Un libro de Gustavo Poblete Bustamante
por Jorge Calvo, escritor / Letras de Chile
En el Museo de la Memoria, el próximo miércoles 6 de octubre, a las 18,00 horas, vía Face LIVE, la Sociedad de Escritores de Chile, SECH y SIGNO Editorial presentan un libro testimonial, que entrega un contenido medular y sin duda aporta una perspectiva más amplia para considerar aspectos cruciales de nuestra historia reciente. El texto nace de una fuente directa, es testimonio de la experiencia de un hombre que desempeñó un papel protagónico, junto a muchísimos otros, en circunstancias complejas. Su voz enfatiza y destaca el papel estratégico y decisivo que, un sin número de personas sencillas, desempeñaron en condiciones adversas para recuperar la paz y la democracia en nuestro país. De un modo franco y a buen ritmo el relato expone los episodios claves que precipitaron la tragedia. Todo se inicia a plena luz del día, con elecciones libres, en una república democrática. La implementación de un programa popular agudiza la confrontación entre los sectores sociales y, al caer la noche todo está ardiendo. Se declara una guerra. De pronto, dos hombres, se miran cara a cara, uno de ellos se dispone a destrozar al otro; un hombre amarrado que lo mira. El dialogo y la democracia han desaparecido. Comienza un oscuro tiempo de desprecio y persecución. Día tras día las victimas aumentan. Distintos partidos y organizaciones políticas se ven sometidos a un castigo en ausencia de justicia. La opinión pública conoce hoy gracias a la labor de investigación periodística y declaraciones como las de un personaje llamado El Mocito, que entre los años 1976 y 1978 dos direcciones centrales completas del Partido Comunista fueron exterminadas, en una casa secreta de los servicios de seguridad, en calle Simón Bolívar altura 8.000 de La Reina. Este libro cuenta en directo, las medidas que las personas que resistían a la dictadura debieron adoptar para impedir que el exterminio continuara. ¿Era correcto? “Hicimos lo que había que hacer”.
Mi primera reacción al leer estas páginas fue la de comprender que llevo muchos años atorado. Sin duda todos vivimos, y fuimos parte -a veces como actores y otras como testigos- de muchos de los acontecimientos que aquí se rememoran. En el momento sorteamos los sucesos sorprendidos e incrédulos. A menudo impactados, sabiendo que no disponíamos del tiempo para analizar y discutir, pero seguíamos adelante convencidos de que algún día llegaría la ocasión de hablar de tanta atrocidad. Y del valor. No se puede vivir permanentemente en ascuas, buscando a los hermanos muertos. Necesariamente llega la hora en que las cosas se apaciguan y existe tiempo para la fraternidad, la paz y considerar lo vivido. Este es el aspecto central -en lo que a mí respecta- de este libro.
Reseñar un libro de estas características, que involucra experiencias de numerosos seres -mujeres y hombres de diversos pareceres- combinados con la perspectiva y los valores del autor, nos invita a considerar otras vivencias sobre este tema, al respecto quisiera citar a Fernando Villagrán que señala: “Debo decir que con una experiencia simultánea y paralela a la de Gustavo, con otra suerte y vicisitudes, también alejado de una militancia política que nunca podrá ser la de entonces, comparto el sentido de esa lectura y reflexión final de nuestro autor tras un relato testimonial que revela y trasluce una experiencia necesaria de conocer en la trastienda de la negra historia de nuestro país que han intentado esconder los poderes fácticos que crecieron en el dominio de la economía y las aún condiciones miserables de vida de millones de chilenos, en base a los crímenes y la indecencia de una gestión delictual del dictador y su entorno civil y uniformado.”
La hora de las siluetas: una política en las sombras, es un libro construido sobre una situación vital: proteger y preservar la sobrevivencia de hombres y mujeres empeñados en recuperar la democracia. A continuación, un fragmento.
“URGENTE, SALVAR LA DIRECCION DEL P.C.
Aquel día de fines de 1980 hacía calor, caminaba por la calle Ramón Carnicer hacia el sur, doblé por calle Eulogio Sánchez, en dirección a la Av. Vicuña Mackenna, después de haber estacionado el auto unas cuadras más atrás, iba a encontrarme con un compañero, de quien, por supuesto sólo sabía su chapa, Ricardo.
Recuerdo que avanzaba a paso lento por Av. V. Mackenna hacia el sur, tratando de ser un ciudadano común, que va por la ciudad haciendo trámites, va rumbo a un almuerzo o simplemente camina envuelto en sus pensamientos cotidianos y domésticos. Apuré un poco el paso para llegar a la esquina justo “a la hora señalada”, divisando a pocos metros a mi contacto, que calzaba con la descripción que me habían dado, era justo mediodía… En esa ocasión me correspondía decir la primera frase de la contraseña. Luego de oír la respuesta correcta, nos dirigimos hacia un lugar tranquilo. Caminamos hacia el parque Bustamante por Viña del Mar, una calle de principios del siglo XX, con una Arquitectura basada en las viviendas inglesas de fachadas continuas. Seguimos avanzando y acercándonos al parque e íbamos hablando de cosas cotidianas conociéndonos, tanteándonos, tratando de entrar en confianza el uno con el otro, así llegamos a sentarnos donde conversamos más tranquilos los temas que nos convocaban.
Me planteó que la reciente dirección del comité central, le había encomendado que me contactara para abordar una tarea importante de la organización y que debíamos desarrollar lo más pronto posible. Comenzó a explicarme, que nuestro encuentro tenía que ver con la situación de la dirección del partido en los últimos años, que había tenido reveses fuertes y destructivos. Refiriéndose a las dos direcciones que la dictadura había desbaratado y asesinado. Después entró a explicarme el objetivo central de la reunión. La dirección había acordado que, para detener esta sangría, había que crear un equipo, que se encargara de organizar una instancia que le diera plena seguridad a los compañeros de la dirección actual, para funcionar con tranquilidad en su trabajo político y en sus vidas privadas, ya que eran personas dedicadas a full al trabajo del Partido. La instancia propuesta implicaba que no podía volver a caer ninguno de ellos en manos de la dictadura.”
A modo de prologo el libro se inicia con una cita de El Gran Juego:
…” Al llegar al término de su camino, todos los hombres recuerdan en particular una época privilegiada del mismo que los dejó marcados con mayor intensidad que las demás: cuando yo contemplo los setenta años ya transcurridos de mi vida, considero que lo más importante de ella es lo que me sucedió entre mis treinta y mis cuarenta años de edad: la época de la “Orquesta Roja”. Cierto es que el drama me acechaba entonces en todos los recodos del camino y que el peligro era mi más fiel compañero, pero de tener que comenzar de nuevo, gozosamente volvería a hace lo mismo” … Leopoldo Trepper “El gran juego”.
Hoy día, en circunstancias que los habitantes de esta larga y angosta franja de tierra aun se esfuerzan por terminar definitivamente con las tenazas heredadas de la dictadura y por doquier estalla la esperanza de fundar una nueva Carta Fundamental la lectura de este testimonio asoma como imprescindible.
La Hora de las siluetas
SIGNO Editorial
Tamaño 15 x 24 cm.
Jorge Calvo
Escritor
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…