Por Pedro Pablo Guerrero
Heredia acepta un encargo de Anselmo, su amigo quiosquero, quien le pide investigar el suicidio de un jinete prometedor: su hijo no reconocido. Es la puerta de entrada a un mundo peligroso, donde la suerte no alcanza para todos.
Era cuestión de esperar. El mundo de la hípica ya tenía su novela realista: Caballo de copas (1957), de Fernando Alegría. Dos novelas fantásticas: Kundalini, el caballo fatídico (1962), de Jorge Délano, Coke, y El hipódromo de Alicante (1986), de Héctor Pinochet. Sólo faltaba una novela negra y, a su debido tiempo, Ramón Díaz Eterovic se dio el trabajo de escribirla, tal como seguramente estaba contemplado en ese plan histórico -infinito y necesario- de la literatura chilena que imaginaba Ricardo Latcham.
La muerte juega a ganador es la novela número 13 de la saga del detective Heredia. Veinticinco años han pasado desde que su creador, Ramón Díaz Eterovic (Punta Arenas, 1956), escribió en una pensión de San Telmo, Buenos Aires, los capítulos iniciales de su primera entrega: La ciudad está triste (1987). Título significativo que alude a una época en la que, al igual que Sensini, Díaz Eterovic «sobrevivía enviando sus cuentos a concursos». Ocupación tan azarosa como la de los protagonistas de su nuevo libro, cuyas vidas giran en torno a las carreras de caballos.
-Heredia dice que la hípica es un espectáculo que le atrae y desagrada al mismo tiempo. ¿A ti también?
-Me gusta la belleza de los caballos, el colorido de las tribunas, la destreza de los jinetes, el comportamiento de los apostadores. Para mí, más que un juego de apuesta, las carreras son un espectáculo. Lo que me desagrada es la miseria que ronda muchas veces ese espectáculo, sobre todo en las sucursales de apuestas o entre quienes pierden hasta la camisa apostando.
-¿Cuándo fue la primera vez que visitaste un hipódromo?
-Voy a las carreras desde que era un niño y mi padre me llevaba al hipódromo de Punta Arenas. Después he tenido etapas de más o menos interés, y actualmente voy de tarde en tarde, los sábados o domingo en que no voy a ver jugar al Magallanes o a la Universidad de Chile.
-¿Por qué mencionas «El hipódromo de Alicante», de Héctor Pinochet?
-Conocí a Héctor cuando llegó del exilio, y su relato es uno de los buenos textos que he leído sobre el tema hípico. Una especie de fábula sartreana en la que los apostadores están condenados a ganar una y otra vez, hasta el hastío o la desesperación. La referencia es un homenaje, de algún modo.
-Heredia llama a su amigo escritor el Escriba. ¿Cómo empezó este juego literario?
-Es un juego de palabras que hace, partiendo de la idea de que en la antigüedad los escribas eran los hombres de las letras y de la ley. Usar esa palabra en forma de apodo es una manera de tomar distancia y dejar cierta duda en cuanto a que el Escriba puedo ser yo u otra persona. Ese juego comenzó hace cinco o seis novelas, en El hombre que pregunta, donde Heredia investiga el asesinato de un crítico y recurre a su amigo escritor.
-Con los años, Heredia piensa cada vez más en su fin. ¿Te has planteado narrar su muerte en algún momento y cerrar la saga?
-Tengo pensadas dos o tres situaciones para cerrarla, en tres o cuatro novelas más, pero ninguna de ellas pasa por la muerte de Heredia. Sí por su vejez, en cuanto se trata de un personaje que va cumpliendo años de una novela a otra.
-¿Cómo ves el estado actual de la novela negra en Chile?
-Creo que hay otros autores además de los ya conocidos. Escritores más jóvenes, que recién están publicando sus primeras obras, como Juan Ignacio Colil, Gonzalo Hernández, Martín Pérez, Eduardo Contreras, Ignacio Fritz. Y espero que aparezcan más. También me parece que hay una mejor recepción en las editoriales, y que desde luego no hay que andar explicando lo que es la novela negra, como sucedía cuando publiqué la primera novela de Heredia.
-¿Qué se siente publicar la novela número 13 de Heredia?
-Satisfacción. Han sido 25 años de trabajo con un personaje que tiene muchos lectores que siguen sus historias. De hecho, y para no quedarme pegado en el número, ya escribí la novela 14 de la serie, en la que Heredia persigue a un asesino múltiple. Y bueno, el otro año espero avanzar en otros proyectos, sin Heredia, que están esperando.
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El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…