Miguel Vargas (Santiago de Chile, 1971), recientemente publicado por Puerto de Escape, única editorial chilena, dedicada en exclusiva a la difusión de la literatura fantástica, en general, y la Ciencia Ficción, en particular, accedió a ser entrevistado para nuestro medio.
Vargas creció, eso sí, en Valparaíso, en medio de la magnífica biblioteca de su padre. Quizás por ello, Wilde, Shakespeare y Cervantes han sido los autores que más lo influyeron para decidirse a escribir. Luego, estudió economía en la Universidad de Chile y en la Universidad de Reading, además de Literatura Creativa en la Universidad de Oxford. Y actualmente es académico en la Universidad Diego Portales. Hoy se encuentra abocado en traducir los falsos poemas medievales de Chatterton y una novela de espadas y brujerías ambientada en el mundo griego clásico. Ya en la contratapa de su primer libro, se puede leer, sobre dichos intereses: “Esta hilarante, culta, sórdida e infinita novela-espejo del género fantástico nos permitirá a Miguel Vargas, quien cultiva la escasísima parodia literaria, que le emparienta con celebradas plumas universales como Rabelais, Swift o Calvino, al mismo tiempo que le deja huérfano en las actuales letras chilenas”.
P: ¿Cómo llegaste a publicar “En todos los burdeles del mundo”? ¿Cuál fue tu proceso de creación?
R: Todo comenzó con una idea que me obsesionó, una sensación, un concepto que quería simbolizar -en este punto no quisiera ser demasiado explícito para no prejuiciar a quienes no han leído aún el libro y desearan hacerlo-, luego de mucho pensar sobre esto, un conjunto de imágenes, palabras y sonidos vino a mi mente. Palabras e imágenes que provenían de mis lecturas previas, de mis reflexiones, de mi historia y circunstancias, las que han trazado un camino ineludible, el humus del intelecto, como decía Tolkien. Entonces mi intención fue plasmar aquél concepto en términos estéticos, no sólo que se reflejara en la historia sino en la estructura, en las palabras, en los sonidos. Esto último fue un esfuerzo agotador. El ejercicio consistió, básicamente, en repetir las palabras en voz alto, una y otra vez, hasta desproveerlas de su significado y obtener por este medio la esencia de su sonoridad, de su musicalidad, y era esta sonoridad la que debía ligarse al concepto que deseaba representar. Mediante este mecanismo escogí las palabras que utilicé, al menos, en las secciones que consideré más importantes. Algo similar realicé en el diseño de los capítulos, con la extensión de las oraciones, la puntuación; sintaxis, gramática, fonemas, en fin, todo forma parte del complot.
P: ¿La literatura fantástica hoy, es un fin o un medio para ti?
R: Esto tiene que ver con el camino ineludible que mencioné anteriormente. La literatura fantástica es mi camino ineludible, y como tal es un medio para abordar aquellas temáticas que me interesan. Sin embargo, soy consciente de que este no es el único, y otros autores pueden aproximarse a los mismos temas desde el realismo, por ejemplo. Podría alguien dudar de la calidad de las obras de Zola, Balzac, Huysmans, o Joyce, sólo por ser realistas, o, del mismo modo, alguien podría dudar de la calidad de las mayores obras de Dante y Shekespeare, sólo por ser fantásticas. Todo depende de qué se desea decir y cómo uno puede decirlo de mejor manera. No, la fantasía no es un fin para mí, es un medio.
P: Citas a muchos autores, unos explícitamente dentro del libro, y otros veladamente. ¿Cuáles son tus principales influencias?
R: Yo diría que mis influencias puedo clasificarlas en dos grupos. El primero tiene que ver con las epifanías, con autores cuya lectura me empujó a escribir, aquellos autores que me enseñaron la maravilla de la literatura: Dante, Shakespeare, Cervantes y Wilde. Imagino que muchos coincidirán conmigo en este punto. De una u otra manera, ellos siempre se escabullen en mi prosa, ya sea conscientemente, a través de pequeños guiños, homenajes de gratitud; o inconscientemente, al permear, indefectiblemente, mi estilo. El segundo ítem de esta taxonomía está conformado por escritores cuya influencia es ideológica. Con esto quiero decir que con ellos comparto, o pretendo compartir, la manera de abordar la literatura: un esfuerzo por dar representación estética a conceptos, conceptos que deben reflejarse en el estilo, en la estructura, no en el argumento, o no solamente en él. En este grupo se hallan Sterne, Nabokov, Burroughs, Beckett, Lezama Lima y Joyce. Finalmente, debo una mención especial en esta lista al insomne Cioran, cuya obra punzante, cáustica y lúcida inspiró la novela.
P: La mayoría de los autores que nombras practican la metaliteratura, una suerte de literatura que habla de sí misma. ¿No tuviste ningún autor chileno en mente como referencia?
