Por Ramón Díaz Eterovic

Recientemente visitó nuestro país el escritor Liu Zhenyun, uno de los autores más destacados en el actual panorama de narrativa china, traducido a una veintena de idiomas, incluído el español. Fue invitado por la sede chilena del Instituto Confucio, realizando charlas en Arica y Santiago, junto a su hija cineasta Liu Yulin, directora de una cinta basada en textos de su padre y con la que ha obtenido importantes críticas y galardones. Su charla en Santiago la realizó en la antigua sede del Congreso Nacional, donde expuso sobre sus inicios como escritor, sus estudios de literatura y las principales características de su ya extensa obra.

Liu Zhenyun (1958) ganó en 1988 el premio Nacional de Cuentos con su libro El pueblo Tapu, y en el 2011 el Premio Mao Dun por su novela Una palabra vale más que diez mil. Parte de su obra se inserta en lo que se llama “el nuevo realismo”, tendencia en la narrativa china que pretende dar cuenta de los cambios que acontecen en el país, a través de historias cotidianas, protagonizadas por personajes comunes que intentan dar un sentido a sus vidas en una época de cambios en la que tradición y modernidad pugnan por imponer sus valores. Liljana Arsovska, académica del Colegio de México y traductora de Liu Zhenyun, señala que “el nuevo realismo literario, donde los críticos literarios chinos ubican la obra de Liu Zhenyun, se caracteriza por eliminar las fronteras entre literatura y realidad. El escritor, siendo sólo un vehículo que refleja la realidad, intenta abstenerse por completo de emitir juicios propios: deja que los personajes hablen; deja que “la realidad” transcurra, sin forzarla, sin orientarla; tan solo se limita a registrarla”.

Un recorrido por tres de sus novelas traducidas al español se puede comenzar con “Yo no soy una mujerzuela”, en la que Liu Zhenyun apunta sus críticas hacia la burocracia y la corrupción. Dos males que hacen decir a uno de los personajes: “La corrupción y las conductas poco éticas son nuestro mayor dolor de cabeza porque provocan el mayor descontento del pueblo. Día con día, la corrupción se agrava (…) El agua sostiene el barco; pero también puede voltearlo”. La historia se centra en Liu Xuelian una mujer que se ha divorciado de su marido para esquivar la política de hijo único y proteger de ese modo a la hija que porta en su vientre. El divorcio es parte de un acuerdo con su marido y por lo tanto se supone falso. Pero, el marido piensa de otra manera y a poco andar contrae matrimonio con una nueva mujer. Desde ese momento, Liu Xuelian decide conseguir que un organismo judicial declare falso su divorcio. Pero, las cosas no serán fáciles para la mujer y durante muchos años deberá recorrer los distintos escalones de la burocracia gubernamental para obtener el dictamen que precisa.  Liu Xuelian se constituye en el prototipo de la mujer que rompe las barreras que le impone el medio y es capaz de revolucionar su entorno por una causa que considera justa.

En su novela“Teléfono móvil”,Liu Zhenyunnarra la vida de Yan Shouyi, conductor de un programa de televisión que se caracteriza por sus erráticas decisiones, y que un día deja su teléfono en casa desatando una serie de cambios en su vida. Utilizando el celular, su mujer descubre sus engaños, luego tiene problemas con su amante y finalmente llega a su vida una conviviente con la que tampoco las cosas son muy apacibles. Todo esto, más una serie de buenas historias paralelas, está contado en tono de comedia, pero tras el acento irónico o humorístico hay una aguda mirada a la sociedad china actual; el modo en que se desarrollan las relaciones sociales y económicos, el deseo de poder y dinero rápido; los cambios tecnológicos y materiales que intervienen de pronto en las vidas, como un tornado que las despoja de contenidos y valores. En la novela casi todos mientes y participan del juego de las apariencias. Muchos buscan contactos para obtener mejores trabajos; y los pocos que parecen ver las cosas claras son los personajes de pueblo o los ancianos que siguen viviendo a otro ritmo, sin el avasallador deseo de poseer cosas materiales o éxitos que pueden desvanecerse de un día a otro.

