Por Carlos Pensa

Se afirma que el escritor creando ficciones, con talento y esfuerzo, es un ser poderoso ya que podría montar un castillo en las nubes consiguiendo que infinidad de lectores vean ese edificio, se introduzcan en él y lo recuerden describiéndolo convencidos de su materialidad.

Cuando recientemente- verano londinense de 2010- visité la ciudad de Londres conocí la finca “habitada” desde 1881 hasta 1904 por Sherlock Holmes y el Dr. Watson en 221b de Baker Street, finca que se “mantiene” tal como la delineara en su obra Arthur Conan Doyle (1)  para sus relatos y los principales personajes de esos sucesos. Recordando al también escritor británico D. H. Lawrence recuperé una afirmación categórica contenida en su obra más famosa (2): “escritor verdadero es aquel que encuentra lectores” y pensé entonces, que Conan Doyle es un enorme y verdadero escritor analizando todo lo obtenido por él gracias al fervor de sus incontables lectores. Conan Doyle pudo fijar en la imaginación de sus seguidores ese espacio que  creara para desarrollar las novelas, el domicilio de 221b Baker Street en London NW 1, según nomenclatura actual. Los relatos del escocés hicieron que después de su desaparición física  la vivienda que “albergó” a los personajes librescos existiera y hoy podamos recorrerla para ver, disfrutar y recordar las historias que “allí” se desarrollaron: estando en Londres  verán el lugar, sino lo conocerán en Internet muy fácilmente (3). Emociona alegremente ver la recepción-oficina, biblioteca, habitaciones e infinidad de objetos “usados” en las novelas: muebles de esa época, gabinetes de química, lupas, capas célebres, pipas y demás utensilios nacidos en el blanco y negro de las hojas de Conan Doyle. Abajo, pegada a la puerta del 221b, hay un local donde se vende todo tipo de recordatorios vinculados con esa famosa vivienda. Caminar hoy el lugar es encontrarse con “una formidable escenografía real y tal como lo ideó Conan Doyle al describir la casa de Holmes” (4)

Antes de subir a la “oficina” de Holmes y Watson observé la calle ancha, repleta de negocios y caminantes, además de los enormes ómnibus de color rojo, clásico elemento londinense que hoy dificultaría afirmar que “desde la ventana de la oficina podía ver un tipo caminando al otro lado de la calle” (5). Aclaro que según esa novela (5)ya en la época del relato Baker Street era una arteria “animada”, aunque difícilmente comparable al bullicio de hoy.

Como se verá en estos párrafos los lectores no sólo hicieron realidad al albergue de Holmes y Watson sino que con su inclaudicable convencimiento acerca de la existencia de esa residencia lograron materializarla. Ocurrió  que lectores de todo el mundo enviaban gran cantidad de correspondencia  a 221b Baker Street, domicilio inexistente durante mucho tiempo. Ese domicilio era pura fantasía literaria y el dato seguramente lo eligió el autor aleatoriamente ya que esa calle, en su época, se iniciaba con el número 1 y terminaba en el 85. En 1930 los edificios fueron renumerados y el sector con los números 200 se asignó al edificio de Abbey National que quedó ocupándola desde el 215 al 229, en  1932 dos años después de la muerte de A. Conan Doyle. Pronto la empresa comenzó a recibir cartas para Sherlock Holmes venidas de todo el mundo. Puedo imaginar que antes de existir el 229 en esa calle el afamado correo de su majestad habrá devuelto muchas cartas por domicilio inexistente. Ante la enorme cantidad de cartas que se amontonaban semana a semana, se creó el Secretariado de Sherlock Holmes ocupado en ordenar semejante marea postal y luego se creó el Museo Sherlock Holmes debajo de la “vivienda del detective” (3).

Otro fervoroso admirador de Conan Doyle, el escritor Richard Lancelyn Green (1954-2004) escribió alrededor de 200 notas sobre el autor de Sherlock Holmes, su obra y la correspondencia de los lectores de todo el mundo. (6)

Subiendo los 15 escalones y dos descansos (17 escalones dicen algunos) que llevan a la “oficina” de Holmes podría pensarse que allí estarían esperándonos los dos famosos héroes de las novelas  policiales y tal vez alguien requiriendo sus servicios.

Después de ver el lugar  se disfrutarán mejor las  descripciones de Conan Doyle o si no se las leyeron seguramente en cualquier momento empezarán las lecturas que serán atrapantes convenciéndonos, por ejemplo, de la importancia de “la ciencia de la deducción” (5).

Estoy convencido de que los lectores de los policiales de nuestro autor coincidirán  con mis elogios ya que la fama de este  novelista está cimentada en la calidad de sus tramas y su impresionante, preciso y precioso discurso narrativo.

 

 

(1) Edimburgo1859- Crowborough, Sussex 1930

(2)     “El amante de Lady Chatterley” de Editorial Orbe de Santiago de Chile, 1972, pág. 76

(3) www.sherlock-holmes.co.uk

(4)     “Sherlock Holmes y su Museo en Londres” por Eduardo Souessia en Revista InformArte marplatense, Mar del Plata, Argentina. Junio 2009, Año 12, Nº 143.

(5) “Estudio en escarlata” de Arthur Conan Doyle, Editorial  Fontamara, Barcelona 1980, pág. 24.

(6)  www.conandoylecollection.co.uk/about-richard-lancelyn-green.html