Por Sergio Alejandro Amira
Recientemente leí Stranger Than Fiction: True Stories (2004) de Chuck Palahniuk traducido al español bajo el titulo Error humano. Este libro es una recopilación de reportajes, entrevistas y ensayos breves algo irregular que sin embargo contiene algunas valiosas reflexiones, sobre todo en lo que a los procesos de creación literaria se refiere.
En el último ensayo titulado Consolation Prizes, Palahniuk habla de cómo sus amigos, las acciones emprendidas por sus amigos y por él mismo junto a ellos, se convirtieron en la base de su famoso libro Figth Club. Tenía esto en mente ayer durante el lanzamiento de Sonrisas estelares, el cuarto libro de Teobaldo Mercado, y lo tuve aún más una vez finalizada, la lectura de Otro día, la novela corta con la que remata esta singular colección.
Y es que durante el lanzamiento varios de los asistentes, si bien reconocieron haber disfrutado y reído mucho con el libro, también preguntaron al autor si acaso creía que su narrativa tendría un efecto igual de hilarante en la gente «no iniciada», en aquellos de «fuera del fándom» que no lograsen reconocer cabalmente a los personajes y circunstancias retratadas desde varios flancos por la pluma mordaz de Mercado que, por cierto, no escatima en el uso de un amplio abanico de herramientas para provocar la risa del lector. Herramientas tales como el sarcasmo, la ironía, el absurdo, la cita bastardizada y los chistes de grueso calibre o derechamente groseros abundan y están diseminados con la factura que sólo un escritor en total dominio de sus capacidades narrativas podría lograr. En ese sentido, y descartando que el género paródico-humorístico sea el empleado en Sonrisas estelares, me atrevería a decir que este es uno de los más logrados libros de Teobaldo como conjunto. No una colección irregular sino como muy bien dijo uno de los asistentes, una obra que va in crescendo para terminar en un «gran orgasmo cuántico de risa».
Sobre la risa, otro de los asistentes recordó las palabras que alguna vez le dijo el autor César Aira, quien desdeñó el humor en la literatura por considerarlo «facilista». Enfrentado por su interlocutor ante al ejemplo de El Quijote, a Aira no le quedó más que encogerse de hombros al comprobar que su argumento era insostenible. Y en este punto me gustaría citar a Carmen María Imbert: «Existen dos formas de ver la vida que se contradicen o se complementan, según el modo en que se aborde la cuestión. Uno diría: el humor es la reacción del superficial, del que no sabe tomarse la vida en serio, del que no es capaz de llegar a los profundos fundamentos que la conforman, del que se evade cobardemente de ella. El otro diría: el humor es la atmósfera indispensable para que se den las virtudes, el signo inequívoco de madurez, la forma más realista de enfrentarse a la vida. Ambos tienen razón.»
El humor es por lo tanto, ambivalente, lo que le da risa a algunos no le da risa a otros, pero existe una actitud que subyace y permanece: el sentido del humor. La profesora Mary Ángeles Martínez del Pozo en su investigación sobre El sentido del humor en la pedagogía de Tomás Morales nos dice que el buen humor o sentido del humor se define como la facultad de captar y manifestar lo cómico y lo discretamente ridículo siendo el sano humorismo «…el género de ironía en el que predomina el buen humor». Se desvanece de esta forma el concepto superficial del humor, reconociendo que se trata de una capacidad de captación, de una sensibilidad ante la realidad de forma objetiva.
En una entrevista realizada con motivo del lanzamiento en DVD de Figth Club, se le pregunta a Palahniuk sobre qué sintió al ver su obra llevada a la pantalla grande. Chuck contesta que fue una experiencia aterradora ya que la película era una interpretación de las cosas que él y sus amigos hacían durante la época que escribió el libro. «Ver la película es como ver una adaptación a la pantalla de mi vida y contemplar, si bien no a mí mismo, sí a mis amigos diciendo las mismas cosas que dijeron tiempo atrás. El párrafo ‘We are the all singing, all dancing, crap of the world’, fue algo que dijo mi amigo Carston que estaba recién aprendiendo a hablar en inglés así que todo el tiempo usaba frases clichés como ‘all singing and all dancing’. Tras esta revelación le preguntan a Palahniuk cuanto de lo que está en la película está basado en hechos reales. El escritor contesta: «todo menos los clubes de la pelea», que por cierto comenzaron a expandirse como un foco infeccioso tras la película.