Liu Zhenyun nos muestra una sociedad donde hay más medio de comunicaciones, pero no necesariamente una mayor o mejor comunicación. Las parejas se comunican todo el día, pero no se dicen nada; y lo que es peor, y como le ocurren al protagonista de la novela, los mensajes se confunden o se difunden cuando no se desea. La vida privada ha desaparecido, la intimidad puede transformarse en una escena pública, las mentiras se hacen cada vez más difíciles de sostener. “Teléfono móvil” es una buena y atractiva novela. Su estructura y desarrollo están en función de una historia que no deja de fluir de una situación a otra, con progresivo interés. La novela es un logrado retrato de un sector social de China, fascinado con el mundo propuesto desde la tecnología y el consumo; y al mismo tiempo muy frágil respecto a la construcción de relaciones sólidas.

En otra línea narrativa se encuentra la novela de Liu Zhenyun “De regreso a 1942”, la que los estudiosos de la narrativa china actual ubican en lo que se denomina la “nueva novela histórica”, tendencia narrativa que ha tenido un gran impulso en China desde 1990 a la fecha. Se trata, en términos generales, de novelas que describen distintos episodios de la historia china contemporánea, no desde la perspectiva de los grandes hechos o de personajes destacados, sino que desde el testimonio de personas comunes que fueron testigos o protagonistas de los sucesos que se abordan.  En “De regreso a 1942”, Liu Zhenyun trabaja con entrevistas y artículos de prensa relacionados con la gran hambruna y posterior plaga de langostas que asoló durante los años 1942 y 1943 a la provincia de Henan, ocasionando la muerte por hambre de más de 3 millones de personas. En esa fecha, China estaba gobernada por el Partido Nacionalista, encabezado por Chiang Kai-shek; y parte del país se encontraba invadido por los japoneses a causa de la guerra desarrollada entre 1937 y 1945. La hambruna de Henan fue por años un episodio omitido en distintos recuentos históricos.

En 1942, la provincia de Henan sufre una intensa y prolongada sequía que afecta drásticamente los cultivos de trigo y otros cereales. La situación es grave, pero nadie, empezando por el líder Chiang Kai-shek, parece preocuparse por la situación que vive en la apartada provincia. El gobierno está más preocupado de los avatares de la guerra y de las disputas con el Partido Comunista. Se seguían cobrando impuestos a los empobrecidos agricultores y además, éstos debían contribuir con forraje para la alimentación de los animales del ejército. La desgracia cae sobre los campesinos cuando se hace evidente la falta de comida. Son treinta millones de personas sometidas a una situación extrema.

Liu Zhenyun describe toda esta situación con cuidadosos detalles y apoyado en documentos de la época. Se explaya en las manifestaciones de la hambruna y la reacción de la gente que va desde alimentarse con hojas, cortezas de árboles y animales domésticos, hasta caso de asesinatos por una ración de trigo. También se describen las dolorosas escenas que se producen cuando los hambreados campesinos intentan salir de sus pueblos utilizando el tren o emprendiendo desesperadas caminatas.  El relato de Liu Zhenyun es sobrecogedor. En una de sus partes, cuenta: “Cuando las cortezas de los árboles, los hierbajos y la leña se acabaron, la gente comenzó a vender a sus hijos e hijas. Se iban vendiendo según la posición dominante en el seno de las familias. En ese momento los sentimientos, la relación entre los miembros familiares, las costumbres y la moral desaparecieron; la gente sólo pensaba en cualquier método para poder comer, porque todo estaba dominado por el hambre. Los niños varones de nueve años se vendían a cuatrocientos yuanes, los de cuatro a doscientos yuanes, las muchachas se vendían en los prostíbulos, los muchachos para ser reclutados en el ejército”. Los primeros en socorrer a los hambreados son algunas misiones religiosas extranjeras, y más tarde, sin poder mantener la indiferencia demostrada hasta el momento, lo hace el gobierno, a través de planes de ayuda que en muchos casos terminan siendo ineficientes por la negligencia de los burócratas a cargo de implementarlos. Como apunta Liu Zhenyun, la orden de entregar ayuda impartida por Chiang Kai-shek, fue “una farsa de publicidad para exhibir sus acciones al pueblo, al mundo, a los extranjeros y sus gobiernos”.

Cincuenta años después de estos hechos, Liu Zhenyun volvió a su provincia natal y obtuvo los testimonios que nutren su relato. Su mirada está puesta sobre los protagonistas directos, muchos de los cuales vieron destruidas sus familias para siempre. Su libro está entre los conmovedores relatos que han dado cuenta del horror al que fue sometido el hombre durante el siglo XX.