Por James Petras

 

El director de un centro de investigaciones invita a su madre provinciana a visitarlo a Santiago. Llega a recogerla al aeropuerto con su nuevo Peugeot.

– ¿De dónde sacaste este hermoso auto? –exclama ella, mientras mira todos los chiches del tablero.

– Lo financió el Instituto. Lo necesitaba en mi investigación para derrocar a la dictadura –contesta a su madre.

Cuando llegan al hogar del hijo en una zona residencial, la madre queda con la boca abierta.

– ¿De dónde sacaste esta hermosa casa?

– El Instituto la financió. Debemos vivir en condiciones adecuadas para seguir nuestra investigación para derrocar a la dictadura.

Entran al comedor, donde los espera el almuerzo: una mesa cubierta de mariscos, carnes, ensaladas, fruta y buen vino. Mientras come con entusiasmo, ella pregunta:

– ¿De dónde sacaste semejante almuerzo?

– El Instituto lo financia. Necesitamos alimentarnos bien para continuar nuestra investigación sobre el derrocamiento de la dictadura.

A esta altura la madre se rasca la nariz y susurra:

– Cuida, hijo, de que no derroquen a la dictadura y pierdas todo esto.

 

James Petras, en “La metamorfosis de los intelectuales latinoamericanos”.
Revista Contrarios Nº 2, Madrid, 1989