Por Virginia Bautista
Quince escritores de la región ven efervescencia en las letras, pero pocos esfuerzos para formar públicos.
Incierto, fragmentado, con más escritores que lectores, una mala distribución a escala nacional y falta de políticas culturales que lo impulsen, pero también efervescente, creativo, diverso, heterogéneo, con nuevas voces que exploran estilos, individualidades que destacan por esfuerzo propio y editoriales independientes que lo han renovado.
Así describen sus mismos escritores el panorama literario de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador y México, los cinco países más representados –con tres autores cada uno– en la selección que conforma la iniciativa Los 25 Secretos Mejor Guardados de América Latina, con la que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara festeja sus cinco lustros.
El encuentro librero que arranca el próximo sábado en la capital jalisciense pretende, con la promoción de la obra de estos 25 narradores de 15 naciones, seleccionados por un comité de lectores, “derribar las fronteras que separan la literatura latinoamericana y dibujar una ruta de las letras que se gestan en el continente”.
Los argentinos Fabián Casas, Fernanda García Lao y Hernán Ronsino; los chilenos Nora Fernández, Francisco Díaz Klaassen y Diego Muñoz; los colombianos Luis Miguel Rivas, Juan Álvarez y Andrés Burgos; los ecuatorianos Eduardo Varas, Miguel Antonio Chávez y Luis Alberto Bravo, y los mexicanos Daniela Tarazona, Pablo Soler Frost y Emiliano Monge reflexionan para Excélsior sobre el “paisaje” en el que les ha tocado crear sus novelas, cuentos o ensayos.
Como “muy rico a nivel creación y muy pobre a nivel mercado”, resume Fernanda García Lao el horizonte literario en Argentina. Mientras que su colega Fabián Casas cree que en su país “hay mucha gente que está escribiendo y que, lo más importante, se está cruzando, mestizando, con escrituras de otras naciones”.
“Lo veo fragmentado”, agrega Hernán Ronsino. “Existe una gran actividad en Buenos Aires. Editoriales artesanales, independientes, ciclos de lectura. Pero, más allá de las grandes ciudades, se vive una histórica y profunda fragmentación entre las provincias y los centros urbanos. Hay que ir a la capital para poder publicar en sellos que tienen visibilidad y buena distribución”.
En Chile, Nona Fernández ve una atmósfera efervescente: “La aparición de microeditoriales independientes ha hecho que el panorama se renueve y enriquezca, pues han publicado a autores que no están enmarcados en lo comercial. Hay más voces, más propuestas y a esto se suma una gran cantidad de revistas virtuales que generan conversación y reflexión literaria”.
Para Diego Muñoz, el universo literario de su país es diverso y heterogéneo. “Los conflictos saltan por todas partes. Ha crecido la riqueza concentrada en unos pocos. La desigualdad social es una vergüenza oprobiosa, pero también es un motor de inconformidad y, por ende, de rebeldía y creatividad”.
Francisco Díaz Klaassen opina que “la gente que está escribiendo hoy en Chile, en su mayoría, está más preocupada por el ruido y por las luces que por otra cosa. Me temo que muchos quieren ser escritores, pocos escribir”.
Destacan individualidades
Colombia presenta una perspectiva poco alentadora. “Uno podría pensar que hay más escritores que lectores. La literatura es como el país mismo: parece siempre que se va a acabar, pero ahí sigue, como un sobreviviente testarudo”, afirma Andrés Burgos.
“Escritores siempre ha habido”, aclara Luis Miguel Rivas. “Lo que nunca ha existido es una verdadera política que facilite el ejercicio y la difusión de la literatura como oficio fundamental para la sociedad. Tampoco estamos para la literatura. El 60 por ciento de los colombianos está resolviendo el problema de ‘qué vamos a comer hoy’ y en esas circunstancias la literatura es cosa de ricos. Miro individualidades que destacan, producto de su propio esfuerzo, trabajos aislados que unidos no alcanzan a tener la verdadera consistencia para hablar de una ‘literatura nacional’”.
Sin embargo, Juan Álvarez tiene sus esperanzas puestas en el libro digital para que “nos leamos más minuciosamente como continente. Que acaben de morir ‘los panoramas literarios nacionales’, con todo y la distancia entre jergas y la dificultad o reto lector que eso implica”.
Pero de las cinco naciones citadas, tal vez sea Ecuador la que enfrenta el reto más difícil en este ámbito. Luis Alberto Bravo advierte un futuro incierto: “Hay un número considerable de autores visibles en la escena underground, en los bares, en recitales de poesía, no así de obras literarias: son poquísimas, consecuencia de la indiferencia del Estado y de una ínfima industria editorial”.
Eduardo Varas narra con una metáfora su punto de vista. “Lo veo repleto de hormiguitas que no saben qué camino tomar y que en ocasiones terminan recorriendo las calles más transitadas y, por eso, la mayoría son aplastadas. También lo veo como una nada de la que surge un aliento de vida. En este momento se están generando buenos e interesantes narradores y poetas; quienes, ante la falta de editoriales, la poca lectura, la nula crítica (y las bajas y eternas pasiones), deciden hacer de la literatura algo propio”.
Finalmente, los escritores mexicanos comparten una visión más optimista. “Me parece un buen momento para la literatura nacional”, dice Daniela Tarazona. “Yo veo el panorama literario profundo y ancho, perfectamente sano. Tenemos muy buenos escritores y además en géneros muy diversos”, añade Emiliano Monge.
Para Pablo Soler Frost “hay en México unos 15 escritores, unos siete artistas plásticos, unos cuatro cineastas, varios historiadores, arqueólogos, filósofos, arquitectos, escultores, teatreros, músicos y bailarines que me interesan enormemente. Eso, a pesar de que el desierto crece”, concluye.
Los 25 secretos
Diego Muñoz (Chile, 1956)
María Eugenia Ramos (Honduras, 1959)
Javier Mosquera (Guatemala, 1961)
Jacinta Escudos (El Salvador, 1961)
Carlos Cortés (Costa Rica, 1962)
Fabián Casas (Argentina, 1965)
Pablo Soler Frost (México, 1965)
Fernanda García Lao (Argentina, 1966)
Luis Miguel Rivas (Colombia, 1969)
Enrique Planas (Perú, 1970)
Carlos Oriel Wynter (Panamá, 1971)
Nona Fernández (Chile, 1971)
Giovanna Rivero (Bolivia, 1972)
Andrés Burgos (Colombia, 1973)
Dani Umpli (Uruguay, 1974)
Daniela Tarazona (México, 1975)
Hernán Ronsino (Argentina, 1976)
Roberto Martínez (Venezuela, 1977)
Juan Álvarez (Colombia, 1978)
Emiliano Monge (México, 1978)
Eduardo Varas (Ecuador, 1979)
Luis Alberto Bravo (Ecuador, 1979)
Miguel Antonio Chávez (Ecuador, 1979)
Francisco Díaz Klaassen (Chile, 1984)
Ulises Juárez (Nicaragua, 1984)
¿Dónde y cuándo?
Los 25 escritores latinoamericanos participarán en cinco mesas de diálogo, en las que expondrán lo más representativo de su escritura, del 27 de noviembre al 1 de diciembre, de 19:00 a 21:00 horas, en la Expo Guadalajara. Además, sostendrán reuniones con agentes y editores y se encontrarán con jóvenes como parte del programa Ecos de la FIL.
***
En: Excelsior
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…