Comentario de Martín Parra Olave
Pareciera ser que el amor es una especie de fuerza que impulsa movimientos en diferentes sentidos. Por un lado, mientras este existe y se disfruta, su energía está del lado de la felicidad. Sin embargo, cuando ese mismo amor tiende a desaparecer, las ondas que lo movilizaban parecen acercarse más a la angustia y el dolor.
En la novela Miedo (Zuramérica, 2021), originalmente publicada en el año 2007 bajo el título de Fear, su protagonista es un hombre atormentado por la pérdida de un amor y una existencia invadida por los vicios y la soledad, iniciando un viaje a través de diferentes ciudades para huir de aquello que lo persigue.
Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es un prolífico autor de novelas, cuentos y ensayos. Su apuesta en este trabajo parece estar centrada en la existencia del ser humano y su relación con el mundo que lo rodea, un espacio donde la fragilidad y el malestar se transforman en una vida caótica, cuya travesía es un acontecimiento de permanente huida, donde las vacilaciones y los miedos son el monstruo que persigue a este narrador que escapa de manera continua, tanto de unos perseguidores como de sus recuerdos y fantasmas:
“Mi análisis fue tan profundo que me llevó a las lágrimas. Me vi en la más absoluta soledad en ese bus, a oscuras. Por no confiar en mis amigos, ahora ya no había remedio. Tenía que seguir huyendo…hasta de los ruidos”.
Y durante toda la narración está presente este permanente exilio. En ningún lugar parece estar cómodo, en cada ciudad o pueblo no puede permanecer demasiado tiempo, pues la incertidumbre y el miedo a que lo encuentren se apodera de él. Su vida se transforma en un permanente escape, una suerte de viaje sin fin ni destino, donde cada parada es por un breve plazo de tiempo.
Sin embargo, este desplazamiento constante termina por cansarlo y comienza a extrañar a sus cercanos: “Pienso que echaba de menos esa tranquilidad que brinda la vida en familia… pero esos recuerdos, lejos de contentarme, me pusieron tremendamente melancólico, pues me daba cuenta que yo no era capaz de amar: ni siquiera a mis padres y hermana”.
Su huida es el salvoconducto para no compartir con nadie de forma prolongada en el tiempo, pues se siente, además de perseguido, imposibilitado de amar. Sus esporádicas compañeras de viaje son nada más que eso, una compañía mientras consigue droga en la ciudad que esté.
Un elemento que se va repitiendo a lo largo de la narración, como un agradable recurso para complementar las imágenes, es el uso de la música como una forma de acompañar al protagonista:
“Me siento en una de sus gradas, saco el aparato de mi mochila y me pongo a escuchar Clix Modernos de Charly. Su música y letra son como respirar para mí. De inmediato me siento entero. Necesitaba algo conocido para seguir deambulando por las calles.”
Plasmando de esta manera el poder transformador de la música, que además está en las menciones a Lucybell, Fito Páez y Portishead, entre otros.
Miedo se inserta en el corpus de aquellos trabajos narrativos, donde el protagonista es un sufrido y atormentado ser, que se encuentra en permanente huida, sin saber muy bien hacia donde se dirige, pues lo relevante es escapar de sus miedos.
Con una prosa elocuente y dando claras muestras de un correcto manejo de la técnica narrativa, este trabajo de Ricci es una interesante mirada al mundo contemporáneo, cada vez más solitario, invadido por la droga y el peso de la angustia.
Cualquier parecido con la realidad sólo coincidencia.