por Cecilia Ibarra

Este es el libro de Poli maestro. No van a encontrar aquí cuentos del escritor, ni su mano en la selección de los textos, como en nuestro libro anterior. Es la presencia del maestro y sus talleres la que origina y empapa cada historia.

En palabras del prólogo de Francisco Véjar, «¿Están escribiendo?, [es un] libro que reúne cuentos, testimonios, homenajes y trabajos de los miembros de su taller […] Este volumen es una especie de álbum de variada invención y lo más significativo de sus páginas es que están transidas por su legado».

La decoración de la sala, obra de la tallerista Rosario, trae a México a este encuentro. Como dice también el prólogo de Francisco, Poli amaba ese país que lo acogió en dos momentos importantes de su vida, y donde lo leen más que en Chile. En México, Poli empezó sus talleres, publicó un libro con los cuentos de sus talleristas basados en un ejercicio de pie forzado, el mismo que da origen a un grupo de los cuentos en este volumen.

Les voy a contar que hacer un libro de Poli maestro de talleres tuvo su polémica, incluso ayer, en nuestro encuentro de todos los jueves. Se armó algo de discusión respecto a cómo presentar este libro. Hay quienes pensamos que Poli había desarrollado una manera de guiar, hay quienes argumentan que Poli era enemigo de métodos y recetas para escribir. Todos estamos de acuerdo en que un libro metodológico sería traición, por eso este es un libro de cuentos en el que compartimos lo que aprendimos de Poli, y así practicamos algo de la generosidad que nos mostró siempre.

El taller que nos legó es un lugar de encuentro para leer, discutir, hacer literatura. Cada uno recibió orientaciones particulares, Poli recomendaba leer a Alejandría a quien practicaba con distintas voces y a Rulfo a quien escribía historias que se lo recordaban, y a la semana siguiente llegaba con el libro para prestarlo. Nos traía también los libros que le regalaban, los que reseñaba o había presentado, para que circularan entre los talleristas. El ambiente del taller era y es de tertulia, no falta el vino tinto, algo que lo acompaña. Para Poli su whisky y la conversa involucrada y ordenada con sus turnos para comentar y recibir críticas. Nos gustaría que este libro lo lean personas que se juntan a leer en otros talleres, con los que compartamos este gusto por los encuentros literarios.

El taller también lo hacen los amigos de Poli (los del GAP, o Grupo de Amigos de Poli). Un par de veces al año él los invitaba a conversar sobre un libro que nos pedía leyéramos con antelación, conversar con el o la autora es un privilegio. Esta tradición continua, porque los GAP siguen amadrinando y apadrinando su taller, prueba de ello es que tengamos a estos dos magníficos presentadores, Diego Muñoz y Sonia González, y a Francisco Véjar en el prólogo.

A Poli le importaba que el taller siguiera. Más de una vez dijo en el hospital que debíamos iniciar una nueva etapa, El Taller de Poli Délano 2 por Eduardo Contreras. Nos dejó bien encargados. Eduardo fue el principal motor de este libro y, además de un gran escritor, es el mejor guía para el taller. Gracias, hermano.

Este libro es un homenaje a Poli Délano, al maestro que solía preguntarnos, incluso en sus últimos días en el Hospital, ¿están escribiendo? Aquel que, cuándo veía que nos faltaba tema, nos daba ejercicios para soltar la pluma. Hemos querido compartir nuestros recuerdos de Poli y de su efectiva metodología. Él decía que podía asegurar que quienes asistían regularmente al taller y se esmeraban en seguir su método inevitablemente mejoraban la prosa. Esa ha sido mi experiencia al observar cambios personales y en los compañeros y compañeras del taller. Creo que en cada reunión aprendemos a escribir mejor y también a ser mejores críticos y, sobretodo, a pasarlo bien juntos, criticando textos y no personas, compartiendo la pasión por las historias bien contadas.

Seguimos escribiendo Poli, y el taller se reúne todos los jueves para comentar los dos cuentos de la semana y, cuando faltan lectores, alguien se acuerda de un ejercicio y lo propone como tarea. Gracias, Maestro.

Tus talleristas.