Pía Barros (Melipilla, Chile, 1956). Actualmente, reside en la ciudad de Santiago. Es una destacada escritora chilena.
Ha publicado Miedos Transitorios (cuentos, 1985); El Tono menor del deseo (novela, 1991); A Horcajadas (cuentos, 1990); Signos bajo la piel (cuentos, 1995); Ropa Usada (minificciones, 2000); Lo que ya nos encontró (novela digital, 2001); Los que Sobran (cuentos, 2003); Llamadas perdidas (minificciones, 2006) y La grandmother y otros (minificciones, 2007).
Sus cuentos han sido publicados en más de treinta antologías, tanto de Chile, como de Estados Unidos, Italia, Alemania, Hawaii, Rusia, Francia, Venezuela, Ecuador y Costa Rica, entre otros.
IM: Como escritora, ¿qué elementos consideras que debe tener un microrrelato para ser eficaz?
PB: Clara y obviamente, síntesis. Para enseñarlo, uso una definición bastante certera: el máximo de significado con el mínimo de significantes. Es muy complejo contestar esto, porque algunos son eficientes por su intensidad, otros, por sus vínculos metafóricos y su capacidad evocadora, otros, porque la memoria colectiva los completa, en fin, no es una receta con ingredientes específicos, sino una receta que depende de lo creativa de su confección.
IM: ¿Cómo y desde cuando nació tu pasión por el microrrelato?
PB: Leyendo a Kafka, que tiene unos valiosísimos, pero creo que mi enamoramiento vino por «Amor 77», de Cortázar y , luego, al dar talleres, constatar que la mayoría de los escritores tiene algún microrrelato que encierra toda su estética, como el ya mencionado de Cortázar, o «El Adivino», de Borges, por ejemplo.
IM: ¿Por qué crees que se ha producido el auge reciente de la microficción?
PB: Porque está acorde con los tiempos y los desplazamientos. Antes, un viaje en barco, requería muchos libros para su lectura; hoy, los cruceros son de 5 días. Para qué decir cuánto tardamos en avión o tren para llegar de un lugar a otro, y aún más, nuestros desplazamientos urbanos son breves. El tiempo de la vida es una ráfaga, la minificción también.
IM: Como lectora, ¿qué autores y/o libros nos recomendarías?
PB: Todas las antologías, las de Juan Armando Epple, las de David Lagmanovich, las de Antonio Fernández, de Edmundo Valadés, Violeta Rojo, Lauro Zavala, María Cristina Ramos, Raúl Brasca, etc. TODAS las antologías de minificción: Santiago en 100 palabras, las de concurso; todas traen cientos de destellos luminosos que nos permiten ver las señas para seguir en el camino.
IM: ¿Qué consejo le darías a los microrrelatistas que recién comienzan?
PB: Libreta de apuntes, medio de transporte urbano, bares, y a anotar vida y muros, que toda ciudad está bullendo de minificciones.
IM: Además de la literatura, ¿qué otras cosas te apasionan?
PB: El feminismo, la cocina, el cine, la medicina, la siquiatría, la neurolingüística, la antropología, la historia siempre nueva (tengo mala memoria), la política, la vida entera… porque siempre será un cuento.
Un cuento: «Graffitti», de Julio Cortázar; «Niñita», de María Elena Gertner; «Un artista del hambre»,de Kafka…y cientos, todos están en mi cabeza siempre.
Una película: Blade runner; Notebook; Half Broken Things.
Una canción: Todo Joaquín Sabina.
Una comida: Pastel de jaiba.
Una frase: Trabajar como puta en cuaresma.
Una ciudad: Praga y Montevideo.
Una alegría: Las hijas.
Un deseo: Un universo no sexista.
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De cuidado – Por Pía Barros
Cuando el insomnio la aturde, nadie muere, pero si llega a dormirse, la muerte atrapa a los que pululan sus sueños.
En el pueblo, la mantenemos despierta, aterrados.
(Este microrrelato es inédito y se publica aquí por gentileza de su autora).
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…