Claudia VilaPor Claudia Isabel Vila Molina

Señales climáticas

El humo que satura el aire me habla de usted como un primer anticipo de su llegada. Los cielos despoblados comienzan a emitir sonidos.  Usted altera las corrientes de nuestra tibieza y enciende los cuerpos, sabe que el viento es el culpable de su abandono. Luego aúlla sobre estos lugares y las olas sobrepasan los diques para romper nuestras construcciones.  “Es solo el silencio” dice su voz amarrada a los postes de esta ciudad carcomida por la catástrofe.

Utopía

Nuestra casa ondea como una esperanza

enlazada a un sueño.  Aquí crecieron nuestros hijos

y nos hicimos viejos esperando la próxima visita.

Nostalgia

En algún lugar de la memoria

el presente nos tiñe de soledad

y si caemos

caeremos suavemente por las escaleras

para escabullir el eco

de otros rastros.

Cotidiano

Las esquinas de la casa

guardan arañas entre sus huéspedes

nos escondemos a la hora de la siesta

cuando el sol cae directo sobre la luz

y no hay obstáculos

para presenciar el temblor de hojas que se dilata

hasta que la carne es un aparato televisivo

sobre la mesa de noche.

Caótico

Ella se desnuda

desde su cabello la pintura negra  

brilla dejando muertos sobre la ciudad

en la penumbra sus rostros son reflectores 

y sus cuerpos obstinados se sacuden

los desperdicios.

Saciedad

Tocas mi cuerpo la leche

vaciada sobre ti insulta una a una tus goteras

de viejo techado en invierno la leche

sobre nosotros desprende los líquidos

que nos atan a este lecho crepuscular

y de pronto

vaciados como dos embriones

el sol apaga a latigazos nuestro único

atributo

leche de bolsa que desenvuelve el guiño de

tus manos enlazadas a otras ruinas

ser de ti el alimento que calienta tu boca

y la contiene ansioso como estamos así

en nuestras cuevas solos cada uno

perdidos hasta la saciedad.

Lejano

Si hoy escribo es para conservar el rumor de aguas que dejan tus ojos cuando me miran, y si es solo una ensoñación será retenida por mi mente para evitar el desastre.  A través del tiempo persistimos dentro de una imagen que junta todas las formas, da paso al otoño y  embiste con furia en cada nueva estación. 

Nocturno

Ese cuerpo impulsado por los bríos de sus caricias 

se despierta a medianoche. Y corre por la arena

hasta que la sangre es una ondulación de su figura.

Ese cuerpo desliga ataduras de recién nacido

y cae desnudo sobre sus propios acantilados.

No le llamarán los demás.

No vendrán a comerse su mirada.

No tendrá motivos para decir que no.

Claudia Vila

Escritora nacida en Viña del Mar: Desde los 15 años escribe poesía. Ha formado parte de diferentes talleres literarios. En el año 2011 participa del taller de escritura creativa a cargo del profesor y poeta Gabriel Castro realizado en Quilpué y dependiente de la municipalidad de esa ciudad. El año 2012 publica su primer libro de poesía (en forma independiente) llamado Los ojos invisibles del viento, también en ese año se publica una antología en conjunto con otras escritoras pertenecientes al taller denominado Madera de luna. El año 2013 ingresa a la PUCV a estudiar Pedagogía en Castellano y Comunicación, carrera de la cual egresará el segundo semestre del año en curso. Durante el año 2016 asiste al taller de poesía de la PUCV llamado Carlos Pezoa Veliz a cargo del profesor, poeta y doctor en Literatura hispanoamericana y poesía Claudio Guerrero. Actualmente está trabajando en su segundo libro de poesía.