Por Pedro Godoy

Aparte de ser una exposición fotográfica cuyas instalaciones se preparan para itinerar por algunas ciudades de Chile, Maula: una deriva por imaginario criollista es también un libro publicado en Talca por Puerto Crea Ediciones durante el presente año.

Y el gesto se agradece, en tanto su edición muestra con potencia la calidad de propuestas que surgen en provincia, revelando una vasta profundidad crítica en torno a las ideologías de la representación de lo chileno, sin dejar de ser un producto estético de admirable pulcritud pero al mismo tiempo de una ruda y saludable barbarie.

Jugando con los cruces imagen/texto, texo/imagen, Maula nos arrastra, tumba y revuelve dentro viejos cuestionamientos en torno a nuestras concepciones sobre la fotografía, restregándonos de pasada nuestra ingenuidad frente a la nunca bien ponderada trampa que es la literatura. Y es que situado desde la fértil provincia maulina, cuna de uno de los imaginarios más ilustres sobre nuestra identidad –el criollismo-, este libro descree de todas las prefiguraciones de nuestras formas de hacernos los chilenos, sin dejar de mostrar un inmenso amor por la zona que emplaza sus propuestas.

Maula se define en las primeras páginas acudiendo a las distintas acepciones que esta palabra tiene, esto es: “Maula: Cosa inútil, despreciable, de desecho. // Retal. // Engaño, dolo artificio. // Persona tramposa o morosa. // Persona perezosa y remolona o poco diligente en el cumplimiento de sus deberes.”  Por supuesto, después de leer sus textos uno descarta la primera acepción, pero comprende la justeza de las que siguen y el irónico guiño de la última de ellas.

Este libro contiene en su médula una concentrada reflexión en torno a la fotografía, la literatura y los estereotipos de la chilenidad; reflexión que encontramos encarnada en un texto crítico que lleva por título “La sorpresa de los caminos recientes: Criollismo, región y fotografía”. Allí se da cuenta de la poética que articula todo el conjunto. Intentando rebatir prefiguraciones como la “supuesta indigencia ontológica” y la “ineptitud para encarar las fatigas del gran arte” que por mucho tiempo algunos vieron en la fotografía y en el criollismo, Mario Verdugo –el supuesto autor del libelo- impugna al Maule como estereotipo o como ícono postal de cierta chilenidad ya trasnochada. La metapoética del libro es contundente y pretende “entrecomillar” la idea de representación mimética que hay tras el supuesto “afán imitativo” de la fotografía y del señalado movimiento literario, ayudando además a quebrar el automatismo de la percepción sobre este territorio, criticando de pasada las “visualizaciones unívocas difundidas desde el centro” y proponiendo lecturas que problematizan la reafirmación pintoresca del relamido “Chile profundo” que aún propagan los vejestorios folklorizantes. Junto con todo aquello, Maula quiere además “cuestionar duramente la imagen marginalizadora e ignominiosa del habitante de la provincia «perezoso, remolón o poco diligente en lo que concierne a sus deberes»”. Cosa que se demuestra de sobra, porque acá no hay  precisamente pereza ni falta de diligencia, sino cuidada disposición y bastante trabajo.

Es revelador en este sentido, el que el  texto citado no haya sido ubicado al inicio del libro, corriendo así el riesgo de convertirse en una suerte de prólogo, trabajo crítico introductorio o discurso inductor de la lectura y apreciación del libro. Porque lo que precisamente se pretende es evitar paseos pauteados al modo turístico, sino más bien, elaborar un recorrido voluntariamente disperso,  en el que incluso la lucidez de las ideas expuestas en capítulos como el mencionado debiesen leerse lúdicamente, con recelo y maña, puesto que son un ingenioso acercamiento a lo académico desde una ficción literaria muy consciente de que incluso lo no-literario se encuentra demasiado próximo a la ficción.

Maula, como se podrá observar, es un libro que se solaza en el artificio –o en fraude dirían que cándidamente se toman en serio en este tipo de cosas. Hay que desconfiar entonces de la posibilidad que autores descritos allí, como René Lara, sean reales. La idea de este artista cuya “poesía señalética” se nutre de letreros y rótulos instalados por el servicio de vialidad pública en la zona maulina, es sin embargo seductora. Y pasa que -de no existir Lara-, uno igual termina esperando ver las concreciones de su obra. Quizás ya un poco más cerca de esa extraña forma de sinceridad que llaman ironía, se encuentra el poeta Teófilo Sida que también aparece fugazmente en las páginas de este extraño libro. Y así se podría llegar a sentir que la aparición del entrañable Efraín Barquero en estos textos tenga algo de pillería.

Al leer algunos de los textos de Maula, se alcanza esa brutal experiencia estética del Trilce, libro famoso por el desgarramiento y directa llegada de aparentes incoherencias que terminan comunicándose con el lector de forma ominosamente efectiva. “Cochi Cochi Cochi”, por ejemplo, es un breve texto que para algunos sonará a delirio. Pero la alucinante plasticidad que tiene el absurdo, adquiere en él un poco más de nitidez cuando se sabe que el título reproduce la forma común para llamar a los cerdos en la zona. Con esta información se disipa un tanto la sensación de incongruencia y se llega a comprender que el dislocamiento de esta visión se encuentra profundamente arraigado en la tierra de la que ha brotado, con lo que el libro no pierde, sino que se vuelve valerosamente auténtico. El texto, no obstante, no pierde ni gana con esas comprobaciones, pero adquiere una multisemantización muy enriquecedora. Cualquier persona que haya viajado alguna vez a Santiago de Chuco y visitado la casa en la que nació Vallejo puede decir cosas parecidas de varios textos del Trilce.

Pero Maula es bastante más que aproximaciones estéticas a Vallejo, aunque siguiendo este hilo, se puede decir que la resemantización muestra varios otros matices en este libro. Uno podría decir que el ejercicio de titulación de las fotografías, continúa por un camino parecido. Doy algunos torpes ejemplos: “Soberbio mentís a la voz de la sangre” es el título de la fotografía que muestra a un mojado supermán de plástico con el río Maule como paisaje de fondo; “Los ojillos hipocritones de calenturiento fulgor” designa la imagen del interior de un bus interurbano; “Suave reconstrucción del pobre padre”, es la denominación de la imagen de huellas de neumáticos en el barro del camino, “El picorcillo de la vida libre”, una fotografía de una cortina al viento; “Con su millón de ojos titilantes”, las vacías butacas de un viejo cine local; “Una hilera de puntos suspensivos”, una fila de huasos aprestándose para un desfile. Tales frases, extraídas de la prosa narrativa de Latorre, se vuelven extraña e inquietante poesía al descontextualizarse de los hiperrealistas párrafos de su obra.

El responsable de estos ejercicios de resignificación, es Mario Verdugo, quien además de seleccionar los títulos, articula la poética del libro y  antologa la participación de otros escritores –ficticios y reales. Verdugo así se convierte en un autor maulino de cuya existencia se puede llegar a tener el placer de desconfiar si se cae en la magnífica trampa de esta notable publicación, cuyo imaginario uno quisiera se difundiera más profusamente para dar cuenta cabal de que en provincia pasan cosas, no se duerme todo el día y los ingenuos no campean como les parece a algunos despistados metropolitanos.

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Fotografías: Héctor Labarca Rocco.

Ediciones Puerto Crea, Talca, 2008.

Textos y selección de títulos: Mario Verdugo Arellano.

*Para conseguir ejemplares de “Maula” se puede escribir a hlabarcarocco[arroba]gmail.com