¿Con qué fin regresó Pablo a Guayará después de tanto tiempo, y por qué no permaneció allí tranquilo, sino que se metió al monte como si lo persiguieran? Nadie lo sabe, pero desde entonces empezó a crecer su fama de asesino, de valiente y de matrero. Lo apodaron con el terrible nombre de Capanga, porque decían que mataba por encargo.
“El Capanga”, de Jorge Guzmán (Santiago de Chile, 1930). “El Capanga” ganó el Concurso Nacional de Cuentos de El Mercurio, 1956. AQUÍ.
Justito hoy leí un artículo acerca de lo poco que reconocemos y divulgamos a nuestras y nuestro autores. Este "valdiviano"…