R: Por cierto, y es bastante obvio si uno lee el título de la tercera parte del libro: una novela nueva, una mención casi explícita a la Nueva Novela de Juan Luís Martínez. La inteligencia de este autor, su agudo sentido del humor, y su profundidad lo convierten en piedra angular de la literatura nacional, y debería reconocérsele, no sólo repitiendo incansablemente: los pájaros hablan en pajarístico, sino tomándolo como un referente a partir del cual crear una nueva novela, la novela chilena propiamente tal, que se construya a partir de nuestros clásicos, y no la traducción a lenguaje local del autor de moda en Europa o Estados Unidos.
P: La fantasía y el humor no han estado muy presentes en las actuales novelas chilenas. ¿Por qué te arriesgaste a esa fórmula?
R: Escribir es en sí mismo un gran riesgo, y una vez que se asume debe hacerse con propiedad, y con esto quiero decir que debe hacerse de manera honesta, escribiendo como uno sabe que debe escribir. Por lo tanto, nunca reflexioné acerca de si escribir mezclando humor y fantasía era una fórmula o no, y si ésta, además, resultaba arriesgada. Ahora bien, existe, por supuesto, una razón para el humor, y es que considero la vida un sinsentido difícil de sobrellevar, un infierno -quizá por eso la novela es una novela de ultratumba- y el humor constituye un bálsamo, un récipe consolador que permite lidiar con ella con cierta, digamos, nobleza.
P: A partir de 2005, se vive un boom de las letras fantásticas y la ciencia ficción escrita por nuevos autores chilenos, como Meier, Baradit, Solar u Ortega. ¿Cómo te ves en esa escena?
R: No conozco a la mayoría de estos autores, salvo Sergio Meier, de quien soy amigo por más de quince años. Consecuentemente, no me siento parte de un proyecto conjunto, de un movimiento articulado. No obstante, sí creo que todos pertenecemos a una generación que ha enfrentado estímulos históricos, culturales y sociales similares. Esto nos ha llevado, entre otras cosas, a disfrutar de lecturas análogas, y no me refiero sólo a libros, sino también a revistas, comics, películas, música, imágenes. Ha sido a partir de este tinglado que, sin duda, se ha edificado una sensibilidad común, la que puede observarse en la obra de estos nuevos escritores chilenos, escritores de fantasía y ciencia ficción, de quienes, parece ser, soy prosélito.
P: El género fantástico siempre ha tenido un componente político o bien ideológico muy fuerte ¿Está presente esa variable en tu novela y en tu escritura?
R: Incluso la ideología de la no ideología es una ideología. No se puede huir de ella y por lo tanto es mejor enfrentarla, al menos en el caso del escritor. Para el filósofo es diferente. Ellos deben abandonar la pasión, y la ideología es la suma de idea más pasión. En mi caso, la idea es el más profundo pesimismo, y aunque no pretendo convencer a nadie, ni menos aún proponer alguna solución para algo, no puedo dejar de hacerlo con pasión.
P: De librero a escritor, y entremedio, profesor de economía. Vista así tu biografía, ¿tu vida te acerca o aleja de la literatura?
R: Mi vida se sustenta en la literatura, siempre ha estado ligada a ella y se me hace difícil concebirla sin ella. Mis experiencias, por muy diversas que parezcan, desembocan en la literatura, adquieren sentido en la literatura.
P: ¿Tu formación académica ha tenido alguna repercusión en tu escritura?
R: Las matemáticas constituyen un lenguaje, preciso (aunque menos de lo que se cree), elegante. La economía usa las matemáticas para estudiar el comportamiento humano. Es un matrimonio bello y excitante. Eso me atrajo hacia el estudio de esta ciencia, y profundizar en su conocimiento al grado de doctorarme. Los conocimientos que he adquirido han nutrido la reserva conceptual sobre la cual construyo mis historias. Pero al mismo tiempo, mi trabajo científico también se nutre o se apoya en la sensibilidad que la literatura me ha entregado. En definitiva son fenómenos que se retroalimentan, una entidad compleja e indivisible, de cuya fusión surge algo, siempre, inesperado.
P: La CF chilena es a todas luces “soft” (sin tecnología o ciencias duras), y más emparentada con lo surreal, onírico. ¿Qué opinas?
R: Chile es un país que mayoritariamente ha importado tecnología. Su desarrollo no es algo que se haga acá, y en tal sentido no convivimos con esa fase del proceso, sólo la adquirimos como un bien de consumo, uno importado. Por tal motivo, para el común de las personas la tecnología es algo lejano. Por supuesto que vemos computadores en la casa de muchos, estamos conectados a Internet, tenemos celulares, pero en ninguna universidad chilena hay un acelerador de partículas. Consecuentemente, creo que el hecho que la ciencia ficción chilena esté más cercana a la ciencia ficción soft responde a nuestra realidad, al menos la presente, y me parece bien que así sea: prefiero mil veces a Dick, LeGuin o Moorcokc, que a Asimov.
Abril, 2008.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…