de modelizaciones en la captación de la realidad y su poetización. El Barroco literario fue una forma que se expresó a través del conceptismo (Francisco de Quevedo) y del culteranismo (Luis de Góngora), en el caso de España, mientras que en el Barroco novohispánico destaca Sor Juana Inés de la Cruz. De lo que se trataba era de entrabar el discurso poético, plegarlo, con el fin de que el contenido estuviera velado. En otras épocas, el surrealismo también hizo algo parecido, en tanto que la denominada poesía de la claridad expresaba lo contrario.

Dicho lo anterior, la experiencia de lectura de los poemas de Priscilla Beas Fernández nos permite aseverar que nos enfrentamos a un texto que está dentro de la categoría de lo lírico en su expresión más prístina. La autora nació en Viña del Mar en 1979, estudió Licenciatura en Artes en la UPLA y luego Pedagogía en Artes en la UNAB. De acuerdo con lo que se lee en la contraportada, ha divulgado su producción lírica en diversos medios nacionales y extranjeras, por lo que se deduce que este poemario es el primero que recoge parte de dicha escritura.

El texto tiene un hermoso título que en sí encierra un contenido metafórico. El mismo título pudiera servir para una obra narrativa. Pero, Las formas de lo cotidiano, nos lleva y conduce a un ámbito distinto. Estamos en presencia de la poiesis dentro de los márgenes de lo lírico. Más aún, en la propia portada se indica al lector que el texto de Priscilla Beas Fernández está en la colección Versosurbanos (sic). Esta denominación también es un indicio de la textualidad que se desplegará en la experiencia de lectura. La tematización poético-lírica transitará, por tanto, en este espacio que podríamos denominar citadino, pero donde aflora lo no urbano de vez en cuando, por cuanto la autora vive en un lugar donde hay este ensamblaje de ambos. La hablante lírica que se muestra a través de la escritura centra la aprehensión de la realidad social y personal en la espacialidad de la urbe. La ciudad -en contraposición al campo- es un tópico literario de vieja raigambre. Pero bien sabemos que los tópicos tienen este carácter: se reactualizan y resemantizan en el devenir temporario.

Las formas de lo cotidiano coloca el énfasis precisamente en el complemento del nombre que se expresa en la denominación identificatoria del poemario. Lo cotidiano o la cotidianeidad es el acontecer diario. Es la experiencia individual de cada persona, la intrahistoria unamunesca. Para la poeta Priscilla Beas es dicha realidad la que gatilla el proceso escriturario y lo transmuta en su expresividad emotiva, donde prevalece el lenguaje lírico para expresar las distintas formas de la aprehensión poética. Por tanto, las formas de lo cotidiano son las diversas maneras en que se concreta el transcurrir del tiempo diario de la hablante lírica. Desde los poemas que podríamos ubicar en la tematización amorosa hasta aquellos que apuntan a una contingencia reciente. La poeta desde la perspectiva poética con que asume la cotidianeidad se nos revela como una voz potente, íntima y profunda, una voz que maneja el lenguaje con una transparencia y cadencia que suena al oído en la lectura como haciéndonos partícipes de las mismas formas del acontecer que es transitorio, porque cada día tiene su afán. Sin embargo, hay hechos del acontecer que permanecen y afloran convirtiéndose en un acicate motivacional de la escritura.

En la breve presentación inicial del poemario, se dice que estamos frente a una plaquette de la autora. Es interesante nombrar así al texto, pues es una palabra que tiene una historia y prestigio en el quehacer literario desde el siglo antepasado. Recuperarla para la obra de Priscilla Beas Fernández es un acierto. Una plaquette siempre fue una obra pequeña donde se daba a conocer a un creador literario. En este caso, el formato es pequeño, pero lo leído es grande en la experiencia de lectura.

(Priscilla Beas Fernández: Las formas de lo cotidiano. Los Andes, Aconcagua. Editorial Ñirre. 2021. 34 pág.)