irene nemerovsky
Por Miguel de Loyola 

En El ardor de la sangre, un narrador personaje (Silvio) cuenta la historia de sus primos (Hélene y Francois) y la de su hija Colette,  y como colofón, la suya en particular. Se trata de una historia de intrigas que conforman un triángulo amoroso superpuesto sobre otro todavía de mayor relieve y espesor al interior de una comunidad rural.

La novela se articula a partir del noviazgo y casamiento de Colette con Jean Dorin. Estamos en Francia, al interior de uno de sus pueblos agrícolas, prósperos y felices, donde existe un molino cuyo propietario es Dorin. Silvio suele visitar regularmente a sus primos y también a Colette, será él quien advierta algo extraño una noche en el molino. Será Silvio quien relate una historia que es el cominillo de la localidad, de eso que todo el mundo sabe, pero se oculta para guardar las apariencias, para no meterse en problemas con los ricos, como sucede en los pueblos de todas partes del mundo. Pueblo chico, infierno grande, sostiene un viejo refrán acuñado por la milenaria sabiduría popular.

Lo interesante de la historia está en la forma de contarla, allí radica, sabemos, la gran diferencia entre buena y mala literatura. Es la forma la que da el molde artístico a cualquier arte. Irene Némirovsky es una revelación hoy en el mundo de las letras europeas, acaso tanto como Sándor Márai. Cuenta la historia con el aplomo y el arte de los grandes narradores, sin inmiscuirse en disquisiciones personales, sin adelantar juicios de valor rotundos y pedantes, dejando al lector respirar en libertad, a pesar de la inquietante intriga tejida por esta mano maestra que lo mantendrá siempre con la respiración en suspenso.

Helene y Francois para juicio de la comunidad y más concretamente para su hija Colette es un matrimonio modelo, ejemplar, la pareja admirada por muchos. Sin embargo, la aguja suspicaz de esta escritora rusa-francesa, asesinada en  Auschwitz por su origen judío, pondrá inesperadamente en jaque dicha estabilidad. La misteriosa muerte de Dorín y la aparición de la joven Brigitte, mujer del viejo Declos y amante de Marc Ohnet, pondrá el mundo al revés, o las cosas en su lugar.

Se trata de una caja de Pandora, abres una, y aparece otra. Así sucesivamente se irán entrelazando las historias. La frase bíblica: “El que esté libre de pecado, que lance la primera piedra” viene aquí como anillo al dedo. Los personajes se van dibujando y desdibujando en la medida que sabemos más acerca de ellos. La composición de la novela es obra de una artista que sabía del oficio. Las piezas calzan unas con otras, se arman y desarman configurando el mundo novelesco, alimentado por la voz narrativa de Silvio, el gran mentiroso, o el gran verdugo, o simplemente la voz de la experiencia.

Miguel de Loyola – Santiago de Chile – Año 2008.