por Omar López, poeta y gato

Nosotros estamos construyendo una nueva herida. Futuras generaciones de chilenos, tal vez en unos cien años más, si todavía hay planeta y aún nos queda país, posiblemente encuentren en los libros de historia, si es que hay libros, la marca o cicatriz que, hora a hora, día a día, atraviesa el mapa tembloroso de nuestra sociedad. Una sociedad caracterizada por la frenética competencia del consumismo y un individualismo intransigente que ha conseguido atomizar todo tipo de organización comunitaria o los espacios donde pueda surgir un pensamiento de mayor humanismo o sentido solidario. El actual gobierno, elegido por una poco representativa mayoría de masa electoral que, aparte de demostrar un absoluto analfabetismo político hoy es víctima y cómplice de las actuales circunstancias, continúa aplicando un discurso de extirpe clasista e inhumana. Las estadísticas de otros países para comparar los índices de desgracia es una burda manipulación del “inconsciente colectivo” para aquietar aguas y pretende ocultar los desaciertos e ineptitudes de una administración errática, fría y pragmática en el manejo de los recursos.

Los llamados “sectores populares”, “vulnerables”, en medio del hacinamiento, de las ollas comunes, de los centros de salud colapsados, la cesantía y los clanes de narcotraficantes es la otra “zona de sacrificio” …que Piñera y Cía. saben dosificar en cajas de alimentos y bonos y más bonos, prórrogas de deudas, prorrateo de cuentas, rebaja de intereses, etc., etc. Pero el modelo no se toca y los impuestos a la riqueza, es solo un chiste oportuno, pero de mal gusto. No es casualidad ni un sello del virus que esté matando a los ancianos y los enfermos con patologías previas. Hay un sistema pre determinado que aplica una estrategia sin anestesia alguna y en medio del aislamiento de cada enfermo, los abandona a su suerte en una camilla de pasillo, ambulancia o silla de ruedas. Basta con sedarlos, prohibir visitas y esperar un par de días para incorporar a esa persona a la población de mortandad. Por otra parte, el personal de salud desde cirujanos hasta el portero está con un nivel de agotamiento físico y emocional extremo y en consecuencia la atención, las energías y el cuidado disminuyen en calidad de tiempo y experiencia.

Si nuestra población no obedece las normas impuestas por el Estado es porque se está debatiendo entre la ignorancia y la desesperación. El mundo de plástico inculcado por 40 años o más está derritiéndose y contaminando con su humo a todo ser viviente. Es la invisible pero eficaz dictadura del dinero y los accesorios que expanden la superficialidad del ser y la arrogancia de las marcas. Es la perversión en colores y HD de una generación enferma de exitismo y publicidad. Las redes es un mercado persa de egolatría, sentimentalismo, soledades asfixiadas de vacío y gurúes de todas las especies. La red lo único que tiene de real es el nombre porque, atrapa, enreda, subyuga, mecaniza y robotiza y, sobre todo, hecho muy a la medida del sistema, esclaviza el tiempo y la sensibilidad de cualquier acto humano y cotidiano.

A propósito, ayer me llegó un celular nuevo, con aplicaciones para mí absolutamente desconocidas. Mucha gente dice que el WhatsApp es práctico, inmediato, cómodo o entretenido, pero por ahora, todavía no comienzo a pagarlo y ya estoy arrepentido. Ahí lo tengo, apagadito.