Por Virginia Vidal

Alberto Romero fue uno de los fundadores de la Sociedad de Escritores de Chile, en 1932. Con Marta Brunet organizó la primera feria llamada Semana del Libro Chileno que se realizó entre el 9 y el 16 de septiembre de 1933.

El año 1939, el directorio de la SECH estaba conformado por Alberto Romero, Marta Brunet, Jerónimo Lagos Lisboa, Olga Acevedo. Diego Muñoz y Luis Enrique Délano. De ellos renunciaron por viajes Marta Brunet y Diego Muñoz. Así que el 10 de octubre, en una sala de la Biblioteca Nacional, se realizó la elección de los nuevos directores. En la votación resultaron elegidos el poeta Samuel Lillo y Oreste Plath.

Luego de rememorar la gran experiencia que constituyó la Primera Semana del Libro Chileno, se acordó realizar la Segunda Feria del Libro. La comisión designada por la SECH para prepararla estaba compuesta por los escritores Samuel Lillo, Jerónimo Lagos Lisboa, Januario Espinosa, Caupolicán Montaldo, Rubén Azócar, Chela Reyes, Benjamín Subercaseaux, José Santos González Vera, Efraín Szmulewicz y Alberto Romero: el propio presidente de la SECh.

La Segunda Feria del Libro funcionaría en pleno centro de Santiago desde el 20 de diciembre hasta el 20 de enero: en la avenida Bernardo O’Higgins, entre las calles Ahumada y Bandera, frente al Club de la Unión. A ella asistió el presidente de la república Pedro Aguirre Cerda.

En esos espacios las editoriales chilenas montaron sus pabellones. El periodismo nacional exhibió una retrospectiva a partir de la “Aurora de Chile”; su pabellón estuvo bajo la égida de Camilo Henríquez, a cargo del Sindicato de Periodistas.

Durante ese mes se efectuaron charlas de escritores y actos culturales y artísticos diversos. Los niños y los obreros encontraron libros y revistas que los impulsaban a leer y saciar su curiosidad. Se distribuyó gratuitamente entre los niños un romancero. La SECh, a la clausura de la feria, donó numerosas obras literarias a las instituciones obreras. Esta iniciativa tan bien acogida por la población fue una cooperación importante para el gobierno del Frente Popular.

El novelista Alberto Romero, reelecto como presidente de la SECh en 1947 y 1948, fue también el forjador del Premio Nacional de Literatura. La Sociedad de Escritores de Chile, fundada en 1932 a los diez años de su existencia inició las gestiones para instituir este premio proponiendo un proyecto de ley durante el gobierno de don Pedro Aguirre Cerda. La muerte le impidió anunciarla, pero don Juan Antonio Ríos, su sucesor, promulgó la ley Nº 7.368 que creó el Premio Nacional de Literatura, con fecha 9 de noviembre de 1942 (publicada en el Diario Oficial Nº 19.414, el 20 de noviembre de 1942). Dicha ley llevaba las firmas del primer mandatario, de Guillermo del Pedregal, ministro del Interior, y de Benjamín Claro Velasco, ministro de Educación.

Escándalo neoliberal en la Cámara Chilena del Libro

La Radio de la Universidad de Chile comunicó el grave conflicto en la Cámara Chilena del Libro que provocó la renuncia de su presidente Arturo Infante y otros siete miembros del directorio: dicha crisis incluye la última Feria del Libro de Santiago (04. 04.2014).

Arturo Infante aseguró que Norberto Dorfler, Miguel Nieto, Rodrigo Lillo y Wilma Cortés solo han buscado dificultar la gestión que encabeza, para la cual fue reelegido en agosto del año pasado, y recordó que el primero fue expulsado del directorio en el período anterior, por sus “reiteradas interrupciones, agresiones verbales, desacatos y otras formas de intervención reñidas con las conductas mínimas de respeto y cooperación”. Añadió: “Ellos no ofrecen ninguna alternativa y para nosotros ha sido tan imposible el gobierno en estos seis meses, con personas que solo han ido a obstruir ruidosamente todas las reuniones de directorio, que decidimos que no queremos estar bajo el mismo techo que ellos. Presentamos nuestra renuncia porque no compartimos absolutamente nada con ellos, que tienen una concepción de lo gremial que no es la nuestra. No tienen ningún objetivo gremial detrás, no lo proponen y solo tienen una búsqueda de prebendas en relación a las ferias que se hacen a través de la Cámara, para buscar posiciones de beneficio personal”, aseguró.

Por su parte, Pablo Dittborn Barros al “renunciar al Directorio de la Cámara Chilena del Libro y de ProLibro, también a mi condición de socio de la misma” en comunicación del 27.03.2014 había señalado entre otros asuntos que:

“Hubo un claro error en la gestión de Filsa 2013 en el tema IVA, al hacerse la inscripción ante las autoridades correspondiente. Ese error fue rápidamente reconocido y explicado ante todo el Directorio no mereciendo ningún comentario en particular por parte de los cuatro Directores que firman la solicitud [de remoción del Directorio]”.

Denunció algo que se había mantenido oculto por años: “en una sola reunión de Directorio de ProLibro, se resolvió con la firma del propio beneficiado, el en ese entonces Presidente de ProLibro y de la Cámara Sr. Eduardo Castillo y de los señores Parra y Bernasconi entre otros, otorgarle al Presidente, un monto de $ 6.750.000= por ese año sin necesidad de rendir ni documentar. Este monto se asignó a facturas impagas durante nueve años del Sr. Castillo por alquileres de stand en la Feria del Libro”.

“En resumen, desde el mes de abril de 2005 al mes de septiembre de 2011 el señor Castillo cobró un total de $ 149.938.285= neto, lo que significó un desembolso para nuestra asociación gremial de 166.598.091=”

Como se puede ver, el asunto más que mero conflicto es un tremendo escándalo. Se advierte que para la Cámara Chilena del Libro y ProLibro los escritores — autores de los libros— les son totalmente ajenos, simples herramientas.

Con mayor razón, es indispensable que el país conozca a fondo a los verdaderos fundadores de la Feria del Libro.

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En: Anaquel de Virginia Vidal