diego munoz1Por Diego Muñoz Valenzuela

Tras una amplia y participativa convocatoria del Consejo Nacional del Libro y la Lectura para proponer una nueva Política del Libro y la Lectura, donde participaron diversas organizaciones y personas vinculadas al mundo del libro y la lectura, donde nuestra Corporación Letras de Chile tuvo presencia y voz, ahora vivimos un momento de silencio y espera demasiado prolongado.

No conocemos el resultado de dicho proceso, más allá de algún reclamo destemplado o de las dudas que sobre la materia arroja sobre la mesa la SECH, que no dejan de resultar sorprendentes, ya que es la única institución que cuenta con dos cupos en el Consejo de Libro, y que por ende tiene la opción de ejercer una influencia especial en esta clase de asuntos, aunque reclama justamente lo contrario.

Lo único concreto es que no se ha entregado formalmente un documento que refleje el resultado de este debate. Y mientras esperamos que eclosione el proceso, aprovecho de recordar algunas ideas (mayor parte de las cuales propusimos en las diversas sesiones y comisiones) y proponer alguna nacida en estas semanas.

  • Una política para el libro y la lectura debe tener focos claros: no demasiados, para evitar la dispersión que disminuye la efectividad. Asimismo, debe contar con métodos de seguimiento de su aplicación, para que no se convierta en letras muertas.
  • Dar continuidad y estructura a las acciones efectuadas para promover el libro y la lectura, más allá de los límites establecidos por la práctica de los sistemas de concursos de proyectos. No es sostenible seguir adelante nada más que sobre la base errática y dispersa de las iniciativas aprobadas en los concursos de proyectos. Por eso se necesita una Política que vaya más allá de los fondos concursables y establezca presupuestos que actúen bajo una lógica de gestión directa.
  • Evaluar el impacto y los resultados de los proyectos ejecutados –más que para notas o ejercer alguna acción punitiva, si es que cupiera- para detectar las experiencias exitosas, proponer mejoras y replicarlas a mayor escala, idealmente sin necesidad de que sus promotores ganen futuros y nuevos concursos; incluso que las replique el propio Consejo.
  • Revisar el sistema de evaluación de los concursos, que tiene excesivas imperfecciones, partiendo por la excesiva rigurosidad de las inhabilidades. Concursos distintos no debieran generar inhabilidades. De otra parte, los evaluadores debieran abandonar el anonimato: deben hacerse responsables de sus evaluaciones, y hacerse cargo de evaluaciones que con excesiva frecuencia –y por desgracia-  demuestran labilidad, desconocimiento, parcialidad e impericia.
  • La lectura debe ser fomentada como una práctica concreta: ojalá forme parte del currículo de los estudiantes en todos los niveles, y que los escritores vayan a las instituciones educacionales a contagiar su entusiasmo.
  • Aplicar mecanismos efectivos para la internacionalización de escritores, que den estructura y continuidad a los esfuerzos para elevar su eficacia.
  • Aumentar la cantidad de bibliotecas y librerías en todo el país, para que el libro esté más cerca. Proveer de libros a los profesores y a los estudiantes.
  • Bajar el precio del libro a través de la disminución del impuesto y la aplicación de subsidios.

Quisiéramos que estas ideas contribuyan al gran objetivo de crear la nueva y esperada Política Nacional del Libro y la Lectura que permita que Chile de un gran salto hacia el país desarrollado y culto que anhelamos construir.  Más libros, más libres, eso creemos firmemente.

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Diego Muñoz Valenzuela

Presidente Corporación Letras de Chile