¿Por qué hago este paralelo entre Teobaldo y un autor que él probablemente jamás ha leído ni le interese? Pues porque veo que operan en un mismo nivel. El Club de la Pelea es una obra muy divertida, muy humorística y por cierto, muy develadora de los grandes defectos de la sociedad de consumo, la domesticación del ser humano, la violencia, etc., de la misma forma que lo es Sonrisas estelares y en especial Otro día. El mismo Teobaldo por lo demás confesó haber tomado «prestadas» (al igual que Palahniuk) frases, nombres, conceptos y diálogos enteros de sus amigos para varios de los cuentos de su cuarto libro. Pero yo me pregunto ¿qué escritor no lo hace? La nada solo puede engendrar nada. Al principio no fue la nada, fue el caos. La nada no existe y todos quienes escribimos aunque sea la ciencia ficción más delirante o el surrealismo más incomprensible, siempre estamos anclados en la realidad.
Pero regresemos al punto de la «decodificación» por parte del lector de Otro día. ¿Es posible para alguien que no conozca a la gente que Teobaldo tomó como modelos para sus personajes disfrutar de la lectura de esta obra? Formulemos la misma pregunta aplicada a Figth Club, usted que fue al cine a ver a Brad Pitt y Edward Norton, o que leyó la novela, ¿necesitó conocer a gente como Carston, el amigo de Palahniuk que hablaba en clichés para disfrutar de la obra en el nivel que sea? Le respuesta es no. No lo necesita y estoy seguro que cualquier persona que no sea un completo imbécil se reirá tanto como yo con este libro y, especialmente, con Otro día sin tener que estar al tanto que yo soy el template del capitán de la Orgasmo Cuántico.
En ese sentido todos los cameos y guiños que articula Teobaldo no son más que un plus, que ciertamente divertirán más a quienes sepan descifrarlos, pero que no le restan ni una pizca de interés a la aventura misma que es el relato dónde se reúnen todos los tópicos de la cf en una breve cantidad de páginas: las sociedades utópicas, los minerales inexistentes como la caborita, las federaciones de razas alienígenas, las naves generacionales, los agujeros de gusano como pórticos, el viaje en el tiempo y a otras realidades, las grandes y épicas batallas tanto en el espacio como en tierra, la ingeniería genética, la avanzada tecnología de una misteriosa raza… y no olvidemos la La tortura psico-pornoplástica y la invención del Cyberchantanismo.
Es increíble la cantidad de temas que Teobaldo ha logrado combinar sin nunca perder el ritmo trepidante y la distancia requerida para no engolosinarse con la parodia y ser coherente con la trama misma que además pose suficientes vueltas de tuerca como para no decaer en ningún momento sin ser tramposa.
Los autores que inspiraron a los personajes de Otro día operan como arquetipos, todas los seres humanos hasta cierto nivel reduccionista lo somos. Karl von Amira es un capitán eficiente pero algo malas pulgas que si bien está deslumbrado con los pechos de la bella Duhlzura, pareciera sufrir cierta tensión sexual con la extraña alienígena telépata de abordo. Aquí Teobaldo nos propone dos modelos femeninos, Duhlzura por un lado que es literalmente un caramelo cuya única finalidad es ser apeteciblemente sexy; y Sohl Heddad, la inescrutable alienígena de pelaje gris y rostro serio ante cuya mirada von Amira se siente empequeñecer debido a la intensidad de sus vigilantes ojos…
El lector no necesita saber quien inspiró a quién en Otro día más que como mera curiosidad o faranduleo. Todo lo que tiene que hacer, es dejarse llevar por el poli semántico humor de Sonrisas estelares, un viaje que no lamentará.
Cualquier parecido con la realidad sólo coincidencia.