Por Miguel de Loyola
En su libro El Danubio, Claudio Magris recrea la cultura sembrada a orillas del Danubio con sabiduría envidiable de germanista aplicado y erudito.
El libro corresponde a las notas de un viaje por estas aguas del gran río que atraviesa desde sus afluentes hasta su desembocadura, la llamada Mitteleuropa. El viajero partirá en Donaueschingen o Furtwangen hasta desembocar en el mar Negro. Se trata de un libro de viajes, sin duda, donde se confunden los géneros narrativos.
Tanto tiene de novela como de libro de historia o ensayo. Aunque no tiene ninguna importancia detenerse en este punto. Lo importante es beber su delicioso contenido, y el nivel informativo alcanzado, mientras avanzamos lentamente por las aguas del río amarillo, como lo describe la mayor de las veces el viajero, a quien suponemos recostado en cubierta repasando su largo itinerario por puertos y ciudades por donde cruza. “El Danubio es el viaje-encuentro de Oriente y Occidente, síntesis del Cáucaso y de Alemania, primavera helénica que debería florecer de nuevo en tierra alemana y regresar a los dioses.” Cruzar países y ciudades, Rumania, Alemania, Austria, Hungría, Bulgaria. La monumental Viena, Budapest, la perla del Danubio.
No se trata de un viaje cuyo mayor sentido sea alcanzar la meta, como le ocurre al viajero común cuando parte con un destino urgente y preconcebido. No. El viaje, es tal vez una de las mejores metáforas de la vida, y de allí su nivel alegórico. Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir, pareciera replicar entre líneas, por recoger una frase del Siglo de Oro español que bien calza con la nostalgia de este viajero que poco a poco nos va internando en su experiencia cognoscitiva. “Passau es una ciudad acuática y la majestad barroca de sus cúpulas se abre sobre esa fugacidad, sobre ese transcurrir y trascolorear de las aguas y de todas las cosas que es la secreta inspiración de cualquier barroco auténtico. (…) En Passau, el viajero percibe que el correr del río es deseo del mar, nostalgia de la felicidad marina.”
Este viajero que, como Charles Darwin en su crucero por el mundo, va paso a paso introduciendo al lector en la historia particular de las ciudades y de sus hombres donde se detiene o cruza, describiendo los aspectos particulares que lo deslumbran. “Si la auténtica escritura nace del deseo de explicarse la prolija molestia de vivir, Trán es un auténtico escritor. La literatura es contabilidad, libro mayor del debe y el haber, inevitable balance de un déficit. Pero el orden del registro, la precisión y la exhaustividad del protocolo pueden proporcionar un placer que compense el desagrado de lo que se anota. Cuando Sartre dice que considera mediocre la realización del acto sexual respecto a los juegos preliminares e intermedios, se advierte la satisfacción con que registra el satisfactorio placer final.”
“Es posible que todo viaje se dirija hacia su origen, a la búsqueda de su propio rostro y del fiat que lo ha sacado de la nada. El viajero escapa de las constricciones de la realidad, que le aprisiona en la repetición, y busca la libertad y el futuro, o mejor dicho las posibilidades de un futuro todavía abierto y todavía por elegir y por tanto la infancia, la casa natal, en la cual la vida aún está por delante.”
Las frases de este viajero espectador parecen rotundas, y recogen la experiencia de sus lecturas. A propósito de su paso por Viena, apunta: “Aquí se sentaba también Bronstein alias Trotski, tan a menudo que un ministro austriaco, informado por los servicios secretos de los preparativos revolucionarios en Rusia, había contestado, según la famosa anécdota: ¿Y quién va a hacer esa revolución en Rusia? ¿No será ese tal señor Bronstein, que se pasa el día entero en el Café Central?”
Hablando de literatura, sus críticas serán mordaces: “En realidad, el arte que se siente atraído por la transgresión redentora es capaz de exaltar únicamente a culpables de tercera categoría, los peones del mal: los delincuentes-redentores que este arte –por ejemplo, la narrativa de Genet- propone como modelo son ladrones, violadores, asesinos, crueles e infelices criminales al por menor. Nadie se atreve a soltar la bomba atómica o arrasar la ciudad, en el gobernador corrupto que se apropia del dinero destinado a los hospitales, el fabricante del material bélico que empuja un país a la guerra para aumentar sus beneficios o en el jefe de oficina que humilla a sus subalternos.”
A propósito de la influencia del Imperio Romano en la mitteleuropa, dirá: “Regensburg es uno de los centros vitales del Sacro Imperio Romano; es posible que también por esta razón nazca bajo el emblema de la nostalgia por el pasado, porque el Sacro Imperio romano es desde sus inicios , en su más intima esencia, reflejo de un esplendor crepuscular que se intenta hacer resurgir y resplandecer, traslatio y renovatio del imperio romano que ya no existe, reverberación de la idea universal de la Roma cuya forma política se ha disgregado.”
Un juicio todavía hoy vigente: “La estandarizada altanería con respecto a la masa es un comportamiento típicamente masificado. Quien habla de la estupidez general tiene que saber que no es inmune a ella, porque hasta Homero desciende del Olimpo de vez en cuando; debe asumirla en sí mismo como riesgo y destino común de los hombres, consciente de ser alguna veces más inteligente y otras más tonto que su vecino de casas o de tranvía, porque el viento sopla hacia donde quiere y nadie puede estar nunca seguro de que, en ese momento o un instante después, no le abandone el viento del espíritu. Los grande humoristas y los grandes cómicos, de Cervantes a Sterne o a Buster Keaton, nos hacen reír con la miseria humana porque también la descubren y en primer lugar en ellos mismos, y esta risa implica una amorosa comprensión del destino común.”
Una realidad latente pero ignorada: “El encuentro entre Europa y el imperio otomano es el gran ejemplo de dos mundos que, agrediéndose y lacerándose, acaban por compenetrarse de forma imperceptible y por enriquecerse recíprocamente. El mayor escritor occidental que ha narrado el encuentro entre esos dos mundos, Ivo Andric, se siente fascinado, y no es casualidad, por la imagen del puente, que reaparece con insistencia en sus novelas y relatos y que simboliza una ardua y áspera vía de comunicación tendida por encima de las barreras de los ríos salvajes y de los precipicios profundos, de religiones y de estirpes.”
La gran influencia de Nietzsche persiste: “Como ha dicho Augusto del Noce, El asalto de la razón está sostenido por el secreto temor de que Nietzsche pueda prevalecer sobre Marx. En las sociedades occidentales ha ocurrido y está ocurriendo precisamente eso: el juego de las interpretaciones, la voluntad de poder hundida en el automatismo de los procesos sociales, la capilar, tentacular y difusa organización de las necesidades, un indiferenciado flujo libidinal colectivo parecen haber suplantado al pensamiento que descubre las leyes de lo real para cambiarlas y cita a juicio al mundo para cambiarlo. La cultura-espectáculo parece haber derrotado la idea de revolución.
El asalto de la razón, en el que Lukacs combate contra el fantasma de Nietzsche que él ve renacer victorioso, es un libro contra la vanguardia, contra la negación, y, por tanto, contra Viena.”
Aforismos perpetuos: “Vive y deja vivir, es la sabiduría vienesa, tolerancia liberal que puede convertirse en cínica indiferencia, como decía Alfred Polgar, en el «muere y deja morir”.
Las ideologías que han pasado también por las aguas del río: “Lo que entonces, en los años de Hitler y de Stalin, se derrumbaba en el corazón y en el pensamiento de muchos, era sobre todo la fe en el comunismo (…) el desertor de un partido es un huérfano de la totalidad: cuando el militante comunista clandestino, que ha entregado su vida a la revolución y trabaja en los países dominados por dictaduras fascistas, descubre la perversión estalinista de la revolución, acaba por encontrarse en una tierra de nadie, ajena a cualquier sociedad y exiliado de la vida misma.”
Otra de las grandes influencias de la Mitteleuropa, la psicología: “La depresión propensa a los remordimientos es la consecuencia de alguna “nervorum atque cerebri mala affectio» que ataca la integridad psicofísica del individuo. La conciencia escrupulosa no tiene nada que ver con la moral, sino con una mezcla de pertinaz soberbia, reacia a dejarse convencer de no haber pecado, y de ansiedad neurótica. El escrupuloso “teme sin ningún motivo, tanto antes como después de haber actuado, se atormenta inútilmente por la causa más irrelevantes e, incluso cuando se le asegura que una cosa es lícita, se obstina en dudar de que pueda ser ilícita.”
Reflexiones políticas a propósito de los personajes:
La vida es un compromiso, dijo en cierta ocasión Kádár mientras celebraba su cumpleaños, y el auténtico atajo puede ser en ocasiones el camino aparentemente más largo (…) cuando el poder se echa encima directamente todo el peso de la sociedad y de sus problemas, asumiendo la carga de cualquier detalle y el control de cualquier detalle, su totalitarismo, observa Massimo Salvadori, se vuelve contra él y le mina desde dentro., como le sucede a un organismo que se somete a un esfuerzo tremendo y prolongado”
A propósito de la hermosura de Budapest: “Si la Viena moderna imita al París del varón Haussmann, con sus grande boulevards, Budapest imita a su vez este urbanismo vienés de acarreo, es la mímesis de una mímesis.”
Resumiendo un concepto: “Mitteleuropa es el nombre que Konrad da a su concepción o esperanza de una Europa unida y autónoma de los dos bloques, con la convicción de que las actuales disputas entre rusos y americanos, que hoy parecen el pivote de la historia universal, se nos antojarán un día tan insensatas e irresponsables como aquellas entre franceses y alemanes hace escasas décadas.”
A propósito de pluralismo, todavía escaso en nuestros días: “En Temesvár, la capital del Banato, había, en 1902, doce diarios alemanes, doce húngaros y uno rumano; o sea que la magiarización erosionaba profundamente la presencia alemana.”
Un problema todavía latente en nuestros días, sobre todo en los países del tercer Mundo:
“La relación de periferia con el centro siempre es difícil; quien vive en una frontera, geográfica o cultural, se cree el auténtico depositario e intérprete de su nación y se siente incomprendido por el resto de la misma nación, que le parece indigna de serlo.”
Juicio sobre la poesía: “En la más alta parábola de la poesía moderna, el poeta quiere ser un redentor, asumir sobre sí mismo el mal de la existencia y recuperar los verdaderos nombres de las cosas, eliminados por el falso lenguaje de la comunicación.”
Posmodernidad: “El más allá cristiano tiene almas y cuerpos, el pagano sólo sombra; es posible que por eso parezca más moderno y más verosímil, es un cine que proyecta en sesión continua la película de una realidad ahora inexistente, las meras siluetas de la vida.”
Así se despide el viajero: “Me encamino hacia el mar, curioso por ver la desembocadura, por hundir mi mano y mi pie en la mezcla del traspaso o bien por tocar la solución de continuidad, el hipotético punto de disolución. El polvo se convierte en arena, la tierra ya es la duna de la playa, los zapatos se embarran en charcos que tal vez ya son desembocaduras, mínimas bocas torcidas en las que se desangra el Danubio. Al fondo se ve el mar.”
Miguel de Loyola – Santiago de Chile – Marzo del 2010
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…