por Bartolomé Leal
Nuestro cófrade en la novela negra Pepe Gai fue un hombre multifacético como artista, al borde de la genialidad, y un personaje casi sublime por su cordialidad y bonhomía. Mientras desarrollaba su prolífica obra pictórica en la caricatura, el comic y la pintura, Pepe Gai producía cuentos y novelas en la gama policiaca que fueron destacadas como entre lo mejor que se ha producido en nuestro medio. En el ámbito latinoamericano su nombre también rutilaba y era con frecuencia invitado a eventos del género.
Sus biografías señalan sus contribuciones a la prensa nacional, ya que era periodista, en especial en diarios como Las Últimas Noticias, Puro Chile, La Nación Domingo y más recientemente El Día. Allí se impregnó de la cultura de la crónica roja y así derivó sin duda su llegada al género noir. Inolvidable la portada de LUN donde recrea el fusilamiento de los carabineros psicópatas de Viña del Mar, Sagredo y Topp Collins, un evento que le tocó cubrir.
El mismo reveló su interés por expresarse en literatura. En una conversación con el escritor Gonzalo Hernández expresó: “Yo diría que a raíz del golpe ‒pero no sé cuándo‒ fue que dije: ‘Este asunto no viene muy bien’, y pensé que debía escribir algo de ficción; nunca me lo había planteado, a diferencia de algunos amigos de periodismo que siempre escribieron o dijeron que querían escribir. Eso para mí vino después”.
Pero José Gai nunca abandonó su veta pictórica. Desde la primera versión de Santiago Negro, organizada por la cooperación española en 2009, donde no solo contribuyó en mesas literarias sino que también con ilustraciones que animaron las páginas de A Tiro Limpio, la revista que en 6 números acompañó al festival donde participaron eminentes figuras internacionales y nacionales del género. Pepe Gai se lució con caricaturas que fueron mostrando las diferentes etapas del encuentro, como la que sigue, aparecida en el último número de la revista.
Pero yo tengo un recuerdo antiguo de José Gai. Hacia fines de los años 80 un grupo de críticos y cinéfilos (entre ellos José Román, Héctor Soto, Sergio Salinas, Alberto Fuguet, Daniel Olave) sacamos una revista de cine llamada ENFOQUE, cuyo objetivo era hacer análisis del cine con los conceptos que se manejaban en la crítica internacional, en especial la revista francesa Cahiers du Cinéma. Era una apuesta, porque por una parte el cine había sido desde hacía tiempo materia de estudios en el país, y los críticos de los diarios de entonces hacían su tarea en forma digna, independiente de las presiones comerciales. Pues allí colaboraba esporádicamente don Pepe Gai, que era un cinéfilo a toda prueba. Una de estas colaboraciones es la que sigue, uno de los más bellos homenajes que he visto al cine de todos los tiempos.
José Gai tenía sus opiniones respecto a temas de la política, la literatura y el arte. En esa misma entrevista de Gonzalo Hernández se expresó así: “Empecé a escribir cuentos, directamente, y ya en el segundo o tercer año del taller de Alfonso Calderón (que fue el último que estuve con más constancia, porque por cuestiones de trabajo periodístico tenía poco tiempo), tiré un par de capítulos o fragmentos de una novela. Mucho después, cuando la logré terminar, pasé a Las Manos al Fuego. Ya sabía que la quería escribir, sabía lo que quería hacer, tenía claro que iba a ser una novela negra, porque había decidido cobijarme de cierta manera en el género, seguir algunas pautas de ese tipo de novela. Aunque hoy no tengo gran certeza de si es estrictamente novela negra; yo en realidad quería escribir una historia de reencuentros y personajes”.
Pepe Gai no paró de escribir relatos y en una antología que publicamos en Cochabamba (2015) un grupos de autores noir, nos hizo una portada con caricaturas nuestras que hizo escuela, y que todos guardamos con cariño por el ojo certero que él puso al hacerlas, a partir de una foto tomada en el bar Unión Chica en el centro.
Tal vez su última publicación literaria fue el cuento “Justiciero” que forma parte de la compilación Santiago Canalla (2019), donde Pepe Gai aporta con un relato que combina texto e imágenes, negrura literaria y comic, un experimento que hasta donde sé ningún colega había intentado. Él podía hacerlo y cumplió con el cometido, a pesar de estar tan gravemente enfermo como estaba. Artistas como José Gai se dan raramente en la historia del arte, celebramos haberlo conocido y disfrutado de su talento. Lamentamos su dolorosa partida.
Nancy no solo ha entendido el texto, sino que lo ha vivido, y nos invita a hacer lo mismo con…