Por Victoria Hormazábal
Visitante
Se detuvo en medio del lugar, las personas chocaban con él, lo empujaban sin notar en lo absoluto su presencia, se quedó mirando a la multitud de personas que pasaban y se dio cuenta de que ninguno tenía rostro, es más, no tenían cabeza. La multitud de personas que pasaban junto a él eran maniquíes, cuerpos que habían perdido el rostro y la cabeza, entonces pensó «ah, con que esto es la humanidad».
Verdugo
El verdugo espera paciente la puesta de sol, afila su hacha en silencio mientras anochece; Pero a la hora de cumplir su trabajo ve a su víctima y a quienes la rodean intentando salvar su vida ya que saben que él se acerca y sienten espanto.
Él, que ya ha estado en esa situación se acerca pausada y delicadamente toma la frágil alma con suavidad, con su gran arma corta el hilo que une a el espíritu con la vida y este no se resiste ya que lo ha estado esperando.
Asesino
Volví a enamorarme, una chica de piel pálida, y ojos marrones y mejillas sonrosadas. Una noche la visité y bailamos toda la noche hasta que la dulce chica dejó de respirar y sus mejillas perdieron todo rastro de color y dejó de respirar. Me retiré al amanecer, luego fui a una cafetería y ella apareció en la televisión, quizá la eche de menos; más tarde me dirigí a una biblioteca, donde una mujer morena me sonrió, aquí voy de nuevo…
Victoria Hormazábal tiene 15 años, estudia en el Liceo Carmela Carvajal de Prat, y me quiere, una vez egresada, estudiar Medicina en el campo forense.
Victoria fue parte del taller literario impartido por el escritor Diego Muñoz Valenzuela a alumnas del Liceo Carmela Carvajal de Prat, en el marco del programa Letras en el aula 2015, el cual contó con el apoyo del Consejo Nacional del Libro y la Lectura.
Cualquier parecido con la realidad sólo coincidencia.