Por Miguel de Loyola

Sorprende la soltura de John Fante para recrear la historia de la familia Bandini, con esa visión de mundo desenfadada, propia de los escritores norteamericanos de su generación, la cual pareciera tener algo del llamado neorrealismo italiano de mediados de siglo. Personajes de apariencia cándida, encarnan personalidades fuertes y decididas, capaces de resolver los problema del diario vivir.

Se trata de una historia que tanto tiene de dulce como de agraz, como la vida misma, pero donde no impera el fatalismo depresivo de nuestros narradores a la hora de narrar la vida de los seres  más desposeídos dentro del sistema, sino cargada con la tinta de la ironía y con esa fortaleza de espíritu que permite al hombre sobreponerse siempre a la fatalidad, luchando y creyendo en un destino mejor, sin privarse por ello de vivir y de disfrutar lo poco o lo mucho que se tiene.

Svevo Bandini es un albañil de escasos recursos, con una familia de tres hijos hombres en plena adolescencia, y una mujer beata hasta  la médula de los huesos, quien fervorosa y delirante lo espera todo del buen  Dios. Los inviernos son días tristes para la familia Bandini, especialmente para Bandini  padre, quien vive a la espera de la  primavera para poder volver a trabajar en su oficio y con ello pagar las consuetudinarias deudas acumuladas durante los inviernos.

Una situación particular genera al interior de la familia una reacción frecuente en la vida de la misma. El rechazo más absoluto y mutuo existente entre suegra y yerno, hace que tras cada visita, previamente anunciada por Donna Toscaza a su hija y a sus nietos,  Bandini salga disparado del hogar en busca de la compañía de su eterno amigo Rocco, y termine emborrachándose con él.

Ese invierno en particular, casualmente Bandini es recomendado por su amigo Rocco Saccone para realizar un trabajo en casa de la viuda Hildegarde durante esos días en que se encuentra viviendo con él por causa de la visita de la suegra. Bandine acude así a la mansión de la viuda, realiza el trabajo correspondiente, pero termina involucrándose con ella, más forzado por la insistencia de ésta, que por su propia voluntad. Evidentemente, esta relación amorosa traerá consecuencias al interior de  su familia, y María, su mujer, y a quien ama y no deja de amar Bandini , al enterarse sufrirá el flagelo de la depresión, y los hijos vivirán el desconcierto de la situación.

Sorprende la mirada positiva  proyectada en la novela a pesar del drama que alcanzan por un momento los acontecimientos. Tal vez sea ternura lo que destila esta forma sencilla de contar y de mirar. Los hijos, abandonados a su suerte durante esos días, y particularmente el mayor, Arturo, sabrá reponerse a la adversidad, ayudando también a salir a los demás. María, a pesar de la depresión, volverá a ver la luz después del largo ciclo de oscuridad.

John Fante impresiona al lector con su forma narrar. Un estilo simple, sin vericuetos ni yuxtaposiciones de frases rebuscadas, consigue llegar al corazón del lector. Bukowski estaba en lo cierto al insistir en la grandeza narrativa de Fante, y por el hecho de rescatarlo del olvido y de la ceguera de los críticos de su época, se ganó hace rato otra estrella para la posteridad. Esta vez como crítico literario de su época.