Lilielphick2Lilian Elphick (Santiago, Chile)

Es Licenciada en Literatura y con estudios completos de Magíster en Literatura Hispanoamericana y Chilena, de la Universidad de Chile. Directora de talleres literarios y editora de la página web de la Corporación Letras de Chile.

Ha publicado La última canción de Maggie Alcázar (Cuentos, 1990); El otro afuera (Cuentos, 2002); Ojo Travieso (Microrrelatos, 2007), Bellas de sangre contraria (Microrrelatos, 2009). Este último libro obtuvo el Premio Mejores Obras Literarias Editadas, categoría cuento, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Santiago, Chile, Octubre 2010. En prensa, Diálogo de tigres (Microrrelatos, 2011), Beca de creación literaria del Consejo de la Cultura y las Artes, Santiago, Chile, Enero 2011.

Ha sido incluida en numerosas antologías de cuento y microrrelato, tanto en Chile como el extranjero.

Sus textos han sido traducidos al inglés, gallego, francés e italiano.

Mantiene el blog Ojo Travieso.

El crujido de la seda I

-Entonces, ¿qué arma prefiere?

–  Navaja.

– ¿Dónde?

– Aquí.

– Ahí sale más caro.

– No importa. ¿El cheque se lo hago cruzado o abierto?

El hombre rió.

-Sólo efectivo. Mire, allí hay un dispensador de dinero. La espero. No tengo apuro.

La mujer puso el fajo de billetes en el bolsillo de la chaqueta del hombre. Él la llevó a un callejón sin salida para proceder con el encargo. Ella se sacó el pañuelo de la cabeza. Estaba totalmente calva. El hombre sintió lástima y fue rápido. Recogió el pañuelo haciéndolo crujir; luego, lo puso en la cara de la mujer y caminó hasta el terminal de buses. Antes, le regaló sus guantes a un pordiosero. 

Plan de vuelo

A Pedro Guillermo Jara

Desperté con el graznido de las bandurrias. Eran las cinco de la mañana. Me dejé caer de la cama y repté hasta encontrar los pantalones. Venían a buscarme. Oí los pasos, mientras las bandurrias emprendían el vuelo, asustadas. Cuando echaron abajo la puerta, yo corría sin zapatos, sin la barba postiza ni las gafas. Corría pensando en un nuevo nombre, uno que me hiciera volar hasta desaparecer en el horizonte, y olvidar la sangre y las plumas pegadas a mi cuerpo.

Legítima defensa

Veintisiete huesos dentro de mí, un revolotear de uñas y cutículas,  tu dedo índice sermoneándome mientras se deshace, el anular perdido para siempre. No estoy arrepentida; la boca está bien puesta, aunque tenga la lengua un poco ahorcada y la mandíbula como la de una boa. Quizás deba ir al dentista. Tu sangre tiñó mis muelas y se está coagulando en mis encías. Arg. Y a la jueza le diré la verdad y nada más que la verdad: que tenías la mano dura.

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 Microcuentos leídos en el III Encuentro Chileno de Minificción “Sea breve, por favor”. Valparaíso, junio del 2